Maradona 1.°, Messi 2.°, Pelé 3.°, Di Stéfano 4.°, Ronaldo Nazario 5.°. Esa es la primera línea de un cuadro con los 25 mejores futbolistas latinoamericanos de la historia, atribuida a Four Four Two (4-4-2), prestigiosa revista inglesa muy afín a todo tipo de rankings. No hemos podido establecer la veracidad de su publicación, pero es una lista en general bien conformada y se convierte en un disparador para un atractivo ejercicio. La segunda hilera la integran puros brasileños: Garrincha 6.°, Zico 7.°, Ronaldinho 8.°, Romario 8.° y Carlos Alberto 10.°. En la siguiente, Sócrates 11.°, José Manuel Moreno 12.°, Didí 13.°, el Pepe Schiaffino 14.° y Rivelino 15.°. En la cuarta franja siguen los brasileños, aunque ya más alternados: Nilton Santos 16.°, Jairzinho 17.°, Passarella 18.°, Adolfo Pedernera 19.° y Teófilo Cubillas 20.°. Y, cerrando, el uruguayo José Leandro Andrade 21.°, Enrique Omar Sívori 22.°, Cafú 23.°, Hugo Sánchez 24.° (único no sudamericano), y Batistuta 25.°. Traducido: 13 brasileños, 8 argentinos, 2 uruguayos, 1 peruano, 1 mexicano. Es coherente, nadie ha tenido más fenómenos que el país del carnaval.

¿Y quién gana el Mundial...?

Desde luego, una elección que merece respeto, también objeciones. La primera fila es irreprochable. Maradona, Messi y Pelé son inobjetablemente los tres mejores que ha dado este continente. Y el mundo. Luego, el orden varía según la preferencia de cada uno. Pero es imprescindible haberlos visto a los tres para ubicar a uno sobre el otro. Este cronista los vio en cancha y elige, sin un átomo de duda, a Messi, porque su tiempo es el de mayor grado de oposición y porque lleva 18 años siendo genial, algo jamás visto. Pero si alguien decide poner a Pelé o a Maradona de primeros está perfecto igual, fueron sensacionales. A Di Stéfano solo lo vimos por videos, aunque es difícil cuestionarlo por lo que cuentan los mayores y, sobre todo, por su obra inmortal: convertir al Real Madrid, un club casi huérfano de títulos -apenas dos ligas en 1931 y 1932-, en lo que es hoy: una máquina de acumular gloria. Todo empezó con él, con su carácter indomable. Alfredo era Sportivo Ganar Siempre. Ya más despegado de esos cuatro, pero extraordinario también, Ronaldo Fenómeno, una mezcla maravillosa de habilidad y potencia. De ahí para abajo, todo es más discutible.

Una buena: Zico está bien alto, séptimo. Fue un mediapunta fabuloso, por lo general infravalorado, cuarto entre brasileños. Tenía todo: toque corto, gambeta, gol, pegada excepcional, mentalidad brasileña para jugar al ataque siempre. Mucho más que otros brasileños considerados superiores. Que no haya sido campeón mundial es apenas una contingencia.

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El jugador argentino Diego Armando Maradona con la Copa del Mundo tras derrotar la selección argentina a Alemania por tres goles a dos, en la final disputada en el estadio Azteca de la capital mexicana en 1986. Foto: EFE

La mala: falta Neymar. Con todos sus defectos, es un jugador de técnica suprema y con gol. En cambio, está Sócrates, talentoso y de notable personalidad, aunque menos que Ney. Paulo Roberto Falcao merecía más estar. Incluso Rivaldo podría ocupar el lugar del exquisito volante del Corinthians.

