El príncipe Felipe, duque de Edimburgo, falleció en abril pasado a los 99 años, después de varios meses de convalecencia.

Felipe, esposo de la reina Isabel II, se habría tomado el tiempo de escribir los nombres de tres cercanos colaboradores en su testamento, quienes recibirán parte de su fortuna estimada en entre 10 y 30 millones de euros (entre 12 y 36 millones de dólares).

Estos tres empleados de la corona británica que ayudaron al príncipe consorte en el final de su vida son el brigadier Archie Miller Bakewell, su secretario privado; William Henderson, su paje; y Stephen Niedojadlo, ayudante de cámara.

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Si bien el príncipe Felipe probablemente dejó la mayor parte de su fortuna a la reina, quiso ser “generoso” con sus colaboradores más cercanos, presentes junto a su cama hasta sus últimas horas, revela The Sun.

Junto con sus leales cuidadores, el abuelo de los príncipes Enrique y Guillermo también planeó legar su fortuna de manera justa a los miembros de la familia real. Los detalles de la sucesión fueron zanjados “hace mucho tiempo”, según dijo una fuente cercana al palacio.

A pesar de sus últimas críticas a su familia, el príncipe Enrique está naturalmente presente en el testamento porque el duque de Edimburgo no era “el tipo de persona que castiga a su nieto por su mal comportamiento”. “Era muy justo, equitativo y adorable, para nada resentido”, agrega esa fuente.

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Entre la familia Windsor, el príncipe Felipe no era el más rico. Su fortuna, entre otros activos, radica en las más de 2.000 obras de arte que coleccionó en toda su vida. Además, tenía una valiosa colección de 13.000 libros, que quedan a disposición de sus hijos Carlos, Ana, Andrés y Eduardo. (I)