ocas veces una rivalidad dio tanto que hablar como la que protagonizaron los Chicago Bulls y los Detroit Pistons a finales de los años 80 y principios de los 90. Los Bad Boys impusieron su juego físico hasta que Michael Jordan y sus Bulls se quitaron esa roca del zapato y eliminaron a su archienemigo en 1991.

Esa serie fue memorable por muchos factores, pero el más importante fue que los Pistons se negaron a estrechar la mano de los Bulls después de que estos los barriesen en las finales de la Conferencia Este. Hasta el día de hoy ese sigue siendo uno de los momentos más desagradables en la historia de la NBA, publica diario Marca de España.

Sin embargo, ni un solo jugador de los Pistons ha mostrado remordimiento en todos estos años. Se enorgullecían de eso y nada cambia para ellos. Por ejemplo, Rick Mahorn, uno de los más malotes de los Bad Boys, un jugador escaso de talento que repartía de todo menos caramelos, se mantiene en esa postura y, con el paso de los años, sigue pensando que no hicieron nada malo.

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“Que se jod...”, dijo Mahorn en el programa de Dan Le Batard, vía Jesse Pantousco of audacy. “Nunca doy la mano cuando pierdo un campeonato. Hombre, olvídalo”. Esa era una tradición para Mahorn, y siempre la mantuvo. Ni siquiera los Bulls liderados por Jordan pudieron cambiar eso. “Si quieres hablar de un chico malo, aquí tienes uno”.

Los Pistons se ganaron una reputación de sucios en la NBA gracias a su estilo de juego, haciendo muchos enemigos en su exitoso camino. Chicago fue uno de ellos, y que no quisiesen darles la mano los de Detroit fue la mayor victoria de todas para el equipo de Phil Jackson.

Los Bad Boys tuvieron una buena racha, pero después de esa serie ya no pudieron competir por jugar unas finales, con Jordan robándoles la antorcha y llevando a sus Bulls a conquistar seis campeonatos en ocho años. (D)