Gulfer Ulas está desesperada. Con la depreciación de la moneda turca, la doctoranda sufre para comprar las obras que necesita para su tesis, y más aún las novelas que adora. En su país, los libros se han vuelto un lujo.

El sector editorial, dependiente de la importación de papel, se vio golpeado con la crisis monetaria, con el riesgo de hacer callar las voces disonantes que quedan en el país.

La lira ha perdido un cuarto de su valor frente al dólar en el último año y la inflación anual superó 21% anual, lo que asestó un duro golpe al poder de compra de los turcos más modestos.

Publicidad

“El precio de los libros explotó. Yo estudio relaciones internacionales y gasto más de 1.000 liras (97,5 dólares) por mes en libros”, contó Ulas en una librería del centro de Estambul. El monto equivale a un tercio del salario mínimo turco.

“Leer novelas es una de mis pasiones”, agregó la treintañera, con una obra del alemán Thomas Mann en la mano. Pero este entretenimiento tiene un costo exorbitante: “la primera edición de este libro costaba 33 liras, ahora está en cerca de 70 liras”.

“Antes me gustaba comprar varios ejemplares de los libros para regalarle a mis amigos, pero ahora es muy caro”, lamentó por su parte Ibrahim Ozcay. “Ellos dicen que es por la escasez de papel. No me sorprende, en Turquía todo es importado”.

Publicidad

En el transcurso de un año, “el precio del papel pasó de 700-800 dólares a 1.500 dólares” por tonelada, un aumento que repercutió en las librerías, explicó a AFP Haluk Hepkon, propietario de la editora Kirmizi Kedi.

“Tocar fondo”

La industria del libro turca, que depende casi por completo de las importaciones de papel, señala una de las fallas en el experimento económico. Foto: -- OZAN KOSE

“Imagine que usted publica un libro que cuesta 30 liras. Si se vende bien y es reeditado una semana después, el precio subirá a 35 liras, y solo Dios sabe cuánto costará después de una tercera o cuarta reimpresión”, agregó el editor.

Publicidad

“Al final, la gente se verá obligada a concentrarse en lo esencial y olvidará los libros”, teme Hepkon, quien cree que el sector editorial está en riesgo de “tocar fondo”, en un país donde las ventas de libros son tradicionalmente bajas.

Otra consecuencia posible es que las editoriales, en dificultades financieras, opten por publicar menos.

Algunas editoras turcas ya se disculparon con sus lectores por no haber publicado ciertos libros recientes a causa de los altos costos de impresión.

Turquía importa unos 3.000 millones de dólares anuales en papel, según un estudio de 2018 de la Cámara de Comercio de Estambul.

Publicidad

El precio de la pulpa de papel aumentó en todo el mundo, pero la situación es especialmente difícil en Turquía tras la privatización y desmantelamiento del principal grupo papelero del país en los años 2000, afirmó Kenan Kocaturk, presidente de la Asociación de Editores Turcos.

Para él, “Turquía está pagando por no haber visto al papel como un bien estratégico”.

“Las papelerías turcas fueron vendidas y solo dos de ellas continúan produciendo. De las otras, las máquinas fueron cedidas a precio de chatarra y los terrenos vendidos”, reclamó Kocaturk.

“La crisis del libro toca a todos los sectores. Lamentablemente, Turquía dejó hace muchos años de producir materias primas y bienes intermedios”, explicó a AFP el economista Murat Sagman.

La industria del libro turca, que depende casi por completo de las importaciones de papel, señala una de las fallas en el experimento económico. Foto: -- OZAN KOSE

Para Rober Koptas, de la editora Aras de Estambul, el sector del libro va a sufrir la crisis cuando algunos turcos tengan dificultades para tener su comida diaria.

“Muchas editoras detuvieron o redujeron la impresión de libros... La gente que trabaja en el sector, obreros, tipografistas, oficinistas, editores o traductores van a sufrir las consecuencias financieras”, vaticinó.

Según Koptas, los editores representan una forma de “resistencia” en Turquía, donde “la casi totalidad de la prensa habla a una misma voz y donde las universidades han sido reducidas o silenciadas”.

“Cada editora le da voz a la diversidad intelectual del país, insistió Koptas, quien teme que su debilitamiento “acentúe el declive cultural”.

Para Haluk Hepkon, “el sector cultural es tan importante como la alimentación”. “Tal vez más porque se necesita educar a la gente para que pueda resolver los problemas económicos”. (I)