Cuando el centrodelantero vinotinto Fernando Aristeguieta tocó el balón y arrancó el Brasil 3 - Venezuela 0, sentimos una emoción especial. Con todas sus mudanzas y críticas, renuncias y brotes de Covid, incluso con estadios vacíos, se ponía en marcha una nueva Copa América, la número 47. Que siempre será un orgullo nuestro por su rótulo de primer certamen continental de fútbol del mundo. Es nuestra joya de tradición. Hubo dos torneos de selecciones anteriores: el British Home Championship, disputado por los cuatro países de las Islas Británicas -Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda- entre 1883 y 1984 (ya no se realiza más), y los Juegos Olímpicos, cuya primera edición en fútbol tuvo lugar en 1908, pero no eran de un continente. Y ningún torneo de naciones tiene 47 ediciones. La Copa América nació -y nació grande y popular- en 1916, el Mundial de la FIFA en 1930, la Eurocopa en 1960. Hubo un tiempo en que nuestros dirigentes futboleros nos honraban.

Brasil es un país muy especial frente a este juego. Sin discusión posible, la máxima potencia mundial que este deporte registre, pero lo de su pasión es conversable. En 2019 hospedó la Copa y le dio la espalda, tuvo poco público y escasísima repercusión interna. El domingo se inauguraba de nuevo el certamen y ni siquiera paró el campeonato local. Hubo nueve partidos del Brasileirão, hasta un clásico, Atlético Mineiro-São Paulo. La única concesión que hizo la CBF fue no programar encuentros a la misma hora que jugaba el equipo de Tite.

Venezuela, por irresponsabilidad de sus autoridades futbolísticas, rompió la burbuja sanitaria que protegía al plantel para que familiares, amigos, allegados y políticos se tomaran una foto con los jugadores y se quedó sin catorce de sus mejores valores. Nueve fueron contagiados, otros cinco ya estaban lesionados (Rondón, Soteldo, Machís, Osorio y Yangel Herrera). Tenía una posibilidad en cien millones de obtener un punto ante la Canarinha. Reclutó de urgencia una partida del fútbol casero, muchachos debutantes, y se presentó. Todos temíamos una goleada de dos cifras, afortunadamente no pasó. Hubo una ponderable actitud brasileña: no salió desesperado a meterle doce goles, jugó tranquilo, hizo su partido, fue superior y se quedó con los tres puntos. Bien. Neymar adornó la tarde con algunas de sus deliciosas fantasías. Lo que siempre sostenemos: tiene actitudes censurables como exagerar las faltas recibidas o hacer exhibicionismo de más en ciertas jugadas, pero es un crack de todos los tiempos.

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La Copa América, ¿un torneo ‘maldito’ para Ecuador?

Y luego, lo más sustancioso: ¿Volvería Ecuador a vencer a Colombia…? ¿Volvería a golearlo…? Huuummm, mucho viento sopló desde el 17 de noviembre, el del 6 a 1. Ni Ecuador parece la máquina de entonces ni Colombia el coladero de aquella tarde. El arribo de Reinaldo Rueda al campamento colombiano, como era de suponer, confirió competitividad a la selección que dirigió sin suerte el portugués Carlos Queiroz. De tres partidos ganó dos y empató uno. Y apenas recibió dos goles. Y llevó la paz a los hogares colombianos. No se darán festivales de fútbol, pero alcanza para vivir.

Siete palabras definen el partido: Ecuador hizo el gasto, Colombia el gol. Un compromiso que, conforme, conforme, no deja a nadie. A Ecuador porque perdió, a Colombia pues a lo mucho puede presumir del gol, muy bonito, por cierto, de Edwin Cardona. Visto desde afuera, el apagón de la tricolor en los últimos tres partidos debe tomarse con serenidad. Gustavo Alfaro es un entrenador supercapaz, inteligente y trabajador, sabrá las causas y pondrá mano en ello. Tiene muchos días por delante con el plantel completo. En algo hay que creer. El país futbolero no puede devorarse otro técnico y prenderle fuego a otro proceso como aconteció con Gustavo Quinteros, de comienzo excepcional, a quien dinamitaron hasta acabar con la eliminación. No sería extraño que Alfaro sufra del mismo viento en contra que Bolillo Gómez, Quinteros, Rueda y otros.

Gustavo Alfaro realizó 6 cambios para el debut de Ecuador en Copa América 2021 y ha utilizado 23 jugadores en los últimos 3 partidos

Sí debe el entrenador revisar el tema de la generación de juego en tres cuartos de cancha. Frente a Brasil no remató al arco, con Perú motivó apenas un par de revolcones de Gallese y el domingo Ospina descolgó bien algunos centros y salvó el tiro libre de Pervis Estupiñán -que se metía en un ángulo-, aunque tampoco es que lo ametrallaron. Enner Valencia, Michael Estrada y Fidel Martínez fracasaron justamente porque los esperaba un contingente grande de Colombia en defensa y porque no dispusieron nunca de una buena pelota en profundidad.

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Lo peligroso es quedarse en la anécdota de un posible penal. Que no hubiese cambiado el concepto. Y que además no fue. Wilmar Barrios y Gonzalo Plata entraron al área agarrándose mutuamente, cayeron por el forcejeo del uno contra el otro y, al caer, Barrios golpeó-tocó el balón en el piso, pero como consecuencia de la caída. No nos pareció sancionable. Cuando uno cae, instintivamente apoya los brazos para evitar dar con el rostro, y en la rodada no mide los movimientos. El árbitro no advirtió falta y el VAR lo revisó internamente, pero coincidió con él.

Sólo el cuerpo técnico (y el jugador, claro) puede saber la capacidad atlética de Damián Díaz a sus 35 años, si está para un partido completo en terreno internacional de selecciones, pero es evidente que el equipo lo necesita. Posee una chispa creativa natural de la que los otros carecen. En este momento, pareciera, puede aportar soluciones en la gestación. A veces, una sola acción brillante puede alumbrar un triunfo. A Colombia le alcanzó con la de Cardona. Gonzalo Plata no lo hizo mal, pero tuvo dos o tres encontronazos fuertes, le entraron duro (Tesillo, especialmente) y quedó sin la misma frescura física para encarar.

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Mención de honor: para Jhegson Méndez. Lo vemos como el Kanté ecuatoriano. Muestra anticipo, quite, criterio, solidaridad, concentración, inteligencia, trabaja los 90 minutos. Roba y toca, y toca bien. Aparte, es una roca físicamente. El sueño de cualquier técnico. Va a jugar mucho en selección. (O)