El Tour de 2021 está abonado a la emotividad. La victoria del Juilan Alaphilippe, el campeón del mundo e ídolo local; la del holandés Mathieu van der Poel, el nieto de Raymond Poulidor, el ciclista más querido en Francia; y este martes el triunfo del británico Mark Cavendish.

El ciclista de la Isla de Man sumó a sus 36 años su triunfo número 31 en la ronda gala y lo hizo tras haber superado una travesía del desierto que a punto estuvo de apartarle de la bicicleta. Sus lágrimas en la meta de Fougères fueron la prueba de lo importante que fue para él volver a ganar.

Del olvido más absoluto pasó a protagonizar de nuevo los focos en una carrera donde solo el belga Eddy Merckx tiene más victorias parciales que él.

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Durante años, el británico no ha sido el ciclista más querido. Su carácter osco, agresivo, provocador le alejaron del aficionado y tampoco se hizo muchos amigos en el pelotón. Ahora, convertido casi en una leyenda, su triunfo enternece.

Cavendish, el corredor que hace unos meses rogaba un contrato, que se codeaba con la depresión y miraba de frente a la retirada, regresó por la puerta grande en el escenario de sus mayores glorias.

“El año pasado fue difícil, estaba en un agujero. Pero he vuelto a ganar. Es una lección para todos aquellos que atreviesen algo parecido, nunca hay que bajar los brazos”, señaló.

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Ganó en Fougères, donde ya había firmado en 2015 un triunfo, pero es que hay pocas ciudades en Francia con nombre de esprint donde no haya inscrito ya su nombre.

Su victoria número 31 tiene mucho de milagrosa. A sus 36 años sus piernas no son las más potentes del pelotón, pero la carrera ha seleccionado ya algunos nombres y el australiano Cabel Ewan, el más fuerte según todos los pronósticos, se marchó la víspera con una clavícula fracturada.

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Al Tour, de rebote

Al británico le queda su instinto y su experiencia y fueron suficientes para ganar a la juventud que viene apretando fuerte.

Cavendish encontró en el equipo Deceuninck-Quick Step el ambiente adecuado para volver a sentirse importante, pero hasta hace poco más de diez días ni siquiera sabía que estaría en el Tour.

“Sabía que firmando por el equipo de Sam Bennett no tendría opción de regresar a la ronda gala”, dijo el corredor. El irlandés es el esprinter número 1 del equipo belga, con sus dos victorias en la pasada edición y el maillot verde de la regularidad en París.

Pero su estado de forma no era bueno y a última hora el equipo apostó por Cavendish, que estaba a punto de viajar a Italia para seguir entrenando.

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La alegría por reencontrarse con su carrera favorita fue total, aunque todavía tenía mucho que demostrar para devolver al Deceunnick la confianza que le dieron.

Cavendish vuelve de lejos. Desde 2016 no levantaba los brazos en el Tour, del que estuvo ausente las dos últimas ediciones. “Cinco años son muchos, pero me doy cuenta de que el Tour es algo especial”, aseguró.

El ciclista en activo que más victorias tiene en el Tour, sabe mejor que nadie lo difícil que ha sido cada una de ellas. “Cuando gané la primera en Chateaurroux (en 2007) ya pensaba que había logrado mi sueño. La gente olvida lo difícil que es ganar, y más en el Tour. Pero eso es lo que convierte en grande la vida que tengo”.

Cavendish tendrá todavía otras oportunidades de engrandecer su palmarés. Está a tres triunfos de Merckx en la ronda gala, pero la emoción le impide ver más allá del momento.

“Esta carrera te cambia la vida. Todo es muy grande. No hace ni media hora que he ganado y ya me preguntan por Merckx. Es increíble”, señaló antes de volver a llorar de la emoción. (D)