Ni las lesiones, ni las condiciones casi otoñales, ni un cuadro diabólico, ni las sesiones nocturnas... Nada parece afectar a Rafael Nadal en Roland Garros, torneo en el que se acerca a la inmortalidad tras lograr este domingo su 14.ª Copa de los Mosqueteros.

Y aumenta su récord de títulos de Grand Slam a 22, dos más que sus grandes rivales Novak Djokovic y Roger Federer.

Nadal se llevó el título tras imponerse en la final al noruego Casper Ruud por 6-3, 6-3 y 6-0 en 2 horas y 18 minutos de partido y sumar su 112.ª victoria en 115 partidos disputados en la arcilla parisina. Una cifra difícil de creer, pero a la altura del mayor jugador que haya visto jamás la Philippe Chatrier.

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Valga como dato que de los diez jugadores que más semanas han estado en el número uno de la ATP, todos leyendas de este deporte (Federer, Djokovic, Lendl, McEnroe, Connors, Borg, Agassi, Sampras y Hewitt), suman entre todos... ¡trece títulos!

Pese a no llegar como máximo favorito al título este año, una fractura de costillas en marzo y sus problemas crónicos en el pie izquierdo le habían impedido prepararse adecuadamente, Nadal no dio opción alguna a un Ruud, quien jugaba su primera final de Grand Slam, nada fácil además hacerlo en el ‘jardín’ del español.

Con el rey en las gradas

Sin hacer un partido espectacular, aunque sí dejó algunos golpes marca de la casa, pero con muy pocos errores también, Nadal se llevó el juego y sigue sin perder ninguna final de Roland Garros (14 presencias y 14 títulos).

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Nadal se mostró muy resolutivo con su servicio (82 % de los puntos ganados con el primer saque, por solo el 53 % de Ruud) y letal al resto (55 % de puntos ganados sobre el servicio del noruego), además de hacer más winners (37-16) y cometer menos errores (18-26).

Tras una quincena particularmente fresca y lluviosa, incluido este domingo por la mañana, los astros parecieron alinearse para que Nadal pudiera jugar a descubierto e, incluso, con sol a partir del segundo set. Las condiciones ideales para el español.

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Nadal, vencedor en Roland Garros. Foto: MOHAMMED BADRA

Bajo la atenta mirada del rey de España, Felipe VI, presente en primera línea del palco de autoridades de la Philippe Chatrier, Nadal no tuvo piedad de un rival con el que nunca había jugado en el torneo, pero al que se había enfrentado durante los entrenamientos que, con frecuencia, Ruud realiza en la academia que el español tiene en su Mallorca natal.

Amo de la arcilla

Nadal, que afrontaba su 30.ª final de Grand Slam, salió dispuesto a no dejar disfrutar del momento a Ruud, que nunca se había visto en semejante situación. Ganó fácilmente el primer juego y provocó el primer break en el segundo con un tenis rayando la perfección.

Y cortó rápidamente cualquier conato de reacción del noruego, como cuando perdió el servicio en el tercer juego, más por deméritos suyos (hizo dos dobles faltas) que por méritos de Ruud, para recuperar el quiebre inmediatamente y cerrar el primer parcial en 48 minutos (6-3).

Pasados los nervios del inicio, Ruud comenzó a soltar el brazo en el segundo parcial, aguantar los peloteos a Nadal y aprovechar la ocasión para ponerse con ventaja (1-3) con un break que el español cedió con otra doble falta.

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Pero el español volvió a subir su nivel de tenis y ganó cinco juegos consecutivos para adjudicarse el segundo parcial, otra vez por 6-3, y quedar a un solo set del título.

Y la tercera manga no tuvo historia (6-0). Nadal se sabía campeón y a Ruud, el jugador con más victorias en arcilla en las dos últimas temporadas, no le quedó otro remedio que reconocer que ‘rey de la tierra batida’ solo hay uno. Sin discusión. (D)