“Si me tengo que cortar un dedo por ganar el clásico de mañana, me lo corto, total me quedan cuatro”. Sin las canas ni el vientre prominente que hoy lo acompañan, Bielsa apeló a esa frase para tocar el orgullo de sus dirigidos de Newell’s Old Boys previo a una visita al eterno rival Rosario Central en 1990.

Newell’s ganó 4-3 por la liga argentina. No cumplió su promesa, pero la anécdota evidencia el fuerte arraigo con la “Lepra”, apodo del club de Rosario, su ciudad natal, que lo formó como jugador y le dio la primera oportunidad como técnico.

Explorar en esta “prehistoria” de su carrera permite arrojar algo de luz sobre un técnico hermético y poco convencional. El “Loco”, como se le apodó por su personalidad obsesiva y carácter explosivo, condujo al Leeds United de regreso a la primera división del fútbol inglés después de 16 años, división en la que debutará el sábado ante el último campeón Liverpool en Anfield.

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Se trata del más logro de una trayectoria que comenzó en Rosario y que le ha llevado a clubes en México, España y Francia, además de las selecciones de Argentina y Chile.

Nacido hace 65 años, Bielsa creció entre libros de derecho más que balones de fútbol, en el seno de una familia de abogados notables. Su abuelo, Rafael Bielsa, fue profesor muy destacado en derecho administrativo y autor de varios libros de derecho. Marcelo incumplió el mandato familiar y optó por el fútbol.

Fue admitido en las inferiores de Newell’s, uno de los semilleros más prolíficos del fútbol argentino, del que surgió entre otros Lionel Messi. Bielsa debutó en el primer equipo el 29 de febrero de 1976 como zaguero. Su escasa habilidad le impidió tener continuidad y fue transferido a Instituto Atlético Central Córdoba en 1978. Allí jugó otro puñado de partidos y regresó a Argentino de Rosario en 1979 para cerrar su carrera como futbolista al año siguiente.

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Recibido de profesor en educación física y director técnico, regresó a Newell’s en 1983 para trabajar en las divisiones inferiores bajo el ala de Jorge Bernardo Griffa, quien es considerado uno de los mejores formadores del país.

Bielsa fue una especie de “cazatalentos” por pueblos y ciudades argentinas para nutrir la cantera del club rosarino. En miles de kilómetros recorridos, captó a futuras estrellas mundiales como el artillero Gabriel Batistuta, quien de aquella época lo primero que recuerda es que dejó de comer alfajores -la golosina típica argentina- para bajar de peso por pedido de Bielsa.

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También descubrió a Mauricio Pochettino, defensor y luego entrenador del Tottenham inglés, entre otros, en Murphy, un pueblo a 150 kilómetros al suroeste de Rosario. El padre de Mauricio había dado su palabra de que iba a fichar por Rosario Central, pero una madrugada se le aparecieron Griffa y Bielsa para convencerlo de jugar para el bando contrario.

Tras un largo recorrido en las juveniles, Bielsa asumió como técnico del primer equipo de Newell’s en julio de 1990. Ya se lo conocía como el “Loco” por ser poco diplomático y cerrado. Con varios de los talentos que él mismo había reclutado y formado, protagonizó el período más exitoso en la historia del club.

Ganó la liga local ese mismo año tras empatar 1-1 ante San Lorenzo. En los festejos, un Bielsa desencajado gritó “¡Newell’s carajo!” mientras era cargado y agitaba una casaca rojinegra. Tamaña descarga emotiva no se repetiría en su carrera.

“Fue la tensión que él tenía en ese momento. Él vivía a mil. Era un tipo que sentía en la sangre el trabajo que había hecho”, recordó Juan José Bottoli, médico de aquel plantel.

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Repitió un año después al vencer en la final por penales a Boca Juniors en La Bombonera y fue otra vez campeón local en 1992.

