El nombre de Miguel Bosé ha sonado en los últimos meses, pero no de forma positiva. Su separación de Nacho Palau, con quien mantuvo una relación por 26 años, trajo una serie de eventos tormentosos, sobre todo en lo relativo a la custodia de sus cuatro hijos. La intención de Nacho Palau es concretar la filiación de los cuatro niños como hermanos y que él y Bosé desempeñen el papel de padres, ambos.

Todos nacieron a través de vientres de alquiler. Los primeros dos tienen el ADN de Bosé y los dos últimos el de Palau. Por esta razón, el cantante español decidió tomar a sus dos pequeños y continuar viviendo en México, mientras que su expareja regresó a España. Los niños se encuentran separados y este fue uno de los temas principales que se abordaron en el programa A lo Évole, donde se le preguntó directamente. Bosé contestó: “Todo esto tiene que ver con los pequeños, pero el problema es que llega a los mayores. Los mayores son los que toman las decisiones y los que tienen que recibir los golpes o cargar con las responsabilidades. Yo no estaba preparado. Cuando mi relación de pareja empezó a ir mal, cuando el amor no existe, cuando el enamoramiento ha desaparecido, cuando la amistad y el buen rollo se difuminan y cuando se pierde la admiración, cuando todo se derrumba..., en mi caso por discreción, por responsabilidad, por educación también, aguantas. Y estalla. Estalla mal y empiezan los problemas serios. Y, para mí, uno de esos problemas fue la voz. Ahora puedo hablar, pero he llegado a no tener voz, cero”.

No era un secreto que Miguel Bosé presentaba dificultades en su voz. Actualmente es mentor en La voz México: le toca cantar; sin embargo, le toma mucho tiempo calentar y solo aguanta interpretar una canción. La estrella contó que ha habido ocasiones en las que ni siquiera puede hablar, que pierde completamente la voz y apunta a que el motivo es netamente emocional.

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Mi voz va y viene. Su raíz es emocional. Empiezo a perderla en el momento en que mi familia, esa en la que yo creo... Bueno, no se llama familia, es una especie de acuerdo de convivencia que tienen dos personas que tuvieron una relación y que deciden seguir adelante con buen rollo para que los hijos de ambas partes puedan continuar creciendo juntos como lo que ellos pensaron desde el primer día que eran: hermanos”.

El español también reveló detalles de su vida en relación a los excesos: “He tenido años salvajes en los que descubrí la parte oscura que todos tenemos: drogas, sexo a lo bestia, sustancias...”. Contó que en una noche de 1988 o 1989 a causa de un desamor: “Llamé a unos amigos de madrugada y les dije: ‘Quiero ir de fiesta’. Esa noche me tomé mi primera copa y me metí mi primera raya, que me duró una semana; me salió baratísimo”.

Primero pensaba que drogarse era parte del estilo y la inspiración artística, “pero cuando el consumo es habitual, las drogas dejan de ser un aliado y pasan a ser enemigos”, dijo. No fue hasta 1991 que decidió poner un freno a todo y pudo dejar “los antros y las salidas”, sin embargo, no la adicción a las drogas. “Cortar con ese placer, que es difícil de negar, me costó más tiempo”, sostuvo. “Se convirtió en una dependencia diaria, empezó a perder la gracia y a causar problemas serios. He llegado a consumir casi dos gramos diarios, más fumar maría, éxtasis... Lo dejé todo el mismo día, hace siete años. Subiendo unas escaleras hacia un escenario para un ensayo, mi road manager me dijo: ‘Está todo preparado’. Y yo le contesté: ‘Se acabó’”. (E)