“La cultura para el Gobierno nunca fue importante”, señala sin tregua Larissa Marangoni, artista multidisciplinaria que señala que toda administración cultural debe tener un propósito. “En la gestión de Lenín no hubo ningún propósito, su actuar era solo para satisfacer a los amigos con concursos, con proyectos, con cosas que no tenían ningún sentido y ningún impacto”, añade.

Líneas de fomento y planes de contingencia para salvar la cultura en el país, durante gobierno de Lenín Moreno

Ella defiende la idea de una cultura comunitaria, en la que se traspase las líneas de mero entretenimiento. “El artista tiene que trabajar en el barrio, no dar entretenimiento al barrio, porque la gestión cultural es la participación ciudadana dentro de la cultura, no es Netflix (...). La comunidad está ávida de aprender, quiere participar, desde los niños, hasta las personas de la tercera edad; no se quieren sentar a mirar, ellos quieren participar”, resalta la artista.

Y dice que esto parte de un entendimiento de la cultura por parte de las autoridades responsables. “Yo creo que las personas que han estado al mando no tienen una idea comunitaria de la necesidad que el arte tiene de fortalecer una comunidad, de fortalecer un país en su identidad. Todo ha sido muy errático, cero profesionalismo, cero presupuesto...”, afirma.

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Respecto del tema de gestión cultural, la curadora Matilde Ampuero dice: “Ha sido un campo de batalla al que debemos enfrentarnos gestores y actores culturales y, muchas veces, morir en el intento”.

Ampuero señala que en Guayaquil ha habido una absoluta iniquidad. “Las instituciones han sido mínimamente atendidas en sus requerimientos de gastos básicos, al mismo tiempo que han visto reducidos los ‘gastos’ en inversión de proyectos, todo esto antes de la pandemia, no se diga ahora”, afirma.

Además opina que la gestión en torno a temas vinculados con comunidades, investigación de fondos de arte, “fue desestructurada el último año por el Ministerio de Cultura”.

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“No creo que sea la intención del nuevo Gobierno volver a implementar proyectos que visibilicen a la cultura como una producción de la comunidad, todo lo contrario, la nueva ministra ha sido cuestionada por su trayectoria conservadora y su mirada colonialista de la cultura”, añade.

Por su parte, Juan Martín Cueva, cineasta y gestor cultural, considera que se ha desinstitucionalizado al sector. “Voy a ser un poco duro. Me parece que se ha hecho muy poco y que lo poco que se ha hecho se ha hecho muy mal. Me parece que se ha ido para atrás…”, apunta.

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Cueva recuerda que, aunque con errores y falencias, en 2016 se logró expedir una Ley Orgánica de Cultura, que fue violentada, “en particular en cuanto al funcionamiento, a la existencia de dos institutos técnicos de fomento, se los redujo a uno solo por decreto y ese instituto nunca terminó de funcionar adecuadamente”, afirma.

“Según la Ley, deben existir dos institutos de fomento de las artes, uno dedicado específicamente al sector cinematográfico y audiovisual, el Instituto de Cine y Creación Audiovisual (ICCA), y otro encargado de las otras formas de arte, el Instituto de Fomento para las Artes, Innovación y Creatividad (Ifaic); lamentablemente, ambos fueron fusionados en uno solo, el instituto que reemplazó a los dos se llama Instituto de Fomento a la Creatividad y la Innovación (IFCI), que no ha terminado de estructurarse bien ni ha terminado de funcionar correctamente”, agrega.

Piensa que el sector menos atendido durante la pandemia ha sido justamente la cultura y que el mantener sus espacios cerrados acrecienta aún más el golpe. “Las salas de cine, de conciertos, los teatros, lugares donde se producen las artes vivas, las artes escénicas han cerrado o han limitado su aforo o funcionamiento y eso afecta de manera absolutamente dramática al sector, y el Gobierno no ha hecho absolutamente nada. No estoy hablando solamente del Gobierno nacional, sino de los gobiernos locales, la Casa de la Cultura, toda la institucionalidad cultural del país ha estado absolutamente impávida, incapaz de enfrentar un escenario tan crítico, tan complicado como la pandemia”, concluye Cueva.

En esto coincide Ivette Celi, museóloga y especialista en política pública, quien señala que no se han ejecutado protocolos de reapertura de repositorios ni protocolos para la reactivación del sector cultural. “Luego de que pase la emergencia sanitaria, será el último sector en rehabilitarse y reactivarse económicamente y eso es muy grave, porque hay una gran cantidad de profesionales y de trabajadores que dependen del sector cultural para su subsistencia”, menciona.

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En otro tema, menciona que el IVA cero para la producción cultural no fue un logro del Gobierno saliente. “Eso ya venía dándose desde antes de la aprobación de la ley (Ley de Cultura en el 2016), entonces, lo que se hizo fue gestionar la firma del decreto ejecutivo de un proyecto que ya estaba en marcha”, refiere.

Celi dice que lo que el Gobierno tenía que ejecutar era una planificación de continuidad a los logros, aunque pequeños, que ya se habían conseguido en términos de cultura, uno de ellos, el cumplimiento de la Ley Orgánica de Cultura y la instrumentalización del Sistema Nacional de Cultura. “Para poderla ejecutar a nivel institucional y de presupuesto”, menciona.

Considera un logro importante la reapertura del Museo Nacional del Ecuador. Pero dice que falta planificación en el tema del cuidado de los repositorios, concretamente habla de la Biblioteca Nacional Eugenio Espejo, que el año pasado tuvo su reapertura. “Lo único que se hizo fue poner el rótulo de ingreso y decir que ya estaba inaugurada, pero no está funcionando y no tiene acceso”, indica.

Critica además el traslado de los bienes patrimoniales, pues considera se lo ha hecho sin una debida planificación. “Vemos que se quiere enviar los repositorios a la Unasur, que tiene unos costos altísimos que tal vez triplican los costos que originalmente se tenían, entonces, lo más probable es que se queden en cajas todos los bienes que pertenecen a la reserva, una parte de la colección nacional y eso significa el impedimento de la investigación de miles de estudiantes y profesionales que se dedican a la investigación antropológica, arqueológica, historia del arte y demás”.

Para ella, lo más óptimo habría sido rehabilitar estructuralmente el edificio Aranjuez (donde se resguarda actualmente una parte de la colección nacional). “Ese edificio tiene tanta inversión en términos económicos y con la tecnología actual hacer una intervención estructural no es descabellado, y en términos económicos, diez veces menos costoso”, resalta. (I)