“Neymar renovó su contrato con el PSG hasta junio de 2025”. Por unas horas, el anuncio parará la eterna novela de sus posibles transferencias. Es el único futbolista de la historia que está en el mercado los 365 días del año. La Neymar Sports Marketing y su entorno son una industria sin descanso: lanzan bolas en todas las direcciones para tener siempre en vilo al club que lo tiene contratado. Y mantienen el run run, que acerca contratos. La misma política de Jorge Mendes para sus representados: que se hable, de los abdominales, de la colección de autos de lujo, del yate, de la mansión acondicionada como gimnasio, de los millones de seguidores en Instagram... Que se hable. Es lo que sostiene la cotización del producto, aunque ese producto no rinda en la cancha en relación a lo que cobra o lo que costó.

El Paris Saint-Germain perdió una vez más la posibilidad de ser campeón de Europa, que en el caso del brasileño es el cuarto intento fallido, pues ya está finalizando su cuarta temporada allí. Recordemos que se fugó de Barcelona enarbolando dos objetivos: 1) que quería ser el número uno del mundo para lograr de una vez el Balón de Oro y 2) iba como el factor diferencial para que por fin el PSG conquistara la Orejona. Para eso pagaron 222 millones de euros por su pase, más altísimas comisiones y un contrato de fábula de 37 millones anuales.

Ney no ha logrado ninguna de las dos cosas. Más que eso, estos cuatro años en Paris le han quitado repercusión dado que la Ligue 1 es muy inferior en cartel a las de España, Inglaterra, Alemania e Italia. Lo ha alejado del Balón de Oro: pasó de ser el tercer mejor futbolista del mundo -indiscutiblemente- a no figurar ni entre los treinta nominados al premio de France Football (y jugando en Francia).

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Boca fue a hacer la siesta, Barcelona aprovechó

La nueva eliminación del equipo parisino de su obsesión -reinar en Europa- le pegó duro especialmente a él. Cantidades de voces se alzaron en su contra. France Football lo definió como “insoportable, egocéntrico y catastrófico”, le adjudicó una nota 2 por su desempeño y se preguntó: “¿Era realmente necesario hacer seis toques de balón cada vez que le llegaba?”. Fabio Capello, que va siempre al hueso y no se muerde la lengua con nadie, comentó para Sky Sports y lo retrató: “Esperaba que pudiera hacer algo, ser más decisivo y decidido. No actuó como líder. Intentó demasiados regates inútiles en zonas equivocadas. Un líder lleva al equipo hacia un resultado. Hablaba demasiado”. En Brasil, donde tiene la mayor cantidad de detractores, también fue blanco de fuertes críticas.

“No me importa más el Balón de Oro”, declaró Ney antes de enfrentar al Manchester City. Pero los responsables de la multinacional que gestiona su imagen y sus negocios no piensan igual. La estatuilla podría generarles enormes ingresos futuros. Además, quien es Balón de Oro lo es para siempre. A un ganador se lo presenta así: “Hristo Stoichkov, Balón de Oro 1994”, “Jean Pierre Papin, Balón de Oro 1991”. Es un título de nobleza futbolística para toda la vida. Aún le queda la Copa América para hacer la diferencia en un año que le ha sido especialmente adverso. El viernes ganó el Lille y dio un paso gigante hacia el título de liga en Francia. Si triunfa en las dos jornadas que restan le arrebatará el cetro al PSG, ganador de siete de los últimos ocho. O sea, el club franco-catarí se quedaría sin liga y sin Champions. Mala temporada para un plantel costosísimo.

El fútbol es hacia adelante

“Si Neymar se hubiera quedado en Barcelona, estoy seguro de que habrían ganado dos o tres Champions más. Aquella delantera, con Messi y con Suárez, es el trío más imparable al que me he enfrentado nunca”, dijo Guardiola esta semana. “La de salir del Barcelona para ir al PSG es la peor decisión de toda la historia del fútbol”, considera Fernando Kallás, periodista brasileño afincado en Madrid. “Neymar al PSG: historia de una catástrofe colectiva”, analizó Toni Juanmartí, colega del diario Sport, de Barcelona. Tal cual: él perdió de seguir en la cúspide de la consideración mundial y de ganar títulos para ir a un medio con menos resonancia y donde ha tenido decenas de conflictos, en su propio vestuario, con los rivales, con la prensa y con árbitros. Su personalidad no encaja en la de los franceses. El PSG ha invertido, hasta el momento, 500 millones de euros en Neymar sin obtener lo que deseaba. Y el Barcelona, en manos de Bartomeu, dilapidó el dinero y gastó el triple de lo que recibió en compras improductivas y sin sentido, además de dejar de ser un equipo competitivo.

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Neymar tiene todavía una edad buena para el fútbol, aunque ya está rumbo a los 30 años. Desde los 17 se viene asegurando que será el número uno del mundo. Sigue siendo un jugador encantador, completamente distinto por gambeta, fantasía, ingenio. Pero empieza a sentir algunos factores condicionantes: 1) Cuando entra en el trigésimo año de vida, el deportista ya no evoluciona físicamente, puede mantenerse, pero la parábola empieza un lento descenso. Y se nota: Ney no tiene la misma velocidad de hace cinco o seis temporadas. Antes pasaba y no lo agarraban más, ahora lo alcanzan. 2) Juega más alejado del arco rival, por eso es que está cerrando este curso 2020-2021 con apenas 15 goles, su segunda cifra más baja en trece años de carrera. 3) No ha crecido futbolísticamente, algo que sí es muy propio de los grandes cracks, se tornan más sabios para entender y pergeñar el juego. Ney no agregó matices. Su repertorio sigue siendo el mismo. Y desde que debutó en 2009, nunca había dado menos asistencias que ahora: apenas 7, habiendo tenido temporadas de 27, 25, 22, 16. 4) Las lesiones, que lo han perseguido bastante en su carrera, no lo perdonarán cuando se viene más grande. En los últimos tres torneos de liga ha jugado apenas 17, 15 y 15 partidos. Poquísimo.

Hasta los 33 años y medio permanecerá en el club de la torre Eiffel. Tiene mucho tiempo de revertir cosas. Pero aún no ha triunfado allí. Sucede cuando se prioriza lo económico sobre lo deportivo. Y él fue por dinero. (O)