Disponible en plataformas de distribución digital desde el pasado viernes, A fuego lento es el primer álbum del proyecto liderado por el músico quiteño Mateo Arteaga.

Compuesto por diez canciones, el tema Saltar o morir inicia el camino de esta producción discográfica rindiendo homenaje al título de esta empezando despacio y calmado, hasta que hay un realce encabezado por guitarras eléctricas con distorsión y mucha fuerza. Continuando con Rey, el primer sencillo publicado, se puede percibir que también las guitarras marcan una diferencia del resto de instrumentos, solo que en este caso con efectos de reverberación y modulación de tiempo.

Satori hace notorio un detalle entre la mezcla del ensamble y la voz; a manera personal haría que estos estuvieran en mayor comunión, para lograr un mejor desarrollo sonoro.

Cuadrantidas trae una balada con un piano a flor de piel y una melancólica voz que cambia momentáneamente el estilo que la banda había mostrado hasta ahora.

Mayo y Leah son más cortas y presentan guitarras mucho más fuertes, mientras que Miamor e Inflexión llegan al punk rock y al hard rock, indudablemente.

Para cerrar, Más allá del bien y el mal y Amén vuelven a ese concepto inicial de A fuego lento que La Receta del Caos (@larecetadelcaos) brinda como debut.

Desde mi percepción hay ciertos puntos específicos que podrían mejorar el sonido de los temas; comienzo por mencionar que las baterías tienen muchas frecuencias medias y agudas o como se diría en términos musicales más populares están muy brillosas.

A su vez, las guitarras si bien son lo más destacado por su visceral ejecución e interpretación tienen un volumen muy alto que tal vez hace que las líricas pasen desapercibidas, algo que puede ser perjudicial para Mateo y su labor musical que intenta continuar con la bandera del rock como portaestandarte, aunque en la actualidad esa es una lucha muy complicada, ya que este género no goza de la misma popularidad de años anteriores. (O)