También podría decirse que merecían su sitio cracks como Kempes y Luis Suárez. O Elías Figueroa, el elegante y atlético zaguero chileno. Mucha gente reclamó en Twitter por Spencer, Valderrama, Bochini, el Mágico González... Reclamos válidos. La calidad de Alberto está fuera de discusión, sucede que no jugó en Europa, no disputó Mundiales, no ganó una Copa América ni clasificó en una Eliminatoria, y es de una época muy pasada, debutó hace 67 años. La antigüedad en algunos casos conspira en tanto van saliendo nuevas estrellas. Valderrama directamente fracasó en Europa (jugó en Valladolid y Montpellier). Y el Mágico era un sujeto muy folclórico, tan imparable como poco profesional. Eligen gente con trayectorias importantes y trascendencia universal. Bochini fue un genio, el futbolista argentino que más cerca estuvo de Maradona y Messi. Pero tampoco actuó en Europa y eso lo posterga, aunque fue más que algunos de esos veinticinco.

La nómina incluye tres laterales de Brasil: Nilton Santos, Carlos Alberto y Cafú. Con todo respeto, Roberto Carlos fue superior a los tres, y no está. Carlos Alberto destacaba por su prestancia y Cafú por su ida y vuelta, pero Roberto Carlos hacía de la banda una autopista, era un atacante más, marcaba goles y tenía un disparo que era la bomba atómica. Imposible poner a nadie por encima suyo.

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Lucho Suárez es el más destacado jugador uruguayo de siempre. Por muy lejos. Triunfó en Holanda, Inglaterra, España, descolló en los Mundiales, en las Copas América... No está. Y que no sea campeón mundial no significa nada. Ocurre que existe una glorificación quizás desmedida del ayer. Recordamos un comentario de un lector de Marca.com aparecido en noviembre de 2014 que nos resulta interesante, acerca de una comparación que se hacía entre Romario y Neymar, en la que se decía que el gran goleador de los 80 era mucho más que Neymar, algo discutible, Romario era un jugador sólo de área, definidor sabio, astutísimo, pero goleador y punto. El forista Ritchie respondía a otro internauta que exaltaba a Romario: “Salmonido, respeto tu opinión, pero el otro día he visto el video de un partido de Romario con el Valencia. Ha metido un golazo, pero me ha sorprendido la cantidad de balones que perdió. Creo que exageramos con los cracks del pasado. Recordamos solo los buenos momentos, y eso no es malo, pero es lo que tiene la nostalgia, nos nubla la realidad. No estoy tan seguro de que Romario sea superior a Neymar. Veremos, démosle tiempo”.

Foto: El Universo

En el mismo sentido, un lector costarricense identificado como Carlino opinó en el diario La Nación (de Costa Rica), en pleno Mundial de Brasil, que la selección de antes era mejor que la de ese momento, que compartió la primera fase del Mundial con Inglaterra, Italia y Uruguay (tres campeones del mundo) y ganó invicta su grupo; la de Keylor Navas, Bryan Ruiz, Joel Campbell, Óscar Duarte, Christian Bolaños... Otro lector -Rojas- le contestó: “Carlino, a la selección de ‘antes’ la agarra esta y le mete 40 goles. Antes se jugaba parado. Ahora si un man no corre 10 kilómetros por partido es porque es portero. No sobreviviría al ritmo infernal al que se juega. En su tiempo fue un futbol... digamos decente (porque nunca ganaron nada), pero ahora no pasarían siquiera de la eliminatoria con Bélice”. El contrapunto se dio el 23 de junio de 2014. Lo que Rojas olvidó decir es que esa Costa Rica de Jorge Luis Pinto, además de correr y mostrar una magnífica mentalidad competitiva, llegó a jugar muy buen fútbol en el Mundial, venciendo a Uruguay e Italia, e igualando con Inglaterra y Holanda. Se retiró invicta. La de “antes” posiblemente hubiese sido goleada impiadosamente en los cuatro partidos.

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Alberto Spencer Herrera, en el recuerdo como leyenda ecuatoriana del fútbol. Foto: Archivo

También mucha gente en Ecuador piensa que el mejor fútbol ecuatoriano era el de hace sesenta o setenta años, cuando recibía muchas goleadas a nivel selección y sus clubes no figuraban internacionalmente. Ahora va seguido a los Mundiales, derrota a los grandes y sus clubes pelean títulos continentales. Una realidad indiscutible. (O)