¿Lo será…? En los próximos años todos los hinchas del mundo iremos contando gol a gol a ver si llega. Pero debería lograrlo, tiene las virtudes y el tiempo para superar cualquier récord vigente. Siempre que disfrutamos de un fenómeno decimos lo mismo: no volverá a haber otro igual. Y luego aparece. Lo dijimos cuando se extinguía la llama de Pelé, pero surgió Maradona. Al apagarse la gloria de Diego lo mismo, y rompió el cascarón Messi. Con los goleadores sucede lo mismo. Se fue Gerd Müller y vino Romario, y tras él Cristiano Ronaldo. Ahora es el turno de Erling Brut Haaland, noruego, 22 años, un metro 94, una fuerza de la naturaleza, un bárbaro que arrasa las poblaciones defensivas que encuentra a su paso. Tras cada partido le inventan un apodo nuevo: la Bestia, el Animal, el Androide, el Vikingo. Seguro habrá más.

Las estrellas iluminan de entrada

Hoy, Cristiano Ronaldo (37 años y 8 meses) encabeza la tabla de goleadores históricos con 816 goles oficiales. Messi (35 y 6 meses) lleva 780. ¿Los superará el noruego, actualmente con 175 goles y de apenas 22 calendarios...? Es lo que empieza a preguntarse el mundo del fútbol. ¿Por qué no…? Estamos frente a un goleador salvaje, ante el cual palidecen otros muy buenos como Lewandowski o Mbappé.

Primero vale aclarar que Cristiano y Messi están en actividad y puede que aún marquen algunas docenas más. Por lo cual el chico nacido en Leeds, Inglaterra (mientras su padre jugaba allí), deberá anotar, como mínimo, unos 700 adicionales a los 175 que ya tiene. Suena a misión imposible, sin embargo, posee la voracidad, el físico, el carácter sobre todo, y el tiempo a su favor. Si juega quince años más podría lograrlo. Lo anima un deseo irrefrenable de llegar a red, la condición esencial de todo bombardero. Claro, no deberían acosarlo las lesiones, que es lo más peligroso para un deportista, y en su caso no es menor pues en lo poco que lleva en Primera División -debutó en abril de 2017- ha tenido varias, no graves, aunque le han costado perderse 36 partidos, no poco. Y, lo realmente crucial: tendría que observar la rigurosa disciplina de Cristiano, Messi y Lewandowski, que rara vez faltan a un partido, pese a sus edades, pues están impecables atléticamente y se cuidan de modo científico. Otro punto son las fiestas, la noche. Su padre Alf fue futbolista (Nottingham Forest, Leeds United, Manchester City, mundialista con Noruega) y es quien guía su carrera, seguramente lo aconsejará, no obstante, es imposible atar a un chico de 22 años, bañado en fama y con 400.000 dólares a la semana la noche es irresistible. Se verá cómo resiste las fiestas.

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Erling Haaland marcó doblete este miércoles en la Champions. Foto: PETER POWELL

No obstante, ese físico imponente que hoy le permite arrollar a los defensas como si fuesen juguetes, puede volvérsele en contra mañana. Tiene una carrocería demasiado voluminosa, cuando le empiecen a caer los años le va a costar moverla, lo lentificará, y en el área se puede ser muchas cosas, menos lento. Allí rige la ley del más rápido. Tiene la mesa servida para convertirse en el artillero de la historia, también es cierto que tendrá que registrar un promedio de casi 50 goles por temporada durante quince años consecutivos. No suena sencillo.

A favor le juegan las condiciones. Llega al gol por diversos caminos: de atropellada, de cabeza, de rebote, contratacando con espacios, estando en el área, volando por el aire, como el extraordinario tanto que le marcó al Borussia Dortmund en Champions. Es un salvaje del gol. Al principio se pensó en un grandote estacionado en el punto del penal, nada que ver, tiene mucha movilidad, arranca de atrás, participa del circuito de armado del equipo y sabe jugar, entrega muy bien la pelota y le pega bien. Justamente las dos condiciones básicas de un supergoleador son rematar bien y ser veloz. Reúne ambas.

Erling exhibe, además, otro punto favorable: a mayor grado de exigencia, mayor respuesta. Hizo 20 goles en 50 partidos en el modesto Molde FC (0,40 de media por cotejo); subió al Salzburgo y registró 29 en apenas 27 juegos (1,07); escaló al Borussia Dortmund y anotó 86 en 89 cotejos (0,97) y al fin en su nuevo ascenso, esta vez al Manchester City, lleva 19 en 12 salidas al campo, con un infernal promedio de 1,58 por cotejo. No necesitó adaptación a sus nuevos equipos, eso es para los normales, en todos fue llegar un jueves y deslumbrar el domingo. “No se adaptará a un fútbol de tanta posesión y toque como el de Guardiola”, fue el comentario general. Pero aplastó también las dudas. No es una estaca clavada en el área, se sale y también aprendió a tocar. No es un exquisito, simplemente es una bomba atómica.

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El 30 de mayo de 2019, el fútbol tomó nota de un suceso inusual. Por el Mundial Sub-20, Noruega goleó 12 a 0 a Honduras. Terrible. Goleada para el Guiness. Sin embargo, impactó más que un solo jugador había sido autor de nueve de los doce. Una animalada. Allí el público tuvo conocimiento de un apellido: Haaland. “Bueno, pero fue ante Honduras…”, “Un Sub-20 no es medida de nada…” Los cráneos tuiteros. En cualquier latitud, por el torneo que fuera, es inaudito, loco, anormal y estratosférico que un futbolista haga nueve goles. Era una señal.

La única duda es Noruega. Ya no puede cambiar de selección, pasar a otra más potente. Allí le espera un futuro de medianías. A diferencia de otros supertalentos, no pertenece a un medio poderoso, le va a costar todo, alzarse con un título, clasificar a un Mundial, hasta ganar partidos. Su media goleadora decaerá en la selección. Deberá sumar preferentemente en clubes.

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Sin gol no hay paraíso

En solo 23 juegos por la Liga de Campeones reúne 28 goles. Ya superó en la lista de anotadores de Champions a leyendas como Romario (20), Cruyff (19), Van Basten (19), Ronaldinho (18), Totti (18) y Platini (18). Puede que con el tiempo los quintuplique a todos ellos. Con esa misma cantidad de cotejos, Cristiano Ronaldo todavía no había hecho ningún gol por Champions, y Messi totalizaba 8. Y hoy son los dos máximos con 141 y 127, por lo cual tendría que pasar algo grave para que el muchacho de Noruega no los supere a ambos.

A manera de anécdota: el City le vendió al Barcelona a uno de sus suplentes, Ferrán Torres, en 55 millones, puso 5 más y compró a Haaland en 60. Ferrán también hace banco en Cataluña. Las genialidades del Barça.

“El imparable Haaland: ¿cuáles son sus límites...?”, tituló Marca una amplia nota dedicada a este depredador. Los límites son él mismo, su compromiso profesional. (O)