Desde hace algún tiempo, la agrupación quiteña encabezada por Denisse Santos y Daniel Pasquel había venido dando indicios de querer despertar de su letargo. Un cassette con reversiones de otros artistas a sus temas, sencillos y finalmente el día llegó. A inicios de este mes, vio la luz su más reciente álbum de estudio, titulado Del Tiempo Muerto, el primero desde 2011.

Disponible en todas las plataformas de distribución digital, este nuevo trabajo de Can Can (@cancanbanda), cuenta incluso con una edición limitada en formato de vinilo, donde podrán escuchar las diez canciones, que juntas tienen una duración aproximada de treinta minutos.

Producido por la misma banda, en colaboración de Ivis Flies, los temas cuentan con una sonoridad que evoca al misterio y al misticismo; características que siempre estuvieron presentes en la identidad del conjunto quiteño que jamás tuvo miedo a experimentar dentro de sus estándares. El rock, el pop, la música electrónica y matices similares jamás faltaron en la esencia de Can Can.

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Hablando de aspectos técnicos, la mezcla es impecable; cada instrumento, sample o detalle se percibe de manera inmediata al momento de presionar play en todas las canciones. Estos artistas quiteños desde sus inicios se preocuparon por la calidad de sus producciones y eso sigue siendo notorio. También cabe recalcar que estando activos desde 2002, Del Tiempo Muerto llegó para celebrar su vigésimo aniversario. Felicidades.

Desde mi perspectiva, una canción de este disco que resume muy bien lo que ha sido Can Can durante todos estos años, es El Diablo. La invención y descripción de un personaje que va detrás de los demás para destruirlos o molestarlos es algo que podría notarse como algo maligno; sin embargo, la banda lo minimiza cada vez que tiene la oportunidad.

Que el arte tenga todo el espacio necesario. Que el arte brille y sea escuchado, no solamente por sus notorios seguidores, sino que llegue a todos lados y todo lugar. (E)