Si hay una representación gráfica de lo que es ser un melómano, bien podría ser este encuentro con el historiador y poeta Ángel Emilio Hidalgo, de 49 años, mientras revisaba y ordenaba su colección, en crecimiento, de más de 2.000 discos LP y casi la misma cantidad de discos compactos (CD).

Antes de ser historiador (magíster en Historia de la Universidad Andina Simón Bolívar, miembro de la Academia Nacional de Historia) y desde antes de ser poeta (Premio Nacional de Poesía Ismael Pérez Pazmiño, 1996), el docente e investigador tenía uno de los sueños más comunes de la mayoría de los adolescentes: ser DJ. Y entre las clases que dicta en la Universidad de las Artes, sus estudios culturales y la poesía, también hay tiempo para “la buena música”, como dice Ángel Emilio, y convertirse en su alter ego musical: DJ Quetzal.

La música es otro vehículo con el que el catedrático recorre la historia; en este caso, la salsa es su fascinación, tal como lo ha demostrado en contados espacios donde ha mezclado en vivo para animar a públicos curiosos que buscan nuevas experiencias sonoras en melodías del pasado.

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Con la misma minuciosidad de un bibliotecario (fue director de la Biblioteca Municipal de Guayaquil), el historiador guayaquileño Ángel Emilio Hidalgo almacena sus discos sistemáticamente por país, por autor, por año. Foto: Carlos Barros

En su nuevo poemario, Ángel Emilio Hidalgo se traslada a Acapulco para hablar de amor y desamor

¿Por qué un poeta se convirtió en historiador?

Cuando gané el Premio Nacional de Poesía a los 23 años ya había incursionado en la investigación histórica, por la influencia y por mi fascinación a las historias que mi abuela materna me contaba cuando era niño sobre el Guayaquil de inicios del siglo XX. Mi vocación como historiador nace gracias a ella.

Los mayores en nuestras familias siempre nos cuentan historias. ¿Cómo esto hizo clic para que se convierta en un camino a seguir para usted?

Cuando estudiaba Derecho, en la Universidad Católica, me doy cuenta de que perdía mi tiempo. Me sentaba en las bancas de atrás a escribir poemas y diseñar mis primeras investigaciones históricas, porque yo empecé estudiando la genealogía familiar. Recuerdo que el primer archivo que yo visité fue el de El Sagrario, donde conocí a dos historiadores genealogistas que luego fueron mis amigos, Guillermo de Rubira Orellana y Javier Mancheno. Me interesaba reconstruir un pasado familiar.

¿En qué momento decidió dar el salto como DJ Quetzal?

Cuando era muchacho siempre quise ser DJ. A los 4 años de edad descubrí la música, al escuchar un casete de Ralphy Santi, desde ahí no la pude soltar. Luego yo veía a los DJ en las fiestas en los años 80. Siempre me gustaba ir a las cabinas, pedir canciones y ver cómo hacían este trabajo. Yo me decía “algún día voy a hacer lo mismo”. Ya de adulto pensaba que esa era una carrera frustrada. Pero finalmente me hice amigo de un grupo de DJ salseros, ellos me enseñaron la técnica y comencé a tocar en el año 2018.

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Ángel Emilio Hidalgo y Wilman Ordóñez, curadores de la muestra 'Los montuvios y Guayaquil' que estuvo abierta hasta el 25 de septiembre. Mariuxi García (d), directora del Museo del Cacao. Detrás, obra de Eduardo Kingman.

El origen de la salsa ecuatoriana

¿Cómo empezó su colección de discos?

Más o menos desde 1996 empecé a comprar discos. A los 19 años viajo a España como parte de un programa de intercambio entre universidades latinoamericanas. Allá resulta que sentí una gran nostalgia por mi cultura, por lo que trataba de sintonizar en Madrid las radios que ponían salsa. Cuando regreso me encuentro con un gran almacén que habían abierto en el Policentro, se llamaba Audio y Video. Allí empiezo a comprar CD de salsa, sobre todo de salsa cubana, porque en esos años sonaba mucho en España, sobre todo en las Islas Canarias, Juan Luis Guerra y Los Van Van de Cuba, la más grande orquesta de salsa cubana de los últimos 40 años. Esas fueron mis primeras compras, discos de Los Van Van, Dan Den, orquesta Revé, NG La Banda. No puedo decir que lo hice para ser coleccionista, pero así empecé a comprar discos de salsa.

¿Cierto que antes de ser salsero era roquero?

Bueno, soy de la generación X, nací en 1973, entonces en los 80 era un adolescente y a los 13 años fui a mi primera fiesta con música de rock latino. Me hice fan de bandas como Ilegales, Soda Stereo, Enanitos Verdes. Después fui descubriendo otras, como Caifanes, Héroes del Silencio, Aterciopelados... Entonces también fui comprando discos básicamente en torno a estos dos gustos dentro de la música popular. Por la salsa, por las sonoridades afroantillanas, aunque también compraba discos de música peruana, que también me encanta, la música afroperuana, la música brasileña, es decir, toda la música de origen afro.

