Debí publicarlo en diciembre de 2021 por la gran trascendencia que este suceso tuvo y tiene en la historia deportiva porteña y nacional: la visita del Buque Cambrian, de la Real Armada de Su Majestad Británica, y los enfrentamientos de su equipo de fútbol con los elencos de Norteamérica y Centenario, de Guayaquil; y el Sudamérica, de Durán. A veces debemos elegir entre dos o más temas importantes para tratar en esta columna. Prefiero casi siempre, para esa elección, los asuntos históricos, pero me supera en ocasiones la relevancia de sucesos que tienen que ver con el deporte de hoy, especialmente cuando se ve amenazado el futuro de esta actividad.

El domingo último dejé el tema del Cambrian por el del Plan de Alto Rendimiento, cuyo texto se mantiene bajo siete llaves. Esta circunstancia hace nacer sospechas sobre la real intención del actor político, exdeportista, Sebastián Palacios, ministro del Deporte de un régimen cuya principal figura, Guillermo Lasso, no muestra ningún interés por el hacer deportivo, seguramente acuciado -y angustiado- por temas de mayor jerarquía para la vida del país. Es tal la desidia que el Gobierno y su principal vocero en este rubro -el ministro Palacios- no han dicho una palabra de la Ley del Deporte vigente, dogal heredado de la dictadura correísta que lo sufren los organismos deportivos, dirigentes, técnicos y deportistas. Un proyecto reivindicador cursa en la Asamblea, pero el ministro Palacios se mueve en otras aguas. Se demoró siete meses en elaborar el Plan de Alto Rendimiento, pero no ha dedicado un minuto al proyecto de Ley nueva. ¿Será cierto que va a presentar otro proyecto para torpedear el que ya está en curso? ¿Dirá algo sobre este tema -aunque sea un par de ideas- el atareado don Guillermo? Dejemos esto para otras columnas, aunque seguiremos vigilantes.

En espera del nuevo Plan de Alto Rendimiento y de que los CEAR sean recuperados

Los marinos-futbolistas

De las confrontaciones de los tripulantes del navío inglés nació la disputa del Escudo Cambrian, que llenó toda una época del balompié nacional. Varias versiones se han tejido sobre esta historia y bien vale dejar en claro lo que ocurrió a fines de 1921 en la sabana oeste de Guayaquil, donde en 1922 iba a construirse la canchita de Puerto Duarte, llamada más tarde Campo Deportivo Municipal o Estadio Guayaquil. El 11 de diciembre arribó a la rada de Guayaquil el imponente buque Cambrian, comandado por el capitán James D. Steward, anunciándose que el equipo de fútbol, integrado por oficiales y tropa, iba a sostener partidos con similares de la ciudad.

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El Club Sport Centenario fue escogido como primer rival, disputando una copa de plata obsequiada por la Joyería Esmeralda, de don Carlos Phillips, y un balón de fútbol donado por la colonia inglesa. El 15 de diciembre, con estadio lleno, en un gran cotejo, los jóvenes del Centenario cayeron 3-2 ante los ingleses, luego de ir perdiendo 2-0 y emparejar el marcador.

Los porteños alinearon con Luis Salazar; Alejo Madinyá y Heliodoro Castro; José María Jiménez, Alberto Jurado González y Juan Esteves; Eduardo Tamayo, Raúl Chávez, E. Ribas Jr., Polibio Moreno y Elías Páez. El 17 de diciembre los ingleses enfrentaron al campeón guayaquileño Norteamérica, el que puso en el campo a sus mejores hombres: Manuel Bienvenida Cortez; Guillermo Muñeco Icaza, Samuel Petita Torres; Francisco Mondongo Arámbulo, Óscar Chaleco Cantos, Genaro Diéguez; Francisco Pancho chico Rodríguez, Raymundo Ycaza, Pedro Zambo Merizalde, Antonio Mojarra Torres, Guillermo Viejo Baquerizo (mi vecino, en cuya fotografía, en Clemente Ballén, frente al parque Victoria, me retrataron para afiliarme a Liga Deportiva Estudiantil en 1955).

