No fue un triunfo más aquel de Barcelona ante Estudiantes de La Plata del 29 de abril de 1971, por más que algunos enemigos de la grandeza del club se empeñen en restarle brillo a una victoria que rebasó las fronteras de Sudamérica y se convirtió en un capítulo universal. Un autonombrado ‘historiador’ (que no es responsable de hallazgo alguno respecto a la historia de nuestro deporte), afirmó que la victoria canaria ante el mismo Estudiantes, en la fase de grupos en 2017, era más importante que la hazaña de La Plata.

Una reprochable falsedad, pues en el Estudiantes de 2017 jugaba hasta el presidente del club y era muy inferior al de 1971, en ese momento triple campeón vigente de la Copa Libertadores y que en 1968 había sido ganador de la Copa Intercontinental venciendo a Manchester United, en cuyas filas estaban Bobby Charlton, Nobby Stiles, George Best y Dennis Law. El juego ganado en La Plata en 1971 ha trascendido todos los límites de la admiración mundial, tanto que cada abril se recuerda el gol de Juan Manuel Basurko (sus hijos informan que esa es la grafía correcta del apellido), el Cura milagroso, como lo llaman cientos de notas.

He recopilado más de medio centenar de artículos publicados en Argentina, Uruguay, Brasil, Chile, Perú, Colombia, Venezuela, Paraguay, Italia, España, Inglaterra y, por supuesto, Ecuador, en un libro que intento publicar y que contiene, a más de la antología de crónicas admirativas, toda una historia del desarrollo del fútbol en Argentina y Ecuador, más las fundaciones de Barcelona y Estudiantes y sus evoluciones respectivas. El objetivo es establecer las diferencias que hacían gran favorito al elenco gaucho, frente al modesto Barcelona. Veremos hasta dónde avanza el esfuerzo de concretar esta aventura editorial. La perennización del triunfo amarillo en La Plata en la conciencia del mundo nace en tres factores: la fama planetaria de Estudiantes, por su triple título en la Copa Libertadores y su corona en la Intercontinental; la invencibilidad del equipo en su estadio donde fracasaron los mejores equipos sudamericanos, y, sobre todo, porque el gol de la asombrosa victoria lo anotó nada menos que un sacerdote que alternaba la sotana con los atuendos de futbolista. La anotación de Basurko es, sin discusión alguna, la más famosa e importante en la historia internacional a nivel de clubes del Ecuador. Es también el más célebre gol de la Libertadores.

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Han pasado nada menos que 51 años de aquella actuación memorable que colocó el nombre de Barcelona y del balompié guayaquileño y nacional en las primeras planas de muchos diarios y revistas del mundo. Tuvo tanta resonancia que pese al tiempo transcurrido aún sigue siendo motivo de reportajes, crónicas, y entrevistas no solo en Ecuador sino también en otros lugares del planeta. Cuando se cumplió el aniversario 50 de la hazaña, el periodista español Juan Ariza, publicó en su blogTrescuatrotres’, originado en España, un artículo titulado ‘La hazaña de La Plata: Dios, con Barcelona’, el que comienza diciendo: “Dios, con Barcelona”.

Con este encabezado tan profundo como breve abrió la sección de deportes del diario argentino Clarín, en su edición del 30 de abril de 1971. Fue el gran Diego Lucero el periodista que ideó el citado titular y que firmó la crónica del histórico envite que el día anterior tuvo lugar en La Plata, esa ciudad argentina que se digna de contar con el más argentino de los nombres. Algo muy grande debió acontecer 24 horas antes en el estadio Jorge Luis Hirschi, casa del Club Estudiantes de La Plata, para que Clarín colocara con tan rimbombante titular. Dice Ariza: “Pongámonos en contexto: Estudiantes era en 1971 el equipo hegemónico de Sudamérica, habiendo conseguido alzar las tres ediciones previas de la Copa Libertadores (…) Era un conjunto caracterizado por su fútbol práctico y organizado, su seriedad en defensa y su contundencia tajante arriba. Contaba con jugadores de la talla de (Carlos) Pachamé o (Juan Ramón) Verón, y con la contundencia expeditiva atrás del zaguero (Ramón) Aguirre Suárez (…). Así pues, con tales mimbres se había proclamado tricampeón de América en dicho trienio dorado, así como campeón del mundo en 1968 tras hacer morder el polvo al Manchester United de George Best y Bobby Charlton. Casi nada”.

Y continúa el español: “Arribaba Barcelona a La Plata como auténtica víctima propiciatoria. El fútbol del Ecuador a nivel de clubes no había conseguido ningún logro significativo hasta entonces en la competición continental y se hallaba a años luz de los clubes uruguayos, brasileños y argentinos. Nadie apostaba un solo peso aquel día por Barcelona”.

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Hasta que llegó el memorable gol del cura Basurko, la derrota del tricampeón de América y el fin del invicto del estadio Jorge Luis Hirschi.

La denominación de hazaña a la victoria de La Plata no fue producto de la atolondrada imaginación de algún directivo o periodista. El calificativo lo otorgó la prensa argentina. El diario El Día, de La Plata, dijo el 29 de abril: “Los ecuatorianos tienen fe en lograr lo que para la mayoría del mundo entero aparece como una especie de milagro futbolístico: llevarse los puntos de 57 y 1. Claro que la aspiración suena demasiado grande para sus posibilidades, ya que –hablando objetivamente– conforman un equipo de escasa potencialidad, de apenas discreta técnica y con numerosas e importantes falencias. Fuera de su tierra sinceramente no los vemos como adversarios de riesgo para ningún equipo con pretensiones, menos si se trata de una escuadra con el fogueo y la experiencia internacional de Estudiantes. Hoy los pronósticos indican que Estudiantes debe ganar con suma facilidad”.

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Los primeros en adjudicar el adjetivo hazaña al inesperado resultado fueron los propios periodistas argentinos. El periódico bonaerense La Razón, en su sección deportiva del 30 de abril de 1971, bajo el título de ‘Gran euforia en el vestuario de los ecuatorianos y abatimiento platense’, con una foto del recordado colega y amigo Arístides Castro entrevistando a Basurko, decía: “Una euforia desbordante presentó el vestuario de Barcelona a la finalización del partido. Y no era para menos, habían conquistado una verdadera hazaña deportiva al no solamente superar a Estudiantes, sino al quitarle su condición de invicto en su propio campo de juego”.

Tan vigente sigue la importancia de la hazaña de La Plata que el 18 de abril anterior El Tiempo, de Bogotá, publicó un bello reportaje titulado ‘El increíble cura futbolista que hizo un milagro en la Copa Libertadores’. ¿Hay algún otro gol en esa cita futbolera que se recuerde, tras más de medio siglo, con la veneración, entusiasmo y admiración aún merece el de Basurko, el sacerdote que combinaba el púlpito y el estadio? Si alguien le hubiera avisado del tema a Gabriel García Márquez seguro habría escrito un artículo, un reportaje o un ensayo, pues la historia de Basurko es y continuará siendo un capítulo del realismo mágico futbolístico. (O)