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Ángel Emilio Hidalgo en una foto registrada en enero del 2021, cuando fue apuntado director de la Biblioteca Municipal de Guayaquil.

Ángel Emilio Hidalgo, director de la Biblioteca Municipal de Guayaquil: Lo prioritario será digitalizar el fondo antiguo

¿Y por qué Quetzal?

Cuando era niño tenía una fascinación por las aves y una de las que más me llamaron la atención fue el quetzal. Recuerdo que tenía una enciclopedia que mi papá nos regaló a mi hermano y a mí, de vida salvaje, se llamaba Conocer el mundo. Tenía fascículos por países y a mí me gustaba mucho el de Guatemala. El símbolo nacional, que está en el escudo y en la bandera de Guatemala, es el quetzal. Esa diversidad, ese colorido, esa fuerza del quetzal, considerado el rey de las aves en las antiguas culturas mayas, fue lo que más me llamó la atención.

¿Qué opina del reguetón?

No me gusta, porque es el primer género que fomenta la violencia en sus letras, en su estética. Utiliza a la mujer como un objeto sexual, y en ese proceso deja de ser un sujeto, la deshumaniza. Siento que esto es una especie de síntoma de que la sociedad avanza hacia su desintegración, a la fractura del tejido social. Si se promueven estos valores trastocados, son signos de una sociedad enferma.

Pero usted tiene discos de Tego Calderón...

La primera propuesta de reguetón, que fue novedosa, por ejemplo, vino de Tego Calderón, que combinaba estas nuevas sonoridades con la salsa. Es interesante su caso. Tiene un tema que se llama Dominicana, con una estética callejera que reconocía, como los primeros reguetoneros, la influencia de la salsa. Ese primer reguetón me pareció interesante, porque incluía esa herencia con base afroantillana.

Un álbum importante que también se destacó por esto fue Los cocorocos, donde precisamente estos primeros reguetoneros reivindicaban el ancestro salsero, cantando con grandes exponentes de la salsa como Víctor Manuelle y Gilberto Santa Rosa. Había un diálogo interesante con las bases rítmicas y armónicas de la salsa.

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Historiador Ángel Emilio Hidalgo se une a Academia Nacional

¿Qué significa ser historiador en estos tiempos de redes sociales, de lo inmediato y la brevedad?

Ser historiador tiene una función pedagógica. ¿De qué sirve que un historiador se quede en círculos cerrados, en guetos académicos, y no divulgue los resultados de sus investigaciones? Por eso siento que el aporte que podemos dar los historiadores a los jóvenes actuales, que han nacido en el mundo de la virtualidad, es descubrirles un pasado que no tiene que ser visto como algo lejano, sino muy cercano a su propia experiencia y sobre todo en función de reconocerse desde las distintas identidades colectivas.

La historia sirve para hacer un humano más sensible, porque contribuye a la recuperación de valores del pasado, de gente que nos legó importantes realizaciones en todos los campos, como la solidaridad, la generosidad, como el cuidado o el respeto a la tradición a los mayores, y todo lo que implica esto.

Ángel Emilio Hidalgo en el 2017, cuando estuvo a cargo del encuentro '¡Salve, Oh Salsa, mil Veces! ¡ Oh Salsa!' que recorría la historia de la salsa ecuatoriana.

A propósito del 9 de octubre y la independencia de Guayaquil, que se recuerda en este feriado, ¿Cuál debería ser nuestra actitud hacia las fechas históricas?

Estamos desconectados con las fechas históricas, mejor dicho, con la historia, por dos razones principales. Primero, porque nos enseñaron la historia de una forma memorística. Y en segundo lugar, porque la historia que nos enseñaron en la educación básica y media fue la historia política, es decir, la historia de los héroes de las batallas, de los nombres de los presidentes de la República.

No se diversificó la enseñanza, porque implica una noción global de la diversidad de las actividades humanas, como la historia de las clases sociales, de las mujeres, de las élites. No se nos enseñó historia cultural, no se nos enseñó una historia barrial, muy vinculada hacia lo comunitario, mucho más cercana a nuestras experiencias de vida.

La historia como disciplina tiene la función de construir contenidos basados en valores fundamentales, como había dicho. ¿Cuál es el contenido que promueve el proceso independentista de la Revolución del 9 de Octubre? La libertad, la igualdad, la fraternidad, la solidaridad, valores por los cuales nuestros ancestros pelearon y murieron. A través de la educación vamos a lograr que las personas no solo conozcan qué ocurrió el 9 de Octubre de 1820, sino que entiendan cuán importante es hoy por hoy promover sus valores.