Ante los ojos de la mayoría de los hijos, los padres son superhéroes. Cada uno tiene al mejor, al más fuerte, al más divertido, al más regañón. Aquellos hombres que mientras crecemos miramos desde abajo, como quien mira al cielo, y que a medida que vamos creciendo, observamos con detenimiento para aprender de ellos, desafiar (en épocas de rebeldía), buscar su regazo –en momentos de angustia– y amar son también quienes nos guían desde la infancia, cada uno a su manera, aunque en ocasiones no lo reconozcamos.

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En este día, en que las familias se reúnen para celebrar a los papás, la actriz Érika Vélez y el actor David Reinoso comparten con nosotros cómo es su relación con sus padres, los consejos que ellos les han dado y que ahora ponen en práctica.

“La enseñanza más grande que he recibido de mi papá ha sido el trabajo, trabajar sin importar qué, en lo que sea. Llegó un momento en el que fue mucho más difícil, mi papá es camaronero pero al mismo tiempo si tocaba hacer cualquier cosa, él lo hacía con tal de sacar a su familia adelante, saqué mucho de él eso”, afirma la artista.

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Muy protectora de su familia y de su círculo cercano, Vélez recuerda que uno de los consejos que siempre le ha repetido su padre desde su infancia es que evitara discutir con sus hermanos. “Mi papá siempre nos ha repetido que no nos peleemos entre hermanos porque tenía miedo de que cuando creciéramos no nos ayudáramos o algo así, pero era parte de la diversión la pelea entre hermanos, eso sí renegábamos, pero ahora lo ponemos en práctica. Bueno, yo tengo un hermano en el cielo y con mi otro hermano tengo una relación maravillosa, somos amigos, entonces eso sí nos quedó”, sostiene.

Vélez admite además que tanto ella como su padre son muy frontales, prefieren decir lo que piensan sin filtros. “No a todo el mundo le gusta que seamos muy honestos, en temperamento no nos parecemos, él es mucho más calmado que yo, mi mamá es mucho más fuerte, en lo relajado para muchas cosas, en la frente nos parecemos, somos buenos amigos, buenos hermanos”, agrega.

“Mi papá, lo bonito es que él siempre quiso tener una niña, normalmente los papás piden un varón, el primogénito, él siempre quiso una niña entonces la verdad eso me conmovió muchísimo cuando lo supe. Él me enseñó muchas cosas, a montar bicicleta, él me enseñó a nadar, le encantaba llevarme a la playa a que me tostara, me traía como un camarón a la casa, roja completamente roja, entonces la verdad son cosas que recuerdo y que disfruto mucho y que le agradezco. A él lo veo, lo tengo en un altar, por eso soy muy exigente cuando tengo novios, porque él sacó adelante a una familia, ha sido buen padre, nos llevaba de paseo, siempre estaba en kermeses. Él nunca se perdía absolutamente nada de nosotros, ya sea que tenga que dividirse, me cargaba para arriba y para abajo, me cargaba como llaverito y eso lo valoro mucho”, relata.

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La también anfitriona del programa MasterChef Ecuador revela además que en la muerte de su hermano Rubén descubrió la fragilidad de su padre. “La muerte de mi hermano fue un golpe durísimo para todos, cada uno manejó su dolor de formas distintas y yo sé que eso a él lo afecta, solo que no lo comunica, mejor dicho no le gusta hablar del tema, pero ahí lo vi un poco como apagarse”, menciona.

Vélez, quien asegura ser la consentida de su papá, recuerda que en una ocasión de adolescente se fugó con sus amigas un año mayor que ellas. “Había muchos temas de secuestro, los papás estaban alerta, siempre tenía que avisar del colegio si salíamos antes o no, y resulta que como me llevaba muy bien con mis amigas que eran un año mayor que yo, ellas salieron temprano de clases y a mí no se me ocurrió mejor cosas que escaparme, meterme en la cajuela del auto de mis amigas e irme a andar en bote, a disfrutar del mar. Cuando he llegado a la casa, estaba el portón de la casa abierta, había gente, creo que policías, y no sabía qué pasaba. No entendía nada, pero de repente siento un cinturonazo que me dio en las piernas y yo ‘ahora sí voy a decir en el colegio que me has maltratado’; ahí me di cuenta de que servía para la actuación. Claro, ya más grande nos damos cuenta de que nuestras papás se asustan y esa impotencia de las travesuras, yo sí le di dolores de cabeza pero esa fue la única vez”, cuenta.

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“Quiero que mis hijos sueñen en grande”

El actor David Reinoso ha regalado muchas risas a sus seguidores, siempre le ha dado alegrías a su público y aunque muchos conocen de su trabajo, es su familia uno de sus mayores logros en la vida.

Padre de cuatro, Reinoso anhela que el día que no esté físicamente con sus hijos lo recuerden con felicidad. “Quiero que vean que soy producto de un ejemplo de trabajo, que sí se pueden conseguir las cosas, los sueños, los anhelos. No quiero ser una carga para ellos, no quiero molestar a nadie, que ellos sean felices, si ya me ven viejo que me hagan la eutanasia, no quiero crearles un problema”, admite.

Reinoso recuerda también que como hijo, una etapa difícil fue el divorcio de sus padres. “Cuando se divorció de mi mamá, lo vi después de un tiempo, a mí me dio como mucho miedo, le tenía miedo a mi papá, pero ya después hablamos, volvimos a vernos y todo fue felicidad”, dice.

“Mi papá siempre fue un hombre muy responsable, siempre estaba pendiente de mí, a pesar de que hubo un tiempo que no vivíamos juntos porque yo vivía con mis abuelos, y cómo lo veía antes, como el hombre de respeto y cómo lo veo ahora, con el mismo amor, respeto y cariño de siempre”, apunta.

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El actor David Reinoso junto con su padre. Foto cortesía

El comediante asegura además que parte de su aprendizaje de vida también se lo debe a su abuelo, quien le enseñó a ser un caballero.

“El mejor legado que quiero dejarles a mis hijos es el trabajo, que las cosas se consiguen trabajando, soñar en grande, siempre en grande, no tener una mentalidad chiquita”, comenta.

Reinoso también indica que en su faceta de padre ha descubierto que tratar de ser un buen ejemplo para cada uno de ellos es un reto, así como poder complacerlos con todo lo que necesiten.

“Aprende a vivir” fue el consejo que su padre siempre ha repetido y aunque inicialmente no entendía lo que deseaba decirle, sostiene que esa misma frase es la que les dará a cada uno de sus hijos.

“Hace muchos años cuando tuve a mi primer hijo, alguien me dijo: ‘Te va a cambiar la vida’. Antes yo veía a niños y los espantaba, pero ahora que los veo es distinto. Tener a mis hijos en los brazos es muy bonito, es una sensación indescriptible, algo que te nace del corazón”, comenta. (I)