Ese mismo año protagonizó un hecho inusual. Tras perder como local 6-0 ante San Lorenzo por la primera fase de la Copa Libertadores, un grupo de barrabravas lo fue a increpar a la puerta de la casa. Bielsa se defendió al mostrar una granada que amenazó con hacer detonar si el grupo amenazante no se iba. Aquel Newell’s mejoró a tal punto que fue finalista de aquella edición y perdió por penales ante el Sao Paulo de Tele Santana.

Desde sus comienzos ya evidenciaba una obsesión extrema en la preparación de sus equipos, meticulosidad que sus conocidos dicen heredó de su abuelo abogado y que se traduce en miles y miles de horas de estudio de las distintas variantes del juego.

Bielsa busca reducir al mínimo lo imprevisible del fútbol. “Siempre decía que el fútbol era un deporte que tenía mucho de azaroso, pero él siempre trabajaba igual. Él preparaba todo, todo. Era un tipo incansable en ese sentido”, remarcó Bottoli.

“El trato siempre fue de una gran exigencia, a nosotros que éramos chicos, nos incomodaba un poco”, admitió Ricardo Lunari, ex futbolista de 50 años dirigido por Bielsa en inferiores y en la primera en Newell’s. Pero “con el tiempo uno se da cuenta que todo lo que está haciendo él es para hacerte un jugador de primera división”.

La disciplina es un baluarte en el método Bielsa. En los 90, el plantel rojinegro entrenó en el Liceo Aeronáutico Militar de Funes, al oeste de Rosario. Allí pasaron largos días de entrenamiento y concentración.

La visión del juego bielsista se inspira en el Ajax campeón de la Copa de Europa de 1995 dirigido por Louis van Gaal. El conjunto holandés jugaba un fútbol ofensivo y de presión, heredero del concepto de “fútbol total” de Rinus Michels. Ese Ajax se plantó con un sistema 3-4-3 con dos extremos bien abiertos y un delantero centro definido. Este esquema rígido fue aplicado por Bielsa en sus formaciones desde los 90.

A su vez, Bielsa se convertiría en inspiración para muchos de sus dirigidos en Newell’s que luego se convirtieron en entrenadores, como Pochettino, Gerardo Martino, hoy al frente de México; Eduardo Berizzo, seleccionador de Paraguay; y Gabriel Heinze y tantos otros.

“Agarraba a todos los jugadores, les daba una carpeta para que escribieran cómo le parecía a cada jugador que tenía que enfrentar al próximo rival. Se acostumbraron a planificar partidos y eso les sirvió después para su propio conocimiento”, señaló Bottoli sobre el Bielsa que entrenó a Newell’s.

Su salida al exterior se dio en 1993, para dirigir al Atlas de México, pero su legado en Rosario es imborrable.

“El sentido de pertenencia y su intensa estadía como técnico hacen que sea un ídolo indiscutible para todos los leprosos”, afirmó Cristian D’Amico, vicepresidente de Newell’s.

En 1999, Marcelo fue nombrado seleccionador de Argentina hasta 2004 cuando renunció a su cargo. Tras ser elegido el mejor DT del mundo en 2001, su equipo argentino cayó sorpresivamente en primera ronda en Corea del Sur-Japón 2002. Esta fue su mayor tristeza como entrenador. Renunció tras dirigir a la selección olímpica campeona en Atenas. Fue luego el entrenador de Chile entre 2007 y 2011. Con La Roja llegó hasta octavos de final en Sudáfrica 2010.

El estadio rojinegro lleva su nombre y Bielsa retribuyó con una inversión de 2,5 millones de dólares en la construcción de un hotel para que los jugadores concentren previo a los partidos.

La vuelta del Loco al club rojinegro se aguarda desde que se fue del Parque de la Independencia, barrio de Rosario en el que se sitúa el estadio. “Cuando él deje de entrenar su lugar en el mundo va a ser Rosario y va a ser cerca de Newell’s”, vaticinó Lunari. “Las puertas de Newell’s Old Boys siempre están abiertas”, aseguró D’Amico. (D)