En el 2002, bajo la alcaldía de Jaime Nebot, se dio a conocer a la ciudadanía un acuerdo municipal donde se establecía la fecha oficial de la fundación de Guayaquil, la cual se basa en el asentamiento del 15 de agosto de 1534 realizada por Diego de Almagro al pie de la laguna de Colta en el valle de Liribamba en Riobamba.

De todos modos, se mantuvo como fecha de celebración el 25 de julio, con motivo de las fiestas del apóstol Santiago el Mayor, patrono de la ciudad. Por lo tanto, el director de Cultura de la Municipalidad, Melvin Hoyos, explica que lo que se recuerda hoy es el proceso fundacional de Guayaquil. Lo que resume las diferentes fechas de los reasentamientos y hazañas de los conquistadores.

Sin embargo, por muchos años, e incluso en la actualidad, se piensa que el fundador principal de la ciudad es Francisco de Orellana, español que realizó el último asentamiento en el Cerro Verde el 25 de julio de 1537. Avenidas, colegios y barrios llevan su nombre y hasta un busto de bronce en su memoria reposa en la Plaza Colón.

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Hoyos explica que esta confusión se inicia en 1929 cuando una comisión del cabildo porteño conformada por historiadores de la época concluyeron que la fundación definitiva fue la de Orellana, sustentados en una probanza que este presenta al rey para conformar un territorio sobre el cual él gobernaría. “La respuesta provocó que todos los libros y todos los datos que se estudiaran a partir del año 1930, con respecto a la fundación de Guayaquil, los cogieran y los asociaran directamente con Orellana”, agrega.

Información que califica como ‘arcaica’, pues en 1955 esta teoría sería cuestionada por Miguel Aspiazu Carbo, el primero en señalar la relación entre Santiago de Quito y Santiago de Guayaquil, precisando que la misma ciudad tuvo varios traslados hasta llegar al sitio en que se levanta ahora.

“A Aspiazu hay que darle el mérito de haber planteado la tesis correcta de la fundación de Guayaquil”, sostiene Ángel Emilio Hidalgo. El historiador cree que la misma sociedad es la que no ha querido aceptar el descubrimiento revelado en 1955. “Quedó en la tradición y en la memoria social de los guayaquileños la idea de que el fundador fue Orellana”, comenta.

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En tanto, el historiador Willington Paredes subraya que “en nuestra ciudad no hay una práctica de revisionismo histórico, de un ejercicio crítico y analítico, sino el apego a una tradición”. Considera que relacionar la fundación con un solo personaje es algo inevitable porque los relatos oficiales antiguos son los más difundidos. Paredes coloca al conquistador español como un hombre con espíritu aventurero, marcado por intereses personales y que se movía con proyectos donde tenía coincidencias y diferencias con Francisco Pizarro. “Aquí tiene un hombre que aunque está subordinado no se somete a una directiva (...) tiene el perfil de un caudillo”, alega.

Algo en lo que coincide Hidalgo quien lo ve como un buscador de tesoro, ambicioso. “Realmente Francisco de Orellana ha pasado a la historia porque para los españoles descubrió el río de las Amazonas”, apunta. (I)