Para llevar la historia de sus padres consigo, Miss Tailandia Anna Sueangam-iam, se puso un vestido resplandeciente, recubierto de anillas de latas, un elemento que vio por millares como hija de una pareja de recolectores de basura. La pieza recibió el nombre de Diamante escondido.

“Mi vida de niña transcurrió entre montones de basura y materiales reciclables”, comentó la joven en su cuenta de Instagram. Y añadió el propósito de las anillas de lata ha sido mostrarle al universo que lo que muchos consideran inútil, tiene su propio valor y belleza.

El material reciclado y reutilizado por la marca Manirat brillaba ante las cámaras en compañía de cristales de Swarovski en uno de los escenarios más exclusivos del mundo, el de Miss Universo.

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Sueangam-iam creció en un humilde barrio de Bangkok y fue educada en un templo de monjas budistas; según su ficha del certamen, tuvo que donar sangre y recolectar basura como formas de pagar sus estudios.

Eso la ha hecho aguerrida y competitiva; en sus redes sociales firma sus publicaciones como Miss Thaiger, un apodo que combina su nacionalidad (thai) con su personalidad (tiger).

Este domingo, Miss Tailandia acudió a sus redes para admitir que se siente triste, como es normal, por no haber podido avanzar siquiera a la semifinal. “Lo siento, pero no lo siento”, explicó a sus seguidores. “Cada día soy plenamente feliz, soy yo misma”.

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“Nos divertimos juntos por unos días. Ya estoy mucho mejor. Estar presente es lo mejor. Este camino es una gran experiencia en la vida. Estoy contenta de mostrarles a todos que no importa quiénes seamos, podemos seguir nuestros sueños”. Culminó diciendo que hay todavía mucho por hacer.

El vestido de gala de Anna no fue el único en reflejar su ética de reuso y reciclaje. Su traje típico, Songkran Devi, estuvo inspirado en Kimita Devi, una diosa local y símbolo del festival de Songkran o Año Nuevo tailandés, que este año se celebra del 13 al 15 de abril.

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El vestido fue bordado e incrustado con cuentas, cristales, lentejuelas y botellas desechadas, todo diseñado por Peeranat Wiriya, de la marca Ciqure.

Anne Jakkaphong, actual dueña del concurso Miss Universo, quiso distinguir a su compatriota, entregándole el premio Impact Wayv, reservado para la concursante con mayor influencia en las redes sociales y equivalente a $ 10.000.

“No te quedes atascado en los entornos pantanosos en los que naciste, cree en el poder de cambiar tu propia vida para bien”, dice Anna, criada por un padre recolector de basura, una madre barrendera y su bisabuela, una monja budista.

A pesar de que esto ha dado pie a que en su país algunos la llamaran la “reina de belleza de la basura”, la organización Miss Universo Tailandia la describe como un diamante escondido, al igual que su traje de gala. (E)

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