Recordar a Víctor Ephanor únicamente por la legendaria chilena que lo inmortalizó el 14 de enero de 1981 y le significó a Barcelona su sexto título nacional (el de 1980) sería como intentar apreciar la belleza del firmamento con solo fijarse en su estrella más radiante.

Lo que el Artista –apodo de Víctor Ephanor da Costa Filho, nacido en Río de Janeiro el 1 de septiembre de 1949– hizo en el 9 de Mayo de Machala, en la definición ante Técnico Universitario (3-0), hace 38 años, fue la última pincelada a su gran obra como excelso futbolista canario (1977-1981).

Abre el espectro de la memoria, con justicia, el exjugador y columnista colombiano Javier Castell cuando se refiere al brasileño como un “electrizante zurdo de pegada incontenible y gambeta fantasiosa (…), de frenos y aceleraciones embaucadoras de impotentes defensas, (…) saltaba para cabecear, pero no; inflaba su pecho y la pelota se rendía y se acurrucaba en esa especie de colchón”. Era, además, un brillante cobrador de tiros libres, un “virtuoso del fútbol” de aquellos que el torneo ecuatoriano ya no tiene la suerte de albergar.

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Es que antes de deleitar al público guayaquileño, el Artista –que en Brasil militó en Botafogo, Ceará y Flamengo, luego en Madureira– paseó su obra por Colombia y allí enamoró en su estancia en Junior (81 goles, 4.° máximo anotador histórico del club de Barranquilla), de donde salió bañado de la misma idolatría con la que se revistió en Barcelona, en el que ganó el bicampeonato de 1980 y 1981. Se retiró tras un breve paso por Arabia Saudita y también jugó en Independiente de Medellín y Unión Magdalena.

“El último ídolo del ídolo” lo llamó Mauro Velásquez a Ephanor, a quien hay quienes lo ubican como el mejor 10 en la historia del equipo canario. En diálogo con EL UNIVERSO, el Artista –de visita en Guayaquil luego de doce años, por el aniversario 94 de la institución torera– recordó su mítica chilena y exteriorizó sus sentimientos para con el club que lo elevó al sitial de gloria.

Ephanor se eleva majestuoso para ejecutar la legendaria chilena en la tercera final por el título de 1980, en el estadio 9 de Mayo de Machala.

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Algunos creen que su pirueta en Machala respondió a una decisión anticipada por la forma en que levanta el balón con el pie derecho, ¿fue así o surgió por intuición?

Recuerdo que cuando (Mario) Tenorio me dio el pase, yo tenía a tres zagueros rivales encima. Al elevar el balón no lo hice con la intención de hacer una chilena. ¿Quién levanta una pelota tan alto para lanzarse así? No fue premeditado. Uno no sabe lo que hará, porque es cuestión de una fracción de segundo. La levanté para tener tiempo de pensar… ni siquiera sé por qué la levanté. Pero cuando la vi en el aire, la chilena era la única solución que tenía.

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¿Ese es su gol favorito?

Es el que ha quedado en mi memoria, porque fue por un campeonato.

A su arribo en febrero de 1977, este Diario sugirió que usted era “quizás la figura que necesita el medio campo de Barcelona”. ¿Cree quefue así finalmente?

Yo vine a jugar normal, pero la gente se tomó muy en serio la cosa, porque Barcelona es un fenómeno. A mí me decían que era un irresponsable, porque “si supieras lo que es Barcelona, tú no jugarías como juegas”.

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¿A qué se refiere?

Que hay quien cree que yo era frío para jugar. Lo que pasa es que yo siempre fui muy observador, una persona que casi no hablaba. No fui de estar mucho en grupos. No es que era un creído. A veces era hasta tímido, pero en la cancha me soltaba. Además, físicamente no puedes estar en óptimas condiciones todo un año, porque representa un desgaste muy grande. Entonces, a veces jugaba bien y en otros partidos jugaba un poco menos.

¡Pero con lo que hizo cuando quiso bastó!

A mí siempre solo me gustó jugar fútbol, nada más en la vida. Jugaba en la mañana y en la noche antes de hacerme atleta profesional. Jugaba por jugar, porque me gustaba. No es que no me importaba la afición, pero me olvidaba de ella. A mí me encantaba driblear mucho y, claro, a la gente le encantaba ver eso. Yo jugué en Brasil y en Colombia también, pero aquí soy ídolo y no sé por qué motivo (entre risas). Yo llego a Barranquilla... ¡y lo mismo pasa!

