Las desmedidas ambiciones de los organismos que dirigen el fútbol a nivel mundial y regional, así como la desmesura de un hipercapitalismo en el que mandan las estadísticas comerciales y las abultadas cifras dinerarias alentadas por la comercialización y los derechos de televisión, han conducido a que la próxima Copa del Mundo de la FIFA se juegue con 48 equipos, un 300 % más que el formato de 16 equipos que tuvo el Mundial de 1934, en Italia.

Con 48 selecciones, en vez de las 32 de Qatar 2022, en la Copa del Mundo 2026 se jugarán 104 partidos en tres países, otra ‘originalidad’ que supera las dos sedes de 2002 (Japón y Corea del Sur). Las ciudades anfitrionas serán 16: once en Estados Unidos, tres en México y dos en Canadá. El Mundial de Qatar duró 28 días; el de 2026 durará 39 días. Habrá menos turistas, porque será complicado ausentarse del empleo por tan largo periodo.

Para la cobertura periodística, la cita mundialista será una aventura más fatigante que el rally Dakar: viajar constantemente por 39 días (más los días anteriores y posteriores al Mundial) utilizando autobuses, trenes y aviones, desayunando en ellos, almorzando en salas de prensa y cenar una hamburguesa o un hot dog en el estadio para a toda prisa escribir la crónica del partido, enviarla de apuro al medio de comunicación y partir a la estación a tomar el último tren, es terriblemente desgastante. Lo sé por propia experiencia.

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Los 104 partidos semejan más un tumulto que un torneo razonablemente organizado, por directivos que no piensan en factores humanos y médicos. Pero “poderoso caballero es Don Dinero”, y eso es lo que quita el sueño a los financistas de la FIFA. Los derechos de televisión y marketing dejaron en las arcas de este organismo nada menos que $ 6.440 millones en Qatar 2022. Se calcula que con 16 equipos y 24 partidos más, las no muy santas cuentas de la FIFA, por estos rubros, alcanzarán los $ 10.000 millones en 2026.

Y la Federación Ecuatoriana de Fútbol ya se frota las manos pensando en el próximo Mundial. Con 48 selecciones en la fase final la clasificación está asegurada, deben pensar. Conmebol tendrá seis cupos directos en vez de cuatro, como era en 2022; y, además, un medio boleto para el repechaje. De diez países, seis o siete estarán en la Copa del 2026, y bien vale ir alistando los documentos de viaje. Los dirigentes, por supuesto, son los únicos clasificados antes de que empiece la eliminatoria (y los invitados también). Eso explica la contratación del técnico español Félix Sánchez, cuyo palmarés registra haber dirigido a Qatar en 2022 y haber perdido todos sus partidos en el torneo.

¿Podría haberse optado por alguien con más renombre? Imposible, por la fama de la FEF de mala pagadora y por la falta de recursos económicos. El argentino Ricardo Gareca estaba en los planes, y la FEF anunció que le había hecho una oferta superior a lo que ganaba Gustavo Alfaro. El Tigre, que dejó Perú, donde cobraba $ 3,7 millones, consultó con Alfaro y este debe haberle contado sus peripecias. Gareca seguramente pensó: “Si a Alfaro, que cobraba $ 1,6 millones, no le han pagado, peor van a pagarme a mí”. Y dijo que no. Tampoco se pudo con Guillermo Almada, que gana bien en México y goza de fama y respeto en ese país.

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Por esos mismos días, la prensa reveló que la FEF debía a los árbitros cerca de $ 2 millones y que el presidente Francisco Egas había llegado a acuerdos de pago, que no se cumplieron. Ese panorama hizo imposible que algún entrenador de prestigio aceptara contratar con la Federación. Lo de Félix Sánchez fue como en una feria de retazos. Había terminado mal en Qatar y estaba sin trabajo. No sé cuánto se ha pactado respecto a sueldos y premios, pero con Alfaro ocurrió lo mismo. El argentino estaba desocupado luego de su frustrante paso por Boca Juniors y agarraba lo que viniera. Ojalá Sánchez tenga suerte y muestre las virtudes de audacia y valentía de las que carece Alfaro, DT asustadizo y acobardado, que nos echó a perder la oportunidad de pasar a octavos de final ante Senegal.

La victoria (2-1) ante Australia (27.ª en el ranking FIFA) abre una ventanita de optimismo sobre lo que podrá hacer el técnico español, al que hay que esperar para dar un veredicto definitivo sobre su papel de conductor. A propósito de Alfaro, el 20 de marzo presentó su reclamo ante la FIFA por los valores adeudados por Ecuafútbol. Según su abogado, Ariel Reck, el exseleccionador reclama el pago por sueldos y premios mientras estuvo al frente de la Tricolor, entre octubre del 2020 y el 29 de diciembre del 2022, así como el premio por la clasificación y participación en el Mundial de Qatar. El entrenador y su cuerpo técnico reclaman una cifra cercana a los $4 millones, mientras que la FEF reconoce $ 290.000 como única deuda.

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Todo esto tiene un ingrediente muy extraño. El presidente Egas propuso a Alfaro la renovación de su contrato, aun aceptando la elevación del salario del DT. Cuando desde Argentina un periodista reveló que Alfaro no continuaba, alegando deudas impagas, Egas contestó: “Yo les decía a queridos amigos, y a gente cercana en estas largas reuniones que hemos tenido, que yo no quería que vuelva a pasar lo que sentí hace un par de meses, cuando terminó el ciclo anterior en la Tri. Eso era darme la vuelta y ver que después de la fiesta, del Mundial, después de todo lo vivido, la casa había quedado vacía, sin nada. No habíamos recibido ninguna herencia en la Casa de la Selección. Alfaro no formó a ningún técnico nacional y tampoco dejó una planificación y metodología para las divisiones formativas”. Hipocresía pura: si este era el panorama, ¿por qué se le propuso la renovación?

Los aficionados al fútbol y el periodismo serio e independiente se preguntan cuáles son las razones del descalabro financiero de la FEF, dados los ingresos en las eliminatorias, la participación mundialista y otros rubros. El presidente Francisco Egas declaró a radio La Red: “El juicio de la gente es superliviano, porque dicen que, con el ‘montón’ de dinero que ingresó por el Mundial, cómo es que no se pagan las cuentas. Por su actuación en Qatar 2022, la FEF debe recibir un ingreso superior a los $ 10 millones, monto total que aún no ha ingresado a las cuentas de la federación nacional. Pero sería bueno que la gente entendiera que la participación deja más pérdidas que ganancias, porque la logística es carísima, más en Qatar; además, hay muchos valores, como los premios altos de jugadores y temas extras que demanda un mundial. No llega a ser un ejercicio muy bueno en lo económico clasificar a un Mundial de Fútbol, como la gente puede creer” (declaraciones reproducidas en Diario EL UNIVERSO, el anterior 23 de marzo).

¿Quién entiende a los dirigentes de la FEF? (O)