Hace ya 96 años de la primera gran tragedia del boxeo nacional. Ocurrió en el coliseo del recordado American Park, emblemático parque de diversiones que fue demolido en 1960, cuando había perdido todo el esplendor que tuvo desde 1922 en que fue inaugurado. Fue construido en donde está hoy la plaza Rodolfo Baquerizo Moreno, llamada así en homenaje a su creador y se ubicaba a las orillas del estero Salado.

A fines de 1925 llegó a Guayaquil el joven peruano Juan Humberto Pacheco, pugilista profesional. Sencillo, dotado de aceptables condiciones y una generosa dosis de valor, jamás imaginó que sería protagonista de hechos que luego recogería la historia del deporte guayaquileño y que su nombre sería recordado por siempre por factores ajenos a su pura habilidad combativa. A poco de llegar se fajó con el principiante Kid Lombardo en el cuadrilátero del Teatro Victoria, venciéndolo.

Después hizo tablas tres veces y cayó en igual número de peleas ante los puños del hábil Lombardo. Con el recio quiteño Soldier Jurado registró una victoria, un empate y una pérdida y llegó a empatar con El Hombre de la Gorra, Luis Llaque. Fue luego a Panamá junto a Kid Shadow y al nacional Roberto Quiñónez, quien peleaba con el estrambótico apodo de Kid Recoveco. Para el 28 de febrero de 1926 se anunció su combate frente al mejor boxeador porteño de la época: Manuel de Jesús Ferreccio, conocido en el ambiente de los puños como Tito Simon.

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En el coliseo del American Park, con un lleno total, el ascendente Tito Simon encaró valientemente su pleito frente al recio pegador peruano al que ya se conocía por su apelativo de K.O. Pacheco. Apenas sonó la campaña salieron presurosos de sus esquinas los púgiles y después de breves finteos Pacheco descargó sobre la barbilla de Tito un terrible golpe de derecha que provocó la caída, como fulminado por un rayo, de su adversario. El árbitro Martín Zevallos empezó a contar, pero Tito se levantó y pareció haberse recuperado del percance. El impacto de Pacheco fue fatal para las aspiraciones de Tito Simon. Empezó a lucir descontrolado y sin defensa. El peruano se fue sobre la humanidad del guayaquileño quien, en instintivo alarde de pundonor, buscaba a su rival descargando golpes sin destino. Los rounds siguientes transcurrieron en medio de la desesperación de la afición y de la esquina de Tito que trató de retirarlo sin éxito. A la altura del séptimo asalto ya nada quedaba del brillante fistianero del barrio del Astillero.

Muerte en la madrugada

A poco de iniciado el octavo round, luego de un violento intercambio de golpes, Tito cayó, se levantó y sin que medie golpe alguno volvió a caer. Manolo Vizcaíno, su mentor, arrojó la toalla y Simon fue llevado en andas a su esquina. Al no reaccionar fue llevado a la clínica Guayaquil. Pacheco visitó la habitación de Tito, pero este se hallaba inconsciente. El peruano miraba con profunda preocupación a su adversario y amigo que luchaba ahora contra la muerte. A las 03:00 de la madrugada del 1 de marzo de 1926 murió Tito Simon, provocando la primera desgracia en los cuadriláteros porteños.

Pacheco retornó a Lima donde reanudó su carrera. Se midió con Kid Capitán por el cetro pluma de Perú y perdió en apretada decisión. Luego protagonizó dos épicos combates con el famoso Kid Lamparito. Un poco saturado del boxeo retornó a Guayaquil y se radicó en Ancón, donde laboró como obrero de la Anglo y entrenador de boxeo. Sus manos fueron modelando a una de las grandes figuras profesionales: Roberto Lowndes o Kid Roberts, como se lo conocería luego. A mediados de 1931 llegó al puerto Augusto Martens, otro buen púgil peruano, que debutó venciendo a Crisólogo Cox.

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El 6 de julio se enfrentó en el American Park con su compatriota K.O. Pacheco. La pelea fue durísima. Martens apeló a recursos ilícitos golpeando repetidamente en la nuca a Pacheco, quien quedó en una ocasión “soñoliento y medio ebrio”, como comentó Cayetano, columnista de EL UNIVERSO el 10 de julio. Pacheco perdió por nocaut técnico y la contienda dejaría sus huellas conduciéndolo a un trágico final. El 20 de agosto de 1931 arribó a Guayaquil el chileno Luis Guillermo Orrego, conocido como Kid Langford, un viejo conocido de la afición porteña pues había enfrentado a Jurado, Llaque, Lombardo y el propio Pacheco. Pronto se pactó un combate entre Langford y el peruano para el 13 de septiembre en el ring del American Park, como preliminar de la pelea entre el español Martín López Oroz y el peruano Max Aguirre. Bajo las órdenes del réferi guayaquileño Manuel Suárez Pareja subieron los peleadores para realizar un primer asalto en el que Pacheco hizo sentir su jab, mientras Langford buscaba acortar distancias. Pacheco cayó por resbalón, pero al reincorporarse mandó a la lona al chileno.

Se fajaron luego como bravos y el final señaló ventaja para Pacheco. En el segundo round un violento cross de Pacheco envió otra vez a Langford al piso. Este se reincorporó y fue como tromba en busca de su adversario. Hubo un duro intercambio de golpes y cayó esta vez Pacheco hasta la cuenta de ocho. Cuando se levantó ya estaba vencido. Resistió algo el fuerte castigo de Langford, pero volvió a caer hasta la cuenta definitiva. En la lona Pacheco no reaccionó. Fue llevado a su esquina y de allí al Hospital Militar. Luego fue conducido a la clínica Guayaquil, donde se confirmó un grave colapso cerebral.

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Informe de autopsia

El peruano fue desahuciado por los doctores Armando Pareja Coronel, Pedro Bellolio, Antonio Parada y el interno Eduardo Alcívar Elizalde. Pacheco, en su habitación, empezó a luchar débilmente con la muerte, velado por su second Cruz Ávila. En la madrugada del 15 de septiembre de 1931 falleció Juan Humberto Pacheco. El periodista, doctor Francisco Rodríguez Garzón, en gesto humanitario, prestó su casa para velar al peruano. A su entierro concurrió una multitud dolida por el desenlace trágico del combate. Erogaciones sirvieron para pagar los gastos de inhumación del cadáver del valiente boxeador caído en el mismo ring en el que, seis años antes, sus puños habían terminado con la vida de Tito Simon. Informaciones posteriores revelaron que Pacheco padecía de pleuresía, úlcera de estómago y otros desórdenes. Los médicos que hicieron la autopsia dictaminaron que el estado de Pacheco era tal que cualquier esfuerzo inferior al de boxear le habría traído fatales consecuencias.

Un caballero inglés radicado en Ancón reveló que cuando Pacheco se preparaba para la refriega en el campamento minero fue tumbado por su discípulo Kid Roberts, tres días antes del combate y sufrió pérdida del conocimiento, convulsiones y vómito. Se cerró así un capítulo amargo del boxeo guayaquileño. Un diario dijo el día del sepelio del peleador: “Van sus huesos a descansar cerca de los de Tito Simon, cosa que seguramente no pensó Pacheco en toda su vida”. (O)