Hay quien eleva a Damián Díaz a la par de usted porque este, que también lleva el 10, anotó dos goles de chilena en los últimos años con Barcelona. ¿Qué opinión le merece?

Es un buen jugador. No lo veo mucho porque a Brasil no llega casi el fútbol de Ecuador. Pero mi gol (chilena) fue un acontecimiento que es difícil que se repita, porque fue por un campeonato (en finales).

Si jugara en la actualidad, ¿cree que tras ser figura en Colombia habría venido a Ecuador o su futuro habría estado en Europa?

De pronto me habría ido (al fútbol del Viejo Continente). Hoy los brasileños salen muy temprano a Europa, es una costumbre. Si yo pudiese jugar hoy, estaría en Europa, ¿por qué no? Tuve propuestas de México y Argentina, aunque mis clubes de origen –Junior y Botafogo, respectivamente– pedían mucha plata por mí.

¿Hay algún futbolista activo que le recuerde a cómo solía jugar usted?

Mi juego, creo, se parecía al de un futbolista holandés que juega en Alemania. Calvo, zurdo y habilidoso. Ahora se me olvida el nombre (Arjen Robben, volante del Bayern de Múnich, subcampeón mundial con Holanda en el 2010).

¿Recuerda su debut como torero contra Nacional de Paraguay, en un amistoso?

Me acuerdo bien. Yo hablaba mucho con (Pepe) Paes porque no me sentía bien físicamente y tenía un problema con las ataduras en un pie; estaba perdiendo circulación. Tuve que sacármelas. Recuerdo que jugué bien ese partido; a la gente le gustó. A partir de eso empezaron a gustar de mí, creo. Me costó mucho acostumbrarme a jugar aquí, porque el juego era muy fuerte, muy intenso; en Colombia era más lento.

Jugué en Brasil y Colombia también, mas aquí (en Ecuador) soy ídolo y no sé por qué motivo (risas). Yo llego a Barranquilla... ¡y lo mismo pasa! Víctor Ephanor, exvolante bicampeón con Barcelona

¿A quiénes recuerda de su paso por Ecuador?

A todos. Jugué con Manga, (Flavio) Perlaza, (Julio) Bardales, Paes, (Fausto) Klínger, (Alberto) Andrade, (Galo) Vásquez, (Mario) Tenorio, Ney Celestino, Escurinho… Son a los que más recuerdo. Alcides de Oliveira también, que pateaba durísimo, más que yo.

¿Y de sus rivales?

De Emelec recuerdo mucho a Palillo (Carlos) Torres Garcés –luego su compañero en Barcelona– y (Ricardo) Armendáriz. Al uruguayo (Juan Carlos) Gómez (también un exazul) es a quien más recuerdo porque le encantaba marcarme y jugaba muy fuerte. A Eduardo García también, a quien le hice un gol de tiro libre que recuerdo mucho (en un Clásico del Astillero).

¿Qué opina de que lo hayan bautizado el Artista?

Es interesante (entre risas). Es cuestión más de la gente que lo dice. Yo lo acepto, porque no es nada malo y no me hace daño. Es un apodo muy bueno, que a veces lo utilizo en mis redes sociales. Solo en Ecuador me llaman así y ni siquiera sé quién me puso el sobrenombre.

¿Ha notado algún cambio en el fútbol ecuatoriano?

Ha cambiado bastante, ha evolucionado mucho. Han aprendido muchas cosas de fuera. Antes no había una preparación (física) tan fuerte como ahora.

El Artista se unió al Barcelona en 1977 y vistió de amarillo por 5 temporadas.

¿Por qué no visita regularmente Ecuador?

Yo no soy mucho de viajar, no me gusta; soy más de quedarme en casa. Aquí ya me habían invitado algunas veces (entre risas). Y recién vengo.

¿A qué se dedica?

Yo soy entrenador en Brasil, en un club de la segunda división en el estado de Mato Grosso. La presentación (del plantel) es el lunes (mañana), pero yo me uniré el martes. No he llegado a trabajar en la primera división porque es muy difícil. Destacar como entrenador en Brasil es casi como un cargo político: tienes que haber estado allá (en etapa de jugador) y yo pasé más fuera de mi país.(D)