El poeta Heinrich Heine comentaba que Alemania era la tierra propicia para las brujas, los horrores del delirio, de golems, de fantasmas y de ensoñaciones febriles, y de esas ensoñaciones hace 100 años nació de la cámara del director Friedrich Murnau, Nosferatu, el vampiro.

Murnau está considerado el profeta del cine alemán por su virtuosismo y su tendencia a explorar lo fantástico y tenebroso de la psiquis alemana. En 1922 la productora Prana Films le pone a cargo de el ambicioso proyecto de llevar a la pantalla grande una versión de la novela Drácula de Bram Stoker.

Para evitar pagar los derechos de autor, el guionista Henrik Galeen cambia completamente los nombres de los lugares y de los personajes, trasladando la trama a la zona rural de Alemania. Murnau con la ayuda de su director de fotografía Fritz Wagner construyen un híbrido fílmico que se desmarca un poco del expresionismo alemán, tan proclive a usar decorados artificiales, para filmar por primera vez en exteriores naturales de Alemania y Rumanía.

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La película es dotada por Murnau de un amplio sentido de horror y de la omnipresencia del mal cuya esencia física es la figura del conde Orlock, pues este vampiro físicamente es la representación de la decadencia y de la fealdad.

El clima de horror va subiendo de estado mientras más avanza el filme y tiene puntos álgidos en dos escenas maestras, una cuando el vampiro hace sentir su presencia amenazante y mortífera en el barco que lo esta trasladando al continente, presencia acompañada de montañas de ratas que invaden la cubierta.

La otra escena es más tenebrosa todavía, y es cuando se presencia el desfile de personas llevando ataúdes en una ciudad donde el monstruo ha extendido su poder y esparcido el mal de la peste. Esta pavorosa escena ha sido imitada en varias ocasiones y no solo eso, sino que para la ensayista Lotte Eisner es una especie de profecía de los horrores que Alemania y el mundo serían testigos en los años venideros.

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El manejo de las luces oscuras y tenues transmiten una sensación de opresión y angustia algo tan típicamente expresionista y aparte de eso, esta cinta sentaría la base de uno de los subgéneros más rentables del cine, el del vampiro.

Visualizar esta obra de Murnau a los 100 años de haber sido estrenada sigue haciendo estremecer y más cuando se conoce la historia que mas adelante iba a pasar en el mundo y sobre todo Alemania, que pronto se dejaría seducir por un poder más destructor que el del vampiro. Un clásico imperecedero.

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Evolución del horror vampírico

Friedrich Wilhelm Murnau (1888-1931) fue un director de cine alemán. Foto: Wikipedia.

El vampiro es uno de los personajes mas emblemáticos de la cultura popular, los jóvenes lo han adoptado como el preferido en sus tertulias o gustos. Pero su origen en la prehistoria del cine actual no tiene nada que ver con los personajes de la saga literaria y fílmica de Crepúsculo o de los vampiros adolescentes de las series streaming, guapos, con cuerpos tuneados, aquí su evolución física en el cine.

Nosferatu, una sinfonía de horror realizada en 1922, nos presenta por primera vez la imagen del vampiro en el cine, y es que la presencia del actor Max Schreck no tiene nada que ver con el conde Drácula de la novela de Stoker. Del atildado conde, Murnau no deja nada, lo que presenciamos es un ser abominable, macilento, de orejas puntiagudas, garras en lugar de uñas y unos caninos espantosos.

Cuando llega el sonoro, el vampiro da un salto al nuevo continente, a EE.UU. específicamente. Los estudios Universal no quieren repetir la cinta alemana, y arman su propia adaptación de Drácula. Para Universal el vampiro no debe causar espanto, más bien es un ser que debe seducir, y para lograrlo su físico debe ser atractivo, por eso el papel cae en un actor húngaro llamado Bela Lugosi. Si la cinta de Murnau crea el mito del vampiro en el cine, el monstruo de Lugosi y Universal estrenado en 1931, establecen definitivamente la figura del vampiro seductor, elegante y aristócrata, pues el Dracula de Lugosi transmite seguridad y romanticismo a un alto nivel.

El estilo Lugosi es casi una marca que desde ese momento todo vampiro fílmico debe tener, pero llegaría un nuevo cambio estético y es el que aporta Cristopher Lee con la productora inglesa Hammer. El actor británico aportaría una presencia más amenazante y sobre todo le da el aire de erotismo salvaje y de alto voltaje sexual a su personaje. Ayudado por sus casi 2 metros de estatura, de una delgadez elegante y una mirada penetrante, para millones de fans el Drácula de Lee es el conde por excelencia y su puesto no ha podido ser llenado jamás.

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Hoy las producciones tanto de cine como tv nos muestran hasta la saciedad vampiros adolescentes con temáticas pueriles y de poca trascendencia alejadas del mito original, pues este se basaba en que el vampiro a pesar de ser un seductor en la realidad eran un monstruo, un depredador despiadado y con sed de sangre insaciable.