El buque inglés Cambrian llegó a Guayaquil el 11 de diciembre de 1921. Foto: Archivo

¿Estamos perdiendo la memoria?

Con diez jugadores

Los ingleses alinearon a Join; Patridge y Gibson; Mills, Rice y Broad; Barry, Strike, Prost, Speer y Smith. El juego tuvo lugar a las 15:00, con un sol abrasador y el arbitraje de Alfred Cartwright Jr. El primer gol lo puso Merizalde a los 60 minutos, pero los visitantes empataron a los 70 cuando Norte jugaba con diez hombres por lesión de Baquerizo. El partido acabó 1-1 luego de acciones emocionantes y los ingleses pidieron al árbitro jugar 20 minutos más. Los nortinos, pese al agotamiento y a tener solo con diez, aceptaron caballerosamente, pero el alargue les fue fatal. Cuando iba a expirar el tiempo extra los ingleses pusieron el gol del triunfo.

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El 18 de diciembre se jugó la revancha con el Centenario. Desde tempranas horas empezó un enorme tráfico de vehículos y espectadores a la sabana de Puerto Duarte. Centenario presentó a Salazar; Madinyá y Castro; Esteves, Jiménez y Jurado; Gellibert, Chávez, Ribas, Polibio Moreno y Servio Moreno. Cambrian formó con Mills; Morgan y Scout; Doherty, Catemby y Barter; Tonkin, Mc Dougall, O’Flynn, Head y Guest. El juego fue emocionante y recio. Centenario se adelantó y los ingleses sitiaron la valla de Salazar hasta que igualaron. La lucha era ardua. Mc Dougall fue en pos de un balón y chocó con Heliodoro Castro, que se levantó, pero su rival quedó en el piso lanzando gritos de dolor. El doctor Abel Gilbert y su ayudante, Armando Pareja Coronel, diagnosticaron fractura. Trasladaron al inglés a la Clínica Guayaquil hasta que llegó el cirujano del buque y confirmó el diagnóstico: fractura de tibia y peroné. El juego continuó hasta que Mr. Cartwright señaló el final que registró un 1-1 tras un alargue de 20 minutos.

Por la tarde los ingleses se presentaron en Durán ante el Sudamérica, de la vecina orilla, al que vencieron 3-0. Retornaron luego a Guayaquil y concurrieron al Club de la Unión para un “five o’clock tea”. Por decisión de los jugadores del Centenario, las damitas porteñas Carmita Noboa Cooke, Angelita Avellán Ordóñez y María Enriqueta Gallardo entregaron al capitán Steward la copa que habían disputado en el partido de revancha. El caballeroso oficial inglés agradeció por la forma afectuosa en que habían sido recibidos por los guayaquileños y al hacer el elogio del fútbol porteño y de la destreza de nuestros futbolistas, ofreció enviar en un plazo de tres meses una copa de plata para que sea disputada en Guayaquil entre los clubes del país.

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Un trofeo, desde Inglaterra

El trofeo, en forma de escudo, llegó en 1923 y fue entregado el 24 de junio por el cónsul inglés, Mr. W. C. Graham, al presidente de la Federación Deportiva Guayaquil, Manuel Seminario Sáenz de Tejada. Dicho escudo, valorado en 400 libras esterlinas, empezó a disputarse el 8 de octubre de 1923 entre los llamados Team Probable, Team Posible, integrados por jugadores guayaquileños; el Gladiador, de Quito; y el Wrestler, de Riobamba. Una larga historia se inició aquel día, pero ella será motivo de otras columnas. Este es mi primer trabajo del año. Aprovecho para desear a todos quienes me hacen el honor de seguir esta columna, que este mes cumple 9 años, un venturoso 2022. Y que veamos en el futuro un deporte lleno de éxitos nacionales e internacionales. Mi eterna gratitud por su fidelidad a este esfuerzo periodístico en Diario EL UNIVERSO. (O)