Llevada magistralmente por la actriz alemana Sandra Hüller, la película Anatomy of a fall (Anatomie d’une chut), ganadora de la Palma de Oro de la edición 76 del Festival de Cannes, se enmarca en un drama judicial dirigido por la francesa Justine Triet, que disecciona meticulosamente la crisis de una pareja que desemboca en la muerte sospechosa del marido.

Con una duración de 2 horas y 30 minutos, la cinta fue coescrita por Triet y su pareja, el actor y director Arthur Harari.

Pero es más grande que una película judicial”, dijo a la AFP la directora de 44 años, que ha rodado cuatro películas hasta ahora, siempre en torno a personajes de mujeres. “Siempre he hecho películas sobre mujeres. Esta vez, es alguien que no es fácil de entender”, añadió.

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La película “explora una vez más la familia y la pareja: ¿cómo estamos juntos? ¿Qué nos damos a nosotros mismos? ¿Qué nos debemos a nosotros mismos?”.

El protagonista es depresivo y conduce a la familia (su esposa y un hijo deficiente visual) a un callejón sin salida en ese chalet aislado en plena montaña. Mientras que el personaje de Hüller (una escritora) “asume su libertad, su sexualidad, sus elecciones de vida. Es fuerte y eso provoca sospechas”, explicó la directora.

¿El esposo se suicidó o ella lo mató? No hay ningún testigo, así que el juicio lo protagonizan tanto la viuda como su abogado y el fiscal. Hasta que una declaración del hijo, interpretado con gran convicción por un joven actor (Milo Machado), provoca el desenlace.

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Según relató, Triet construyó la cinta como un rompecabezas en el que el espectador se proyecta desde la primera escena, cuyo significado entiende solo tardíamente. “Esta película es como meterse en el cerebro de esta mujer tratando de entender quién es como mujer, como madre, como artista”, agregó.

Las escenas del juicio son centrales, llevadas por el enfrentamiento entre el fiscal general (Antoine Reinartz) y el abogado del acusado (Swann Arlaud).

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La directora, la tercera mujer en ganar el máximo galardón de Cannes, comentó además que estaba muy interesada en la justicia cinematográfica: “El juicio es un lugar donde deliramos sobre la vida de las personas, donde el discurso está distorsionado. Es el lugar donde comienza la ficción”. Su estreno está previsto para agosto en Francia.

La cineasta que escucha a las mujeres

En apenas cuatro películas y otros tantos retratos de mujeres, la directora Justine Triet se ha labrado un nombre en el cine de su país. Nacida el 17 de julio de 1978 en Fécamp, Justine Triet creció en París. “Mi madre tuvo una vida bastante compleja, trabajando y criando a tres hijos, dos de los cuales no eran suyos. Mi padre estaba muy ausente”, recordó para la AFP.

En 2007 realizó su primer documental, Sur place, sobre unas manifestaciones estudiantiles en Francia. Pero fue La batalla de Solférino la que causó sensación en Cannes en 2013, cuando se programó en una selección paralela del festival.

Un año después, esta película, rodada en medio de la multitud el día de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales francesas, fue nominada a los Premios César del cine francés en 2014 en la categoría de mejor película.

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Adicta a las series de televisión, la directora ve consagrada su reputación con el filme Los casos de Victoria (2016), que cerca de 700.000 espectadores acudieron a ver en Francia. En 2019 estrenó El reflejo de Sibyl.

Si bien dice ser “instintiva”, su cine, que no deja nada al azar, es muy reflexivo, “cuestionando mucho las relaciones entre hombres y mujeres, que están en el centro de nuestras vidas”.

El cine debe contribuir “a la revolución social” feminista, asegura. “Durante mucho tiempo, cuando veía películas, pensaba que era el niño, me identificaba con el papel masculino”, por falta de papeles femeninos fuertes.

“Necesitamos historias hechas por mujeres, dirigidas por mujeres, juzgadas por mujeres. Todavía estamos muy lejos de la paridad”.