Hay mucho para decir de este lugar, ubicado en el segundo piso de Plaza Nova. Se compone de la Enoteca propiamente dicha y de su restaurante, separados por una parra de uva verdadera, Cabernet Sauvignon, que cuando fuimos, tenía formados ya sus primeros racimos.

Para los amantes o los curiosos del vino, dos características lo hacen “el lugar”. Es de un gusto exquisito, con iluminación perfecta, pequeño y acogedor, en madera, con una sala de cata diseñada técnicamente. Además, se especializa en vinos de gama media hacia arriba, difíciles de encontrar en cualquier otra licorera y de una grandísima cantidad de denominaciones de origen y regiones. Es cierto para los chilenos, los italianos, pero sobre todo para los vinos españoles. Tiene más de veinte denominaciones de origen, con cepas imposibles de conseguir en Ecuador. Nuestra selección del día para comprar fue el Priorato de Razamonde, Ribeiro, ensamble de Brancellao y Souson, y el Treixadura. Y luego el Arx de Tesalia, ensamble de Tintilla de Rota y Syrah, Andaluz. Su anfitrión es el sumiller Rodrigo Díaz, quien recibe a los clientes. Es el primer sitio que cuenta con un sumiller profesional, con credenciales, que brinda atención personalizada a los visitantes.

Pasamos luego al restaurante, donde un joven cocinero con experiencia de pasantías en restaurantes de talla mundial también da un trato personal. Su maître, asimismo, es de primer nivel. Sin duda, la experiencia comienza bien.

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El restaurante tiene un menú corto y un menú de experiencias de vino. De lo último se pueden escoger tres opciones, que varían con el tiempo. La experiencia de Blends andinos de Dos Hemisferios, Susurros del Terroir y Viajando por España. Escogimos el segundo para acompañar nuestra cena, que estaba compuesto por un Glener Casttelfeder Pinot Nero, un Salentein Merlot Reserva y un Montes Alpha Carmener. Probablemente el menos conocido es el Glener, un vino del norte de Italia, fácil de tomar, color ladrillo, con retrogusto muy corto, pero que impresiona en la entrada en boca.

Del menú escogimos la coliflor al horno, servida con una salsa de queso de cabra y eneldo que nos causó grata impresión por su simpleza y a la vez la coherente mezcla de ingredientes. Un plato sencillo, en que el sabor de la coliflor no es opacado y combina de maravilla con la salsa de queso de cabra.

Luego probamos le sandwich, de pulled pork con col morada y papas trufadas con queso parmesano en un excelente pan. Un pulled pork en que la salsa, que no era barbecue, no se come al cerdo. Finalmente, crab cakes cubiertos de salsa tártara y rúcula sobre una cama de maíz dulce y salsa napolitana. Excelentes. Solo el maíz dulce estaba de más. La Enoteca es el mejor lugar para comprar excelentes vinos, a precios razonables, y poder probarlos, o los que el restaurante ha escogido en su carta de degustaciones de vino, con una comida ligera y agradable. (O)