El atardecer del domingo pasado acompañó la jornada de movimientos acrobáticos y coreografías riesgosas que grupos de bailarines realizaron durante el primer campeonato nacional de breakdance denominado Ecuabreak, en el coliseo Voltaire Paladines Polo.

Centenares de fanáticos de esta cultura urbana se agolparon en ese sitio para presenciar las maniobras de “aquellos que se sienten relegados de la sociedad por su modo de vestir o de actuar”, comentó Sebastián Naranjo, uno de los participantes del torneo.

Luciendo un jean gastado, camisa ancha, pañuelos y una gorra, apareció en medio de una tarima improvisada Carlos Alfredo Godoy, conocido como Casi Loko y miembro de la escuela de baile Street Dance.

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Acompañado de otro joven que gusta de este género musical, Casi Loko bailó hip hop al son de los aplausos del público, que ovacionó la primera presentación de la tarde.

Con 38 años, Casi Loko no es un improvisado en la materia de baile. Él asegura que ha bailado junto a artistas como la ecuatoriana Andrea Bucaram, el estadounidense Arcángel y el boricua Kino Ranking, experiencia que lo impulsa a “continuar  practicando seis horas diarias para mejorar la técnica”, asegura.

“¿Dónde está la gente de Guayaquil?”, preguntaron los animadores del evento, quienes no dejaron de gritar durante la jornada que se extendió hasta la noche. A las 17:00 comenzaron las  exhibiciones de los 160 inscritos. Sin importar la hora de retraso, Pablo Redín, líder juvenil de Nurtac (Nuevo Rumbo de Trabajadores Artesanales Comunitarios), fundación organizadora junto con el Ministerio de Inclusión Económica y Social, dio  la bienvenida a los asistentes, mientras una música estridente y de ritmos pegajosos retumbó en las paredes del lugar con el movimiento incesante de los espectadores.

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Control Crew fue uno de los primeros equipos en presentarse. Vestidos con camisas blancas, haciendo pasos sincronizados y piruetas, llamaron la atención del jurado. De pronto, los integrantes simularon desmayarse y el único que quedó de pie hizo movimientos parecidos a los de un robot, estilo conocido como popping.

Esta parte de la coreografía emocionó al público, que con chiflidos y aplausos alentó a Naranjo, quien con sus compañeros decidió demostrar que “el breakdance es una nueva cultura que no se  la debe relacionar con el pandillerismo”.

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Los ganadores vinieron desde Portoviejo. Los B Boys for Life –Johnny Intriago, José Burgos, Luis Canto, Gerardo Quimí y Cristian Cuesta– se identificaron entre la multitud por su vestimenta rojo con negro. Con sus acrobacias perfeccionadas, la dificultad de sus piruetas y la sincronización de los saltos y movimientos obtuvieron el trofeo del certamen junto a un premio de $ 1.000.

“Esto debe convertirse en algo mucho más grande, es un estilo de vida”, aseguró Redín, quien confesó que este es solo un paso para llegar a la gran meta de todos los que compitieron: participar en el festival de breakdance en Alemania, “el campeonato donde están los mejores del mundo y en el que Ecuador no debe faltar”, dijo.