Fue larga la espera de nueve años para que la selección ecuatoriana de béisbol de la categoría mayor vuelva a competir en un torneo internacional. Antaño ganó dos campeonatos sudamericanos consecutivos, en 1963 y 1966. La falta de apoyo a este deporte y la escasez de recursos, entre otras causas, originaron este extenso y triste periodo de ausencia que ocasionó muchas deserciones y desaliento de peloteros, entrenadores, fanáticos y dirigentes.

La reaparición implicó sacrificios y un viaje de largas horas en autobús hasta Lima para jugar en el XVII Campeonato Sudamericano jugado en el complejo Villa María del Triunfo. No hubo financiamiento para prepararse, adquirir implementos, y para el traslado, pese a que se solicitó con cuatro meses de anticipación ayuda al Ministerio del Deporte. Sin tener periodo precompetitivo Ecuador enfrentó a conjuntos conformados por beisbolistas de mayor experiencia en certámenes profesionales de Estados Unidos, México e Italia, y hasta reforzados con cubanos, venezolanos y dominicanos nacionalizados.

Por fortuna, gracias al trabajo formativo en clubes y en la Liga Miraflores, y a la pasión de los deportistas, en este momento hay una generación de beisbolistas de muy buen nivel y con gran futuro. Varios estudian y juegan en universidades estadounidenses y a juzgar por los últimos resultados se puede decir que tuvieron una aceptable y alentadora participación. Once de los 17 integrantes del equipo tricolor debutaron con la Selección de adultos, pese a tener entre 17 y 18 años. Aquello hace estimar que si este grupo es bien manejado y tiene competencia y roce internacional, puede dar mucha batalla en el futuro.

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Se fueron a Perú sin el aporte del Estado y debieron realizar enormes esfuerzos económicos. La única colaboración fue la del Comité Olímpico Ecuatoriano, que entregó uniformes. Lamentablemente saltaron al diamante sin la implementación apropiada. ¿Dónde queda aquel decreto que estableció que el deporte ahora es política de Estado?

Es triste comprobar que algunas disciplinas están fuera del radar de las entidades oficiales y sufren un doloroso y triste destino de desigualdad. Estoy de acuerdo y apoyo totalmente que a la alta competencia se le entregue lo que necesita, pero también es justo que les presten atención a los demás, sin preferencias.

Prueba contundente de lo que señalo es lo ocurrido con un numeroso grupo de deportistas que luego de varios meses de prácticas fueron eliminados de la delegación que fue a los Juegos Bolivarianos 2022, en Valledupar. A disciplinas colectivas como el fútbol, básquet, voleibol, sóftbol se les truncó la ilusión de representar a Ecuador en el torneo regional por recorte de presupuesto.

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Cuando les propusieron a los seleccionados de béisbol asistir al Sudamericano la respuesta fue positiva. No importó la escasez. En Lima jugaron los nuestros seis partidos, ganaron tres y clasificaron a la ronda final. En esa instancia Ecuador conquistó medalla de bronce al doblegar al local Perú 7-5 en el último encuentro. La presea de oro fue para Brasil, luego de derrotar 2-0 a Argentina.

Cuando se aprobó la Ley del Deporte, que aún está en vigencia, se aseguró que “las selecciones nacionales viajarán bien preparadas, con buena implementación y en asientos de primera clase” a sus torneos. ¿Dónde se perdió este discurso? ¿Por qué en los últimos tiempos la pelota chica no asistió a campeonatos internacionales? La respuesta es la de siempre: no hay dinero.

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Ecuador siempre doblegó, y hasta con marcadores amplios, a los que hoy acaparan la mayor cantidad de títulos, como Brasil y Argentina, que se propusieron dar el salto de calidad con mejores instalaciones, elevaron el nivel técnico de sus certámenes, hicieron muchas giras e intercambios, contrataron cuerpos técnicos de calidad, abrieron escuelas y enviaron a sus atletas a perfeccionarse en academias y concentraciones. Los resultados están a la vista. La dirigencia nacional debe gestionar los recursos necesarios para replicar todos estos buenos ejemplos, para que el béisbol de Ecuador sea otra vez un gran protagonista en Sudamérica. (O)