Jamil Faour, concursante de la cuarta y actual temporada de MasterChef Ecuador, aclaró que él no tiene un trastorno de personalidad y que ese rumor tuvo origen en dos de las competidoras del reality de cocina, de quienes espera una disculpa pública por llamarlo ‘loco’.

“Todo esto salió al aire porque a mí me hicieron una pregunta: ¿por qué Alexandra y Victoria no podían verme a los ojos?”. (Se refiere al episodio emitido el miércoles 8 de marzo). La razón, dice, es que él las escuchó desde los camerinos justo cuando ellas le comentaban a alguien que él (Jamil) estaba ‘loco’ y sin medicación para un supuesto trastorno de personalidad.

¿Con qué base emitieron ellas esos comentarios? “Yo simplemente le había comentado a otro participante que he tomado Ritalín en el pasado, porque tengo déficit de atención, y que creía que me podía ir mejor si tuviera las pastillas para concentrarme más en el estudio, durante las cocinadas. Alexandra, de mala fe, empieza a decirle a todo el mundo que estoy loco”.

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El Ritalín (metilfenidato) es un medicamento aprobado para el trastorno por déficit de atención (TDA) y otras condiciones médicas. Cuando va acompañado de hiperactividad, las siglas cambian a TDAH. Su principal característica es una dificultad para concentrarse. Suele comenzar en la niñez y puede persistir hasta la edad adulta.

Me encantaría que pidan una disculpa pública, porque sí es un daño a la imagen, pero no tengo ningún interés en escalar, en hacer polémica.

“Decir que tengo un trastorno de personalidad es gravísimo”, expresa Jamil, cocinero guayaquileño que además lidera una agencia de marketing (The Inbound Project). Considera que los comentarios demuestran falta de escrúpulos, porque a menudo se opina sobre la familia, las etnias, y en su caso, se ha especulado sobre su orientación sexual varias veces.

Pero ahora insiste en aclarar el tema de la salud mental, que le parece sumamente importante. Asegura que confrontó ante los jueces a las competidoras ya mencionadas. ¿Qué le respondieron? “Dijeron que fue un malentendido”, dice con ironía, pues asevera que ellas divulgaron que él era bipolar y ‘tripolar’ y un peligro para todos en la casa. “Que alguien tenga déficit de atención y tome un medicamento (que en este momento no estoy tomando) no significa que sea un peligro para la sociedad”.

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Jamil recibió el diagnóstico de TDAH cuando era niño, y la familia decidió no medicarlo por cuestiones concernientes a los efectos secundarios. “Al estar en la universidad, bajo tanta presión, fui al psiquiatra, volvieron a diagnosticarme y así pude comprar mis pastillas (el metilfenidato solo debe tomarse bajo prescripción) y eso me ayudó en mis estudios”.

Entré (al programa) para cocinar, no para hacer polémica; yo no hablo de personas, hablo de platos. Lo mío es la comida y el marketing.

Actualmente no toma el fármaco, excepto en temporadas de alto estrés, “para salir del paso, no es que tenga que estar medicándome, porque no es una enfermedad”. Sostiene que es una condición que le dificulta concentrarse, que le hace ‘perder el hilo’, pero en cambio le es útil en el proceso creativo, tanto en la cocina como en el marketing. “No es un impedimento, siento que pienso demasiado y me voy”. Durante el rodaje sobrellevó la presión en el set sin medicación porque olvidó llevar las pastillas. “No pensé que iba a tener tanto estrés”.

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Se puede tener algún tipo de trastorno y llevar una vida normal, agrega, siempre que se haga el trabajo necesario. “Lo mío no es una enfermedad, es un déficit de atención (...). A veces lo siento como un superpoder, no sé cómo explicarlo, pero no estoy en desventaja ante nadie; tal vez en ciertos aspectos, cuando tengo que concentrarme, pero siento que soy muy productivo, nunca me quedo quieto”.

Soy un gusto adquirido. Muchos no entienden mi personalidad y me tachan de odioso e insoportable hasta que me conocen.

Además del marketing, Jamil continúa con su emprendimiento, Maison Faour. “Desde antes de MasterChef, hago cenas de degustación, talleres de pasta, de pizza, creo contenido gastronómico”. Tiene un sitio web en el que vende productos como mantequilla de maní, de chocomaní y de frutos secos.

En el tiempo libre practica crossfit, vóleibol y sale a correr. “Lo utilizo como un medio para cansarme, porque si no siento que todas las emociones y pensamientos me abruman. (El ejercicio) me centra y me ayuda a conseguir mis objetivos”.

¿Qué espera de este episodio con sus compañeras? “Me encantaría que pidan una disculpa pública, porque sí es un daño a la imagen, pero no tengo ningún interés en escalar, en hacer polémica. Mucha gente no está consciente de lo que están hablando cuando opinan de salud mental. No hay que estigmatizar a las personas porque se les ha diagnosticado algo de lo que no entendemos. Yo, personalmente, no entiendo mucho de la salud mental, no sé diferenciar ciertas cosas, pero por eso leo antes de hablar”.

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Jamil afirma que, aparte de la aclaración, no tomará otras acciones sobre este incidente, pues se describe como una persona calmada, feliz y frontal, no quiere revivir el estrés y está enfocado en otros proyectos, como abrir un restaurante en el futuro. “Yo tengo una pasión por la cocina, me la transmitió mi familia y soy muy competitivo, pero entré (al programa) para cocinar, no para hacer polémica; yo no hablo de personas, hablo de platos. Lo mío es la comida y el marketing”.

En cuanto a su imagen en el show, es consciente de que ha tenido un giro de popularidad en la audiencia y en las redes sociales. “Soy un gusto adquirido. Muchos no entienden mi personalidad y me tachan de odioso e insoportable hasta que me conocen. Mira mi relación con Sara, con Sonia y con Johanna; al principio no me aguantaban y ahora somos amiguísimos”, asegura. ¿Y las críticas? “La gente no está acostumbrada a la frontalidad”. (E)