Semanas atrás hablábamos de aquellos astros mundiales del fútbol que no consiguieron ser campeones del mundo. La lista es asombrosa por lo extensa: Di Stéfano, Puskas, Gento, Kubala, Gianni Rivera, Sívori, Eusebio, Yashin, Spencer, George Best, Jimmy Johnstone, Zico, Teófilo Cubillas, Cruyff, Maldini, Roberto Baggio, Falcão, Sócrates, Junior, Platini, Gullit, Van Basten, Michael Laudrup, Rummenigge, Hugo Sánchez, Valderrama, Batistuta, Butragueño, Stoichkov, Chilavert, Cantona, Shevchenko, Ryan Giggs, Dennis Bergkamp, Ibrahimovic, Beckham, Rooney, Gerrard, Didier Drogba, Yaya Touré, Neymar, Luis Suárez, Arturo Vidal, Cristiano Ronaldo, Modric, Hazard, Benzema, De Bruyne, Lewandowski, Harry Kane y decenas más no obtuvieron el laurel mundialista y fueron o son excepcionales jugadores.

Puede que un día se sumen a la nómina Haaland, Pedri y algún otro talento joven. Entonces serán muchos más los fenómenos que no conquistaron la Copa que quienes sí lo lograron. Conste que entre esos cincuenta mencionados arriba hay reunidos 29 Balones de Oro. Todos ellos han conformado carreras extraordinarias.

Sin embargo, ganar un Mundial no tiene que ver con la voluntad o el talento de un solo futbolista. Es un suceso colectivo. Diversos factores deben conjugarse para lograr ese olimpo: tener un plantel muy calificado, un técnico inteligente, que impere la armonía en el vestuario, que las lesiones no afecten al equipo, que la ruta hacia el título no sea demasiado dura y que esa selección atraviese un excelente estado futbolístico cuando llega el mes del Mundial. Por último, una pizca de suerte: que esa pelota que pega en el palo y tintinea sobre la raya entre.

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No es un demérito no ser campeón del mundo. Antes al menos no lo era. Los actores provienen de países distintos, tienen todos carreras diferentes y un título determinado no puede ser la única vara para medir la excelencia. Zico, Puskas, Kubala, Di Stéfano, Sívori o Best fueron genios y no pudieron levantar la estatuilla de oro por diversos motivos.

Luego podemos elaborar otra larga enunciación de glorias que no obtuvieron la Champions League: Kubala, Buffon, Ibrahimovic, Ronaldo Nazario, Butragueño, Van Nistelrooy, Francesco Totti, Michael Ballack, Michael Owen, Pavel Nedved, Dennis Bergkamp, Roberto Baggio, Batistuta, Lothar Matthäus, Maradona, Lilian Thuram, Romario, George Weah, David Trezeguet, Kempes, Eric Cantona. Tampoco en esto una sola estrella decide per se. El caso más insólito es el de Ronaldo Fenómeno, que jugó en cinco clubes europeos: PSV, FC Barcelona, Inter, Real Madrid y AC Milan; entre los cinco suman 30 Copas de Europa: él no pudo acariciar ninguna. Desde luego, esto no reduce ni un milímetro su colosal dimensión.

Luego vemos otros casos increíbles. Maradona no ganó la Copa América ni la Libertadores ni la Champions; según quienes evalúan por los títulos, sería un mediocre, y fue tal vez la máxima leyenda de la historia de este juego. Garrincha no ganó tampoco Copa América ni Libertadores, ni siquiera un título nacional; su palmarés apenas muestra tres campeonatos cariocas y dos torneos Río-Sao Paulo. Y jugaba en el super-Botafogo de Manga, Nilton Santos, Didi, Zagallo, Amarildo, Quarentinha, Paulo Valentim… Daniel Passarella no obtuvo Libertadores ni Champions ni Copa América habiendo jugado en River, en el Inter y en la selección Argentina. Siempre rodeado de nombres rutilantes. Y no era justamente un pecho frío. Es verdaderamente difícil recordar un futbolista de mayor coraje y determinación que el Gran Capitán. Simple: no se le dio.

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En este mundo tan exitista que transitamos, Garrincha, Maradona o Passarella serían considerados referentes menores por ello; sin embargo, integran casi siempre el once ideal de todos los tiempos. Por supuesto, quien haya ganado más trofeos tiene un mérito adicional; no obstante, no es el parámetro exclusivo de medición: están el talento, la gracia para jugar, el liderazgo, la elegancia, la técnica, la garra, lo que un protagonista transmite al juego y a las tribunas.

“El fútbol no se mide solo por títulos. O no todo se puede medir en el fútbol. Esa tendencia es parte del facilismo de los periodistas de hoy y revela una falta de profundidad en el pensamiento”, dice Ricardo Vasconcellos Figueroa, editor de Deportes de Diario EL UNIVERSO.

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Si a un equipo que tiene a Jairzinho, Gerson, Tostao, Pelé y Rivelino le quitamos a uno de ellos, cualquiera de los cinco, y lo sustituimos por otro medianamente bueno, igual tendrá amplísimas posibilidades de ser campeón. O digámoslo directamente: será campeón igual. Es una conjunción de figuras tan fantásticas que rara vez se da. Esto dice que obtener un título es un mérito de conjunto en el que la individualidad colabora en menor o mayor medida.

Siempre quedará en la leyenda que Maradona ganó solo el Mundial 1986. En absoluto. Es cierto que su influencia fue fabulosa, pero su fútbol latía dentro de un equipo sólido, ordenado, bien plantado defensivamente, con algunos compañeros formidables, como Burruchaga, Olarticoechea, Brown, Ruggeri, que le dieron un respaldo ultraeficiente.

Lo mismo sucede con las estadísticas. Son muy útiles e interesantes, hasta atractivas, pero no dicen todo. Un entrenador que se base solo en números fracasará. Para dirigir con éxito se requiere de un alto poder de observación, liderazgo, toma de decisiones, óptimo relacionamiento con los jugadores, saber de táctica… Luego, un auxiliar le alcanzará una planilla con estadísticas de pases, remates al arco, kilómetros recorridos; la mirará y sacará alguna conclusión; le aportará algún detalle que no pasará del 2 % de su estrategia. Todo lo demás lo tiene en su cabeza, lo aprendió desde que empezó a jugar él mismo a los cinco años.

¿Cómo podría una estadística describir los pases de Pirlo…? Lo positivas, deliciosas y desequilibrantes que podían ser las cesiones del artista italiano. Pirlo sí ha conseguido todos los títulos posibles —Mundial y Champions inclusive—, pero a nadie se le ocurriría evocarlo por eso, sino por ser el gran geómetra del fútbol moderno. El rectángulo era para él como ir al baño de noche sin encender la luz: conocía a la perfección cada partícula de terreno. ¿Había que alcanzarle a Marcello Lippi o a Massimiliano Allegri una planilla para que confirmaran si los pases de Pirlo eran buenos…? ¿No fueron triunfadores aquellos genios…?

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Pero el caso más paradigmático es el de Harry Kane, el sensacional centrodelantero londinense. Se convirtió en el máximo goleador de la historia del Tottenham y de la selección inglesa, ambos con más de 140 años de historia. Pero no tiene ningún título, jamás fue campeón de copa ni de liga ni de club ni de selección. ¿No sirve…? (O)