La serie surcoreana “El juego del calamar” se ha convertido rápidamente en uno de los mayores éxitos recientes del servicio de streaming Netflix. La trama básica se conoce desde hace tiempo y ha provocado un revuelo mundial que ha sido ampliamente discutido, tanto en forma de elogios como de críticas extremas, debido a sus escenas explícitas de violencia. Sin embargo, el éxito de la serie surcoreana no es singular: se trata más bien del punto álgido de una serie de exitosas exportaciones culturales pop de ese país asiático.

Los más escuchados, premios literarios o película del año

Los nuevos álbumes de grupos de K-pop -o música popular surcoreana- como BTS o Blackpink encabezan las listas de éxitos en todo el mundo. Asimismo, la literatura surcoreana ha sido reconocida internacionalmente: la escritora Han Kang obtuvo el Premio Man Booker por su novela “La vegetariana” en 2016, mientras que su colega, Kim Young-ha, ganó el Premio Alemán del Novela Policíaca en 2020 por “Records of a Serial Killer (Récords de un asesino serial)”. En 2019, la cinta cinematográfica de Bong Joon-ho, “Parásitos”, causó sensación y ganó cuatro Oscar en 2020, incluido el de mejor película del año.

El éxito actual de la cultura pop surcoreana viene de atrás. Ya a mediados de la década de 1990 se acuñó el término hallyu para describir la popularidad y difusión de la cultura contemporánea de Corea del Sur, también conocida como la Ola Coreana, que se extendió primero a otros países asiáticos.

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“El hallyu conquistó rápidamente el mercado chino, pero la industria siempre miró hacia Estados Unidos, donde sufrió muchos fracasos”, explicó Michael Fuhr, investigador asociado del Instituto de Música y Musicología de la Universidad de Hildesheim y experto en K-pop.

Instrucción militar para llegar al éxito

Durante años, las grandes empresas de entretenimiento YG, S.M. y JYP sometieron a niños y adolescentes a un duro programa de entrenamiento, con jornadas de 14 horas de instrucción militar y con la esperanza de conseguir una de las codiciadas plazas en un grupo al final. A finales de los años noventa, grupos como Girls’ Generation, creado por S.M., o Big Bang, creada por YG en 2006, lograron cosechar un gran éxito en Corea del Sur y Japón, pero no lograron dar el salto internacional esperado.

Un hito importante para la irrupción de la música surcoreana en Occidente ocurrió el 2012: la canción “Gangnam Style” del rapero Psy se convirtió en un éxito mundial. En pocos meses, los usuarios hicieron clic en el vídeo más de mil millones de veces en YouTube, y hasta la fecha ha tenido más de 4.200 millones de visualizaciones en la plataforma.

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“Psy no era un representante clásico del K-pop, pero con su éxito se vio por primera vez que el idioma ya no era un obstáculo para un éxito internacional”, agregó Fuhr.

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La estrategia de la industria

A la hora de formar los grupos se busca presentar a los miembros de la banda con diferentes rasgos de carácter para que el mayor número posible de jóvenes pueda identificarse con ellos. Las bandas tienen que estar presentes en las redes sociales para que los fans tengan la sensación de formar parte de la vida de sus ídolos: “Es un paquete que vende”, añade Fuhr.

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“Los fans del K-Pop están bien conectados, la cultura de los fans es muy participativa y la industria sabe cómo atenderla”, indicó el experto. Sin embargo, si los ídolos se presentan en público de una manera diferente a la que los fans esperan, el péndulo se mueve hacia el otro lado. los comentarios de odio y la presión ya han llevado a algunas estrellas al suicidio.

Lenguaje visual con estética de videojuego y desigualdad

El lenguaje visual es también la clave del éxito de “El juego del calamar”. La colorida estética de la serie resulta especialmente familiar para el público más joven, los aficionados a los videojuegos o llamados gamers. Por ejemplo, los símbolos que llevan los guardias de la serie -círculo, cuadrado y triángulo- también se encuentran en los mandos de las videoconsolas.

Sin embargo, detrás del mundo colorido se esconden los problemas reales. Muchos surcoreanos viven en la pobreza, en condiciones de hacinamiento, a menudo sin electricidad ni agua, o en sótanos, como la familia pobre que se abre paso en la vida de una familia rica en “Parasite”. El grupo de jugadores que espera ganar millones en “El juego del calamar” también se ha visto abocado a la desesperación por la falta de dinero.

Según la OCDE, cerca del 15% de los 52 millones de habitantes tienen ingresos inferiores a la media, la pobreza entre los ancianos es del 50%, el desempleo juvenil es de casi el 10%, cerca del doble que en Alemania. Muchas familias se endeudan para poder dar a sus hijos una buena educación.

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Lo cerca que está al menos la situación inicial de la realidad quedó demostrado el pasado mes de octubre con las protestas contra la política de mercado laboral del gobierno, a las que los manifestantes de Seúl acudieron con máscaras y ropas al estilo del “Juego del Calamar”. (E)