Las materias de ciencias pueden encantar a los niños o serles aterradoras, dependiendo del enfoque y de la metodología que se use para enseñarlas. Dado que la ciencia nos rodea sin necesidad de estar en la escuela, y que cada uno de nosotros es una maravilla científica, es posible compartir con los niños información científica interesante y valiosa sin necesidad de verlo como una tarea.

En esta misión sirven de apoyo los productos sobre ciencia enfocados a los pequeños. En Netflix, por ejemplo, encontrarán las series documentales Un planeta absurdo, Criaturitas (cada episodio lleva a un diferente estado norteamericano) y también ¿Quién fue?, en el que un grupo de estudiantes presenta a dos personajes históricos en cada episodio, a pesar de los mejores esfuerzos de su director, quien está un poco perdido en el tiempo. Todos estos shows están recomendados para niños de 7 años en adelante.

Pero una opción lejos de la pantalla, que puede ser lo que papá y mamá estén buscando, son los libros. Los primeros que se vienen a la mente son los clásicos de la colección Esa horrible ciencia (Editorial Molino), escritos en su mayoría por Nick Arnold e ilustrados por Tony De Saulles, que combinan el cómic y el humor con la divulgación científica y no escatiman en detalles importantes. Una colección hermana es Esa horrible historia, escrita por Terry Deary e ilustrada por Martin Brown. Ambas son más apropiadas para niños mayores, de 9 años en adelante, y motivarán conversaciones, explicaciones e investigaciones adicionales.

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'Esa caótica química' (Editorial Molino), parte de la colección 'Esa horrible ciencia'.

La investigación científica avanza y usted querrá que sus hijos estén actualizados; después de todo, tienen que competir con la agresiva información en línea. La editorial Usborne, especializada en libros para explorar el mundo, anuncia para septiembre de este año títulos de su colección Conoce por dentro, como El planeta Tierra (Sam Smith y The Boy Fitz Hammond han creado un kit de rompecabezas y libro, para chicos de 8 años en adelante), El sistema solar, elaborado por Rosie Dickins y Carmen Saldaña, en colaboración con la Agencia Espacial del Reino Unido, para niños de 7 años en adelante, y Los árboles, de Emily Bone y Wazza Pink, en el mismo rango de edad. Están disponibles en tiendas virtuales como Amazon y Todostuslibros.com.

'El sistema solar', parte de la colección 'Conoce por dentro' (Editorial Usborne).

Si no desea esperar demasiado para tener los libros en casa, Librería Vida Nueva, en Guayaquil presenta las colecciones Por qué debo y Milagros de la naturaleza, de Jen Green, Judith Anderson y el ilustrador Mike Gordon. Los tomos explican ¿Por qué debo proteger la naturaleza?, ¿Por qué debo reciclar?, y narran los ciclos del agua y de las plantas en Había una vez una gota de lluvia y Había una vez una semilla.

Si sus hijos son extremadamente curiosos y están dispuestos a poner en práctica lo que aprenden, apreciarán la obra del biólogo molecular y comunicador científico chileno Gabriel León: Recetas con ciencia, ¿Qué son los mocos?, ¿Cuánto mide un metro? y ¿Por qué me sigue la luna? (Penguin Chile). De hecho, es probable que usted también quede enganchado con el estilo de León, y para eso están sus pódcast La ciencia pop y Los por qué de la música (en Spotify, Apple, Google Podcasts y Castbox).

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En el segundo de estos títulos, el autor canaliza las preguntas incómodas de los niños, como los dedos arrugados, las cosquillas, la piel de gallina, el asco, el hipo, e incluso la caca del perro (y por qué debemos recogerla). Lo justifica así: “Una tarde, hace ya un tiempo, mi hija me gritó desde el baño que fuera a ver algo. Tenía cuatro años en ese entonces, y adoraba darse baños de tina. Cuando entré, vi que estaba mirándose las manos con una actitud muy seria. Me acerqué y me dijo: ‘Mira, estoy viejita’”.

