Un fastuoso menú degustación está listo para el exclusivo grupo de invitados al restaurante Hawthorn. Entre los asistente están los enamorados Margot (Anya Taylor-Joy) y Tyler (Nicholas Hoult), así como tres jóvenes hermanos de la industria de la tecnología que ya llegan ebrios: Bryce (Rob Yang), Soren (Arturo Castro) y Dave (Mark St. Cyr); también, una pareja acaudalada, Anne y Richard (Judith Light y Reed Birney); la reconocida crítica gastronómica Lillian Bloom (Janet McTeer) y su servil editor, Ted (Paul Adelstein); además de una famosa estrella de cine de mediana edad (John Leguizamo) junto con su asistente, Felicity (Aimee Carrero).

Todos a la expectativa de probar las creaciones del chef Julian Slowik (Ralph Fiennes). Pero, a medida que transcurre la velada, va aumentando la tensión en todas las mesas mientras se van revelando secretos y se sirven platos inesperados.

Con cada acontecimiento violento y tormentoso se empieza a vislumbrar la verdadera motivación de Slowik, y los comensales empiezan a inquietarse cuando caen en la cuenta de que su elaborado menú está diseñado como catalizador de un final estremecedor.

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Hyperobject Industries, la compañía detrás de la exitosa Don’t look up, de Netflix, apuesta por una idea que surgió en uno de sus guionistas cuando él mismo viajó a cenar en la vida real hasta un restaurante cotizado. “Soy un poco claustrofóbico y, cuando todos nos sentamos a comer, vi que el bote que nos había dejado en el muelle se alejaba”, comenta Will Tracy, quien también es una de las mentes detrás de Sucesión (HBO). “Era una isla pequeña y me di cuenta de que estaríamos allí sin poder salir por horas, y no podía dejar de pensar en qué pasaría si algo salía mal”.

El guion llegó a manos de los productores Adam McKay y Betsy Koch. “Adam y yo siempre estamos buscando sátiras agudas y películas que no se encuadran en los géneros convencionales, y con esta se cumplían ambos requisitos”, dijo Koch.

Otras grandes estrellas de Hollywood acompañan a Fiennes como sus comensales.

“Me encantó la combinación de humor y acidez del guion. Era divertido y oscuro, y cuestionaba una cultura exclusiva con un enfoque novedoso”, coincide McKay. “Su tono y humor me recordaron a Pero… ¿y quién mató a Harry?, una de mis películas favoritas de todos los tiempos. La película mezcla lo mejor del humor satírico con algo de oscuridad y una pizca de absurdo. Y, si suena como una receta, juro que no fue mi intención”.

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La inspiración de Fiennes

El reconocido chef Slowik (Ralph Fiennes) está en su mejor momento, pero también ha hecho un pacto para mantenerse como el líder indiscutido de la industria con su restaurante, Hawthorn, del que en realidad no es propietario y que es una situación que lo pone a merced de los inversores.

La chef francesa Dominique Crenn sirvió como asesora y además diseñó todo el menú para la película.

Fiennes (Gran Hotel Budapest, La lista de Schindler, El paciente inglés, El jardinero fiel) imaginó toda una historia de trasfondo para su personaje, como alguien cuyo arte inmaculado se desluce por culpa de su clientela de personas adineradas.

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“Se trata de una clientela que nunca estará satisfecha. Él es un perfeccionista y trabaja para mantener constantemente un nivel elevadísimo para gente que no lo valora realmente. Lo que me atrajo del guion fue que incorpora todo el espectro posible de personajes, en un marco de comedia negra”, compartió.

Chef’s Table, la serie que reúne a estrellas de la gastronomía innovadoras de todo el mundo, fue una fuente de inspiración obvia para Fiennes. Si bien el chef Slowik no está basado en un chef de la vida real en particular, Mylod sí le envió al actor algunos episodios de la serie, incluido uno sobre un chef oriundo de Chicago, Grant Achatz, quien dirige el restaurante con tres estrellas Michelin Alinea.

Para aprender cómo se relaciona un chef con el personal de su cocina, Fiennes también pasó bastante tiempo en el set con la chef con estrellas Michelin Dominique Crenn, que también forma parte de Chef’s Table y dio vida al menú de la película.

“En mi cabeza estaba instalado el cliché de la cocina caótica, con el chef gritando por todo. Pero cuando Dominique me contó acerca de su cocina y cómo le gustaba trabajar, así imaginé la cocina de Slowik: el control y el poder están en la dedicación del personal de la cocina al chef y a su comida. No hay gritos ni violencia: un simple cabeceo, una mirada, algunas correcciones o palabras de aliento murmuradas aquí y allá”.

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