Los grandes retos implican cambios para demostrar a quienes los asumen que tan comprometidos aceptan el desafío. Así es como vive su presente la periodista guayaquileña Denisse Molina. Después de 18 años de trabajo en Ecuavisa, como reportera y anchor de noticias, cierra el capítulo televisivo en su vida laboral para adentrarse al de conferencista, al otro lado del mundo y en cercanía de mujeres que necesitan de su ayuda.

Así lo cuenta la comunicadora en entrevista con este Diario, sobre esta faceta de capacitadora en una ONG de Asia con la que trabajará en Tailandia, a dónde se mudará a mediados de agosto con su esposo y dos hijos.

“Esto llegó de una manera imprevista, me tomó por sorpresa, fue en mis vacaciones cuando fui en diciembre a Tailandia. Yo soy conferencista, de hecho doy ciertas charlas, lo he hecho en Manabí, aquí en Quito, para mujeres maltratadas. Mi hermana, que vive en Tailandia, me pidió que diera una charla para la fundación que ayuda el colegio de sus hijos, de unos niños en orfandad y mujeres maltratadas. Me lo dijo cuando ya había comprado los pasajes y no podía cambiarlos, pero da la casualidad que me dio COVID y mis exámenes seguían saliendo positivos y así no se permitía el ingreso, en enero, al país. Necesitaba una PCR Negativo, eso me extendió tres semanas más”, relata.

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En dicho ponencia, una de las asistentes era una alta ejecutiva de una ONG que le propuso sumarse al trabajo que desarrollaban en su entidad. “Me dijo que era lo que necesitaban, alguien que de conferencias y prepare a conferencistas. Son mujeres de un maltrato muy elevado, Asia es uno de los continentes con mayor índice de maltrato a la mujer, por la cultura también. En India, por ejemplo, a las mujeres las queman, es muy triste la situación, que se vive en países como India, Nepal, África. Son mujeres tan introvertidas por el nivel de maltrato no solo físico si no también psicológico. Mi trabajo va a ser formarlas a ellas como conferencistas para que puedan llevar su testimonio y mensaje de superación de cómo lograron salir de este maltrato y puedan ser ejemplo de sus comunidades”, detalla.

Reconoce que no será una tarea fácil pero se siente motivada de poder ayudar a través de la comunicación que desarrollará junto con la fundación God Sheperd Asia. “Estoy muy emocionada de poder servir, me encantan las conferencias, me preparé para eso, dos años con Ismael Cala, y me fascina así que va a ser una nueva etapa muy enriquecedora”, agrega.

Tomar la decisión

“Hay una frase que yo siempre he escuchado de personas adultas mayores que me han dicho: uno no se arrepiente de las cosas que hizo si no de las que no hizo, y yo no quiero que me pase eso. No quiero que al pasar los años, vea atrás y oportunidades que nos las tomé en su momento, porque yo me siento joven, a pesar de mis cuarenta y pico de años, me siento con la energía, y con esa juventud y ganas de seguir recorriendo el mundo, de seguir aprendiendo, quiero hacer una maestría por allá en derechos humanos, quiero hacer tantas cosas y este es el momento. No quiero que se me pase la vida sin hacer algo distinto, de probarme a mí misma que puedo hacer mucho más a través de la comunicación y también periodismo porque yo siempre voy a ser una periodista, lo llevo en la sangre”, admite la comunicadora de 42 años.

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Sus redes sociales serán su nexo ahora con el público que la ha seguido en pantalla. Ahí contará historias, compartirá sus nuevos retos y siempre que se pueda y la situación lo amerite, recalca, continuará colaborando con Ecuavisa. “El periodismo siempre va a estar pero quería también esta experiencia tomarla, por supuesto no fue nada fácil decirla. Mi esposo me apoyó, cuando me hicieron la propuesta no lo tomé tan en serio. Mi esposo me dijo: vámonos, yo te apoyo. En el canal, les agarró por sorpresa, lloré como no tienes idea cuando escribí mi carta de renuncia, Ecuavisa es mi familia, porque llevo 18 años de una vida feliz, como le dije, al fundador de Ecuavisa cuando me despedí, he sido muy feliz y me duele dejarlo pero la familia siempre regresa y espero en algún momento regresar si así se da”, menciona.

Mariela, su hermana vive en Tailandia desde hace 20 años, y esa distancia que toma ahora Denisse, también sorprendió a sus padres. Antes de mudarse, se ha reunido con amigos y familiares para despedirse, recordar momentos compartidos y llevar con ella el cariño y buenos deseos de sus seres queridos. “He visto a la gente más importante y a la gente que ha sido parte de mi vida, no me podía sin despedirme porque era como cerrar un ciclo también y con emociones encontradas porque ya no va a ser la convivencia del día a día, porque ya no será el mismo horario, triste por ese lado; contenta porque he sentido el cariño y uno no suele decir las cosas en vida y me llevo todo eso en mi corazón”, indica Molina.

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La guayaquileña tiene previsto viajar desde Quito hacia Ámsterdam, hacer conexión en Bangkok hasta llegar a su destino final en Phuket. “Son dos días de vuelo, 13 horas Ámsterdam y luego parada cinco ahora, luego a Bangkok, 13 horas más y luego dos horas a Phuket, nos llevamos a Frida, nuestra perrita. Ha sido un verdadero dolor de cabeza todos los trámites que hay que realizar porque yo voy a mudarme a una isla y meter una especie a una isla es bien complicado, ha sido todo un proceso que lo he hecho con mucho amor porque no se puede quedar”, sostiene.

Del grupo familiar (su esposo y dos hijos), en total viajan con 10 maletas en la que han empacado solo lo necesario e importante para comenzar de cero. “Me llevo mis libros, para mí no es lo mismo leer en un iPad, me llevo cámaras, luces, micrófonos, todo para continuar haciendo periodismo porque todo lo voy a documentar, me llevo una maleta de luces y todo lo que necesito para hacer mi mini estudio en la casa, ropa lo más sencillo posible, de los niños ropa, sábanas, colchas”, comenta.

Durante el proceso de la mudanza, Molina y su esposo también conversaron con Amelia y Bruno para explicarles que no podían viajar con todo lo que actualmente tienen en casa. Por ello, les dijeron que de todas sus pertenencias eligieran lo que más querían y el resto decidieron, en familia, donarlo. “Yo de lo que no dejo y llevo conmigo es el libro de recetas de mi mamá que ella me escribió con su puño y letra, mi mamá es chef, me le puso una dedicatoria, me hizo una carpeta gigante, eso creo que es lo que más pesa. Mis hijos se llevan un juguete querido, regalado por los abuelos, el resto ellos saben que se van a donar, de hecho estamos empacando en cartones, juguetes muy queridos de mis hijos pero que ellos saben que los tienen que donar a otros niños y estamos viendo las fundaciones más idóneas para que ellos mismos vayan a entregar, su ropa de frío también y eso es un aprendizaje para ellos que tienen que compartir”, apunta.

En el equipaje tampoco faltan las funditas de ají para seco, naranjilla, verde y achiote para no extrañar tanto los sabores de la tierra natal.

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Tienen previsto viajar entre el 15 y 17 de agosto y no tienen una fecha establecida de retorno a Ecuador. (I)