El número 24 de nuestra serie sobre los pensadores más importantes de la historia está dedicado al filósofo danés.

Sören Kierkegaard nació en Copenhague el 5 de mayo de 1813 y murió en esa misma ciudad el 11 de noviembre de 1855, a los 42 años. Pese a ello, su obra fue prolífica y variada, aunque con un énfasis particular en el tema religioso y, especialmente, en el cristianismo.

Poco antes de cumplir 20 años, el joven Kierkegaard vivió el primero de sus grandes ‘terremotos’ espirituales, que le dejó la idea de que la melancolía que caracterizó a su padre, que había maldecido a Dios, era producto de una maldición de la divina Providencia sobre su propia familia. Poco tiempo después de esto murieron todos los miembros de su familia, excepto el padre, hecho que marcó definitivamente su vida.

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Considerado por muchos no exactamente un filósofo sino un profundo ensayista que generó, un siglo después, lo que se conocería como el existencialismo, pues opuso la filosofía especulativa a la filosofía sobre la existencia concreta.

Kierkegaard dio lugar privilegiado a la existencia y postuló que esta no depende de la esencia, en torno a la cual operan otras formas de filosofar. La existencia es real, no es del universo de las ideas, porque si fuera ideal no sería existencia, sino esencia. La esencia se puede pensar, la existencia es indefinible, y hasta cierto punto es no pensable.

Para él, la verdad no es ‘el puro pensamiento’. Es existencia subjetiva, es la subjetividad misma. La obra de Kierkegaard se plantea como opuesta a la sistematicidad que caracteriza a otros filósofos, y a las fórmulas, aunque finalmente cae en ellas de manera inevitable. Este filósofo fue ridiculizado en vida por ser jorobado y tener una pierna más larga que la otra.

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Verdades que no son eternas, pero lo parecen

“La pureza del corazón consiste en desear una cosa”.

“Dejemos con toda libertad a los sabios el privilegio de no contradecirse nunca”.

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“La angustia es el vértigo de la libertad”.

“Si te casas, lo lamentarás. Si no te casas, también lo lamentarás”.

“El tirano muere y su reino termina; el mártir muere y su reino comienza”.

“Así como el animal en cautividad recorre a diario la jaula para desentumecer sus patas o mide la longitud de su cadena, así mido yo la longitud de la mía, remontándose hasta la muerte, para desentumecer mis miembros y hacer más llevadera la vida”.

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Acercándonos a la filosofía

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Próximas entregas:

Thomas Hobbes: 6 de febrero

Simone de Beauvoir: 13 de febrero (I)