La palabra soniche es muy antigua: consta en el diccionario académico desde 1739 con el sentido de ‘callar, hacer silencio’. Solía emplearse en el lenguaje apicarado de algunos grupos sociales, como en este ejemplo: ¡Soniche! ¡Me marea tanto alboroto!

Según el Diccionario de la lengua española, este término pertenece a la germanía, que es una jerigonza, jerga, argot o lenguaje popular que se emplea en ciertas comunidades de hablantes y se compone de voces del idioma español con significación distinta de la verdadera e, incluso, combina vocablos de orígenes diversos.

El adjetivo gachón o gachona se publicó en el diccionario académico en 1734. Se deriva de gacha, que significa ‘mimo’. De aquí surgen los significados de ‘persona que tiene gracia, atractivo y dulzura’ y ‘niño que se cría con mucho mimo’. Tiene uso coloquial. Ejemplos: «Así iba de uno en otro, alegrándolos con sus chistes, enardeciéndolos con el mirar gachón de sus grandes ojos endrinos…» (Dicenta, s. f., cap. V). Esa niñita es tan gachona que da gusto verla. A veces se emplea con matices peyorativos en algunas regiones hispanohablantes.

El nombre lilaila ingresó al diccionario académico en 1734. Es una haplología del árabe clásico lā ilāha illā llāh, que significa ‘no hay más dios que Dios’, usada como grito de guerra. (La haplología es la eliminación de una sílaba cuando en posición contigua aparece otra igual o semejante en la misma palabra; por ejemplo, de cejijunto resulta cejunto).

‍Este artículo tiene dos entradas en el DLE. La primera se refiere al ‘vocerío de los moros’. En esta acepción, según el contexto, lilaila puede intercambiarse con jaleo, alboroto, bulla y clamor. En la segunda entrada se emplea con los sentidos de ‘tela fina de lana o seda’ y ‘astucia, treta, bellaquería’. (F)

FUENTES:

Diccionario de la lengua española (versión electrónica) y Nuevo tesoro lexicográfico de la lengua española, de la Real Academia Española. Obra autobiográfica (s. f.) de Joaquín Dicenta.