El compositor y letrista norteamericano Jonathan Larson era una fuerza de la naturaleza. Alto, desgarbado, con una maraña deforme de cabello negro y con la ambición de incendiar los 90.

Escribía durante ocho horas casi todos los días”, recordó una vez su amiga Victoria Leacock. “Se negaba a escribir jingles para empresas cuya política o ética no aprobara, o a aceptar dinero por hacer cualquier tipo de trabajo para esas empresas. Prefirió, en cambio, servir mesas”.

Y eso es lo que hizo durante 10 años, sobreviviendo miserablemente en West Soho, mientras soñaba con convertirse en compositor de Broadway.

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Cuando finalmente llegó su momento, no podría haber sido más grande. El innovador musical Rent, anunciado como “la ópera rock de los años noventa”, ganó un premio Pulitzer y el premio Tony al mejor musical, y finalmente se convirtió en el undécimo espectáculo de mayor duración en la historia de Broadway, con 12 años en cartelera.

Pero Larson nunca llegó a verlo. Murió de un aneurisma aórtico una mañana en la víspera del preestreno de la pieza en el circuito fuera de Broadway, en enero de 1996, con solo 35 años.

No dejó mucho más para explorar, excepto por un musical de ciencia ficción no producido, Superbia, y un espectáculo de un solo hombre, Boho Days, sobre su fracaso para lograr que Superbia se hiciera. Después de su muerte, ese soliloquio de rock fue reutilizado como una pieza de tres actores y se convirtió en un éxito, bajo el título Tick, Tick... ¡Boom!

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Ahí es donde llega el director Lin-Manuel Miranda cuando nos presenta en Netflix la adaptación cinematográfica con el mismo nombre del musical semiautobiográfico, en su debut directoral. Tick, Tick... ¡Boom! (la película), protagonizada por Andrew Garfield como Jonathan, ahora cautiva a las nuevas generaciones sobre su vida y lo que pudo ser del frenético y prodigioso Larson.

Un talento natural

Jonathan Larson nació el 4 de febrero de 1960 y creció en White Plains, un suburbio de Nueva York. Él y su hermana Julie estuvieron expuestos a las artes escénicas desde muy temprano. Su padre Allan dijo una vez : “Le estaba cambiando el pañal y comenzó a cantar Yellow Bird. Afinado”.

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Larson pasó su juventud entre clubes de teatro y lecciones de música, estudiando varios instrumentos y protagonizando muchas de las producciones teatrales en su escuela secundaria.

Luego ganó una beca para la Universidad de Adelphi, donde fue un prolífico actor, escritor y compositor. Larson dijo que su trabajo se inspiró en la música de Billy Joel, Nirvana, The Beatles y Stephen Sondheim (el autor de Sweeney Todd). Su gran sueño era combinar todas estas influencias en una sola. Durante estos años, Larson se acercó a Sondheim quien se convirtió en su mentor por el resto de su vida (Sondheim falleció el año pasado y en la película de Miranda fue interpretado por Bradley Whitford).

Después de graduarse en 1982, Larson se unió al sindicato de quienes trabajan en representaciones teatrales en vivo y se mudó a la ciudad de Nueva York. Tal como aparece en la cinta Tick, Tick... ¡Boom!, vivía en un apartamento pequeño sin calefacción y se las arreglaba atendiendo mesas en el Moondance Diner (el mismo restaurante donde trabajaba Mónica Geller de Friends y Mary Jane Watson de Spider-Man con Tobey Mcguire). Cultivó un grupo cercano de amigos y, tristemente, vio a varios fallecer a varios causa del Sida antes de los 30 años.

Nace una estrella

En 1989, Larson decidió crear un musical autobiográfico sobre estar en la cúspide de los 30 en los albores de una nueva década. Lo tituló 30/90. El espectáculo refleja sus frustraciones por la falta de éxito en su carrera o en el amor, hasta que su mejor amigo le dice que es VIH positivo.

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Después de que una reacción mixta tras una presentación preliminar, el programa no se produciría hasta después de 1990, por lo que Larson cambió el título a BoHo Days, para basarlo en la vida en su vecindario, “debajo de Houston Street”, así como para empatarlo con la vida bohemia.

Sin embargo, como nadie más entendía el nombre, lo cambió por última vez como Tick, Tick... ¡Boom! Larson interpretó este musical de rock unipersonal múltiples veces y después de su muerte, el dramaturgo David Auburn transformó el espectáculo en un musical de tres personas.

Cuando a sus amigos les empezaron a diagnosticar Sida, Larson decide que quería escribir algo menos personal para poder abordar la crisis del síndrome de inmunodeficiencia adquirida de manera más amplia.

Coincidentemente, le presentaron a Billy Aronson, un guionista con la idea de crear una actualización de comedia musical de La Boheme, ambientada en el Upper West Side. Los dos comenzaron a colaborar, pero Larson sintió que el escenario debería cambiar al Lower East Side e ilustrar más directamente el impacto del VIH (el Upper West Side es más residencial y familiar, el Lower East Side es más joven y moderno, con pequeños locales independientes).

En La Boheme, los personajes son artistas pobres que luchan contra la miseria y la tuberculosis. Larson pensó que estos elementos se traducían bien en la epidemia de Sida y el Lower East Side. Larson y Aronson se separaron amistosamente en 1991 y Larson se hizo cargo de todo el proyecto. Trabajó durante 7 años y la iniciativa se convirtió en su obra más famosa: Rent.

Ocaso estelar

La noche anterior al estreno de Rent, en el circuito denominado fuera de Broadway, Larson fue a casa y puso una tetera a calentar agua para prepararse una taza de té que nunca llegaría a beber.

El compositor murió repentinamente de una disección aórtica. La causa fue el síndrome de Marfan no diagnosticado.

Larson había estado sufriendo fuertes dolores en el pecho y mareos en los días anteriores, pero ni los rayos X ni los electrocardiogramas mostraron signos de peligro y se le diagnosticó erróneamente estrés o gripe.

El elenco y el equipo creativo decidieron realizar el espectáculo el día de su muerte con la bendición de su familia.

“Para los padres, la hermana y los amigos del Sr. Larson, la noche de apertura fue gloriosa y desgarradora”, escribió Peter Marks en The New York Times (aquí la reseña completa, en inglés). “Es el mejor y el peor momento de mi vida”, dijo su hermana, Julie. “Esta obra era Jonathan. Es totalmente mi hermano”.

Rent se convirtió en un gran éxito en Broadway, ganando una veintena de premios, entre ellos el Tony y el Premio Pulitzer, y se convertiría en un fenómeno mundial.

Su talento natural era extraordinario y en su breve tiempo de composición, además de escribir más de 200 canciones, Jonathan Larson cambió el panorama del teatro musical para siempre.

Cuenta la leyenda que después de la primera presentación de Rent, luego de un estruendoso aplauso, alguien en la audiencia rompió el silencio con un “gracias, Jonathan Larson”. Gracias, de verdad.