A principios del siglo pasado, ilustres pensadores, artistas y ávidos lectores transitaban sin parar por la calle Al Mutanabbi, una librería al aire libre en el centro histórico de Bagdad que ha sufrido los estragos de la guerra sectaria en los primeros años 2000 y, más recientemente, la pandemia del coronavirus.

Amar Husein, de 52 años, espera sentado detrás del mostrador de la librería Al Nahda, una de las más antiguas de todo Bagdad, a que uno de los pocos transeúntes entren a su histórica tienda, en cuyas estanterías reposan miles de libros de todos los géneros.

La librería, abierta desde 1957, es el vivo reflejo de una calle que Amar describe como “un centro cultural y punto de encuentro de artistas, intelectuales y poetas”, pero que actualmente vive horas bajas tras los años de esplendor que convirtieron Bagdad en la ciudad más ilustrada de Oriente Medio.

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Ahora “Al Mutanabbi está parada”, lamenta el encargado de esta tienda, nacida a lomos de un comerciante nómada que vendía unos pocos ejemplares en las ferias de Irak y establecida posteriormente en este lugar emblemático.

Terrorismo y pandemia

Delante de Al Nahda hay una pila de sacos de cemento, ladrillos y herramientas que son utilizadas para, poco a poco, reconstruir Al Mutanabbi, afectada por la guerra sectaria que ensangrentó el país entre 2006 y 2007, tras la caída del dictador Sadam Husein y la invasión estadounidense en 2003.

Amar relata que la calle ha sufrido “crisis tras crisis”. Quedó completamente destruida en 2007 por la detonación de un coche bomba, en un ataque que se saldó con decenas de muertos y obligó a las autoridades a cerrar la vía durante más de un año.

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Foto: EFE

Al Nahda fue reconstruida al principio gracias a “los esfuerzos personales” y después con la ayuda del Gobierno, pero su encargado asegura que Al Mutanabbi no ha recuperado su esplendor desde los años del terrorismo y ha sentido también las consecuencias de la pandemia.

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“La pandemia ha provocado una congelación” de muchas actividades, entre ellas de los colegios y universidades, lo cual ha reducido todavía más el número de estudiantes que antaño paseaban por Al Mutanabbi, recuerda Amar.

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“La mejor época fue antes de la caída” de Sadam Husein en 2003, afirma, porque “se leía más y no había internet. Solo los libros y la lectura”.

Ahora confía en que la cultura "no muera en Bagdad", pero "le hace falta una renovación", así como más seguridad para que pueda renacer.

Una antigua tradición

“La tecnología nos ha afectado. Ahora, el ser humano vive el momento, no tiene una causa que defender”, dice Ahmed Mohsen, un librero de 50 años que lleva tres cuartos detrás de un carro de libros en Al Mutanabbi.

Este fanático del pensador alemán Immanuel Kant colecciona en su escaparate un amplio repertorio de libros de filosofía, que abarcan desde Sócrates hasta Karl Popper, pero asegura que no los vende “porque no hay demanda” y “ya no se lee mucho”.

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Foto: EFE

Según un conocido refrán árabe del siglo pasado, “El Cairo escribe, Beirut publica y Bagdad lee”, pero el vendedor asegura que es una afirmación “mísera” porque refleja a los iraquíes “como meros consumidores sin creatividad”.

Ahmed contradice ese refrán precisamente con el origen de la calle Al Mutanabbi, nombrada así en honor al ilustre poeta y pensador iraquí del siglo X, cuya estatua se erige solitaria dando la espalda al río Tigris, que fluye al final de esta vía.

Por su parte, Ali Mohamed, el nonagenario regente de Shabandar, una imprenta convertida en cafetería que opera desde 1917, presenta un escenario más optimista y asegura que los intelectuales todavía acuden al lugar porque “la cultura es el alimento del alma”.

“La cafetería es un símbolo cultural que nunca cambió bajo ninguna condición. Por más que cambie Irak o el mundo, este sitio nunca cambia”, sentencia. (I)