Medir el nivel de inteligencia del ser humano tomó un largo tiempo, es a finales del siglo XIX cuando los investigadores se empiezan a aproximar a la idea de poder medir el de cada individuo. Tal y como explican Carmen Molero, Enrique Sanz y Cristina Esteban, profesores de la Universidad de Valencia, en una interesante revisión histórica sobre este campo, el psicólogo inglés Francis Galton fue probablemente pionero más destacado, dedicándose durante las últimas décadas del siglo XIX al estudio de las capacidades mental.

Galton sirvió de base y referencia al psicólogo Alfred Binet y al psiquiatra Thèodore Simon, que recibieron el encargo del gobierno francés de crear un test sencillo que pudiera medir la capacidad intelectual.

En 1905, ellos publican ‘La escala métrica de la inteligencia’, en el que presentan por primera vez una serie de test de dificultad progresiva adaptados a la capacidad de respuesta correspondiente a cada edad.

Publicidad

Para medir la inteligencia los participantes debían resolver tareas que exigían un dominio progresivo del vocabulario y un nivel determinado de comprensión y capacidad aritmética.

Como se puede ver en la imagen anterior, esas pruebas estaban divididas por edades. Binet continuó perfeccionando su test, publicando en los años posteriores revisiones que incluían cambios en las pruebas por edades.

Henry Hebert Goddard, continuó el estudio y aunque no aportó ningún cambio definitivo al análisis del resultado numérico de las pruebas, sí fue esencial para difundir el trabajo de Binet y Simon en EEUU. En 1908, publicó ‘Las pruebas de capacidad intelectual de Binet y Simon’ con su versión de la escala.

Publicidad

Posteriormente, William Stern, psicólogo y filósofo alemán, pionero del personalismo crítico, es considerado el inventor del famoso cociente intelectual (C.I.) tras proponer que los resultados de los test como los de Binet y Simon no fuesen una simple diferencia entre su edad mental y su edad cronológica sino una división de la primera por la segunda para obtener una proporción única.

En 1916 el psicólogo estadounidense Lewis Terman sugirió que, además de dividir la edad mental entre la edad cronológica, ese cociente se multiplicase por 100 y así obtener el número sin decimales que nos sirve a día de hoy de referencia cuando hablamos de resultados en los test. (E)