Las preguntas clave de los niños están en el libro '¿Qué son los mocos?', del biólogo Gabriel León.

Cuatro años después, cuando la niña convirtió esa observación en una pregunta que el padre no pudo responder bien (¿Por qué se nos arrugan los dedos cuando estamos bajo el agua?), este quedó sorprendido y confesó que no tenía la más mínima idea, pero lo averiguaría. Al día siguiente, en vez de trabajar en el artículo científico que tenía pendiente, se puso a investigar y responder lo mejor que pudo a la curiosidad de su hija, y encontró trabajos serios y sistemáticos sobre el tema. “Me convertí en experto en dedos arrugados y volví, victorioso, a entregar mi respuesta. Mi hija me miró muy seria y me dijo: ‘Tú deberías escribir un libro sobre las cosas raras que le pasan al cuerpo’”. León se dedicó a recopilar preguntas de los niños de su país. “Los niños son pequeños científicos”, asegura. “Su forma de aproximarse al mundo es siguiendo el método científico, usando la curiosidad como motor”.

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Lecturas más extensas, pero no menos interesantes, para adolescentes que aman la ciencia

Si sus hijos son adolescentes y están acostumbrados a cuestionar y a leer solos, recomiéndeles la guía ilustrada Breve historia de la ciencia (editorial Blume, 224 páginas), Transportes asombrosos, El maravilloso mundo de las aves (Susaeta) o El mundo a través del telescopio (Edebé), entre otros volúmenes de Tom Jackson, quien gusta de mezclar historias con experimentos, teorías y tecnologías.

Jackson se describe como un autor de no ficción y editor de proyectos. Desde hace 25 años escribe libros, pero también para revistas y periódicos, sitios web y para la televisión, en un amplio rango de ciencias. Sus especialidades, considera, son la historia natural, la tecnología y la divulgación científica general.

Una guía ilustrada de la historia de los principales descubrimientos científicos, en 'Breve historia de la ciencia' (Tom Jackson).

Al llegar a este punto, tal vez sus hijos le pregunten cómo se convierte uno en un autor de ciencia. Jackson relata en su sitio oficial que a más de ser un investigador de escritorio, ha tenido que salir a hacer trabajo de campo. Estudió zoología en la Universidad de Bristol y ha pasado temporadas trabajando en zoológicos en Jersey y Surrey (Reino Unido). También ha contribuido a plantar árboles en Somerset y ha ayudado a rescatar búfalos de la sequía en Zimbabue. Como parte de su investigación como escritor, ha visitado las islas Galápagos, la selva amazónica, los arrecifes de coral de Indonesia y el desierto del Sahara.

Uno de sus títulos más recientes, Chilled (Frío), está dedicado a la historia de la refrigeración, bajo la premisa de que esta tecnología cambió el mundo, y puede volver a hacerlo. “El futuro es frío”, dice Jackson en el último capítulo, y aunque no se atreve a hacer una predicción climática, está convenciéndose de que el mundo necesita nuevos combustibles y nuevas formas de almacenar la incontrolable energía solar y eólica, y apunta al hidrógeno líquido, una sustancia delicada que necesita investigarse más para que sea segura de manejar. Una inspiración para ello es el “hielo que quema”, como el que hay las regiones subárticas de Siberia y Canadá, donde están atrapados depósitos de gas metano generado por la descomposición de materia orgánica de los suelos congelados. Allí ocurre un fenómeno. Cuando se lo enciende con un fósforo, el hielo se prende en llamas.

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Si su propia curiosidad se ha despertado al llegar a este punto, puede hacer su propia investigación. ¿Qué libros tiene ya en casa? ¿Conoce a alguien que podría tenerlos? ¿Dónde está la biblioteca más cercana? ¿Tiene sección infantil? ¿Se animan a visitar en familia una librería? En ese caso, denle una oportunidad a la sección de ciencia. (F)