El flemático anuncio: “La Premier League afirmó que no cederá a los jugadores sudamericanos que compitan en sus equipos a los seleccionados que disputarán la triple jornada de la eliminatoria”. La comadre española, dos pasos atrás: “LaLiga apoyará en todos los ámbitos la decisión de los clubes españoles de no liberar a sus jugadores internacionales para la convocatoria de Conmebol y realizará acciones legales pertinentes contra esta decisión que afecta a la integridad de la competición”. El contragolpe: “La FIFA amenazó con aplicar sanciones a las federaciones u otras instituciones que no entreguen a sus futbolistas para los partidos de las eliminatorias al Mundial”.

FIFA puso el revólver sobre la mesa y se quedaron quietos. Hay que ver cómo termina. Si no lo hace, le invaden el rancho y Gianni Infantino terminaría como Luis XVI, ejecutado. Sería el fin de la FIFA y de la organización del fútbol como la conocemos. Que, mejor o peor, funciona desde hace 117 años.

“Acciones legales pertinentes”… ¡Vaya petulancia…! La liga española no tiene autoridad para desafiar a la FIFA. Como si la LigaPro se envarara contra la matriz del fútbol. O si la asociación de Pichincha la retara. Las ligas están por debajo de sus asociaciones, son órganos de estas. Las afiliadas a la FIFA son las asociaciones. Y al momento de unirse declararon aceptar las reglas del fútbol asociado. Los británicos inventaron este juego y la Asociación Inglesa es la primera del mundo en su tipo -de 1863- pero en 1905 pidió su ingreso a la FIFA, que había sido creada por otros siete países. Porque, vale aclararlo, la FIFA no está afiliada a la asociación inglesa, es al revés. Lo mismo es con sus 210 congéneres de todo el mundo. El fútbol asociado es un principio piramidal cuya cabeza es la FIFA. Así es la estructura. Si alguien no está acuerdo, puede salirse; y si quiere permanecer, debe cumplir las reglas.

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Estas, aprobadas por el Congreso -máxima instancia de la FIFA- establecen un calendario internacional para las competiciones de clubes y de selecciones. Y determinan qué torneos son oficiales a nivel de selección. Los que son oficiales -Mundial y copas continentales- se deben respetar. Por eso los clubes son libres de negar a sus efectivos, si así lo desean, para el Torneo Olímpico o los Mundiales con límite de edad (Sub-20, Sub-17).

“Pero los jugadores pertenecen a los clubes”. A nivel de clubes sí; a nivel de selecciones pertenecen a su país. Neymar se debe al Paris Saint-Germain mientras dure su contrato, a Brasil está unido para siempre. Ya no puede jugar por otra bandera. La FIFA incluso da un resarcimiento a los equipos por ceder sus profesionales en los mundiales. La UEFA hace lo propio cuando disputan la Eurocopa. Y las asociaciones pagan premios a los futbolistas cuando juegan por sus selecciones. Está todo pensado y acordado. La Premier League no puede decidir si libera a los jugadores sudamericanos o no. Estos son libres de ir. Y no puede penalizarlos por ello ni tomar ninguna medida coercitiva cuando regresen de jugar la eliminatoria. Los ingleses, tan escrupulosamente reglamentosos, lo saben. El anuncio aquel fue una bravata para ver si pasaba.

No obstante, ayer Infantino aplicó mano de seda: “La liberación de jugadores en las próximas ventanas internacionales es un asunto de gran urgencia e importancia. Hago un llamado a una muestra de solidaridad de cada asociación miembro, cada liga y cada club, para hacer lo que es correcto y justo para el juego global. Muchos de los mejores jugadores del mundo compiten en ligas de Inglaterra y España, y creemos que estos países también comparten la responsabilidad de preservar y proteger la integridad deportiva de las competiciones en todo el mundo...

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“Sobre el tema de las restricciones de cuarentena en Inglaterra, para los jugadores que regresan de países de la lista roja, le escribí al primer ministro Boris Johnson y le pedí el apoyo necesario, en particular, para que los jugadores no se vean privados de la oportunidad de representar a sus países, que es uno de los máximos honores para un futbolista profesional”.

Todo este embrollo es porque los clubes ingleses no podrían utilizar a dichos futbolistas hasta 10 días después de haber vuelto al país debido a la cuarentena obligatoria que ha impuesto Inglaterra para quienes viajan al exterior. Si los obligan a aislarse, los jugadores se perderían dos partidos del campeonato, una jornada de competencias UEFA y la tercera ronda de la Copa de la Liga.

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La Premier League tiene una norma inflexible: no permite contratar jugadores extranjeros que no sean de selección. Esto es para mantener alta la vara de la calidad y para que el campeonato, un producto refinado y cuidado, no se vea profanado de mediocridad. ¿Y luego no quiere permitirles que jueguen por su selección…? Ilaix Moriba, el promisorio juvenil que está en rebeldía en el FC Barcelona, nació en Guinea pero desde niño está en España, cuando entró en las inferiores del club catalán. Ahora se quiere ir de allí y busca llegar a la Premier, por eso renunció a la selección española, en la que ya jugó en Sub-20, y representará a Guinea. Porque en Guinea será fácilmente titular de la mayor y entonces podrá recalar en Inglaterra. Es el requisito indispensable.

Cuando un jugador defiende a su selección aumenta su cotización, o sea es beneficio para su club. Si un club vende a un jugador campeón de liga tiene un precio, si vende a un campeón del mundo ese valor se multiplica.

El fútbol de clubes divide, el de selecciones une. Por eso apasiona tanto, porque está investido de la nacionalidad, de la identidad y las raíces. Representa. Aparte de ello, en el campo internacional nacieron mucho antes las competencias de selecciones que las de clubes. La Copa América empezó en 1916, la Libertadores en 1960. En Europa fue igual. Vale recodarlo. (O)