Lo que inicialmente llamó al músico guayaquileño Francisco Echeverría al mundo del jazz fue el atractivo de la improvisación. Para algunos oídos, dice, las notas que tocan los jazzistas pueden parecer al azar, pero él desde niño tenía la noción de que no era así.

Le fascina poder conectar con los otros integrantes de su cuarteto cuando tocan en vivo y ensayan. La conexión que se logra dice, es “increíble”. Otro paso “gigantesco” que dio en su enamoramiento del género fue conocer la historia del jazz, marcada por músicos como Miles Davis y John Coltrane.

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Esa química es la que Echeverría espera desplegar en el escenario este sábado 29 de abril a las 14:30 en las calles Luzarraga y Panamá, centro de la ciudad, donde planea “relanzar” su proyecto musical, el Francisco Echeverría Quartet. Se presentarán en el marco de los eventos organizados por la facultad de música de la Universidad Católica Santiago de Guayaquil (UCSG) en celebración del Día Internacional del Jazz.

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Tocarán cuatro temas, dos de otros autores y dos compuestos por Echeverría. La intervención durará alrededor de media hora, pero cada canción tendrá una duración larga, debido a la dinámica de improvisación del jazz, aspecto “fundamental” del género según Echeverría.

Además de Echeverría en el piano, el cuarteto está compuesto por María Fernanda Díaz en el bajo eléctrico, Joa Araujo en la batería y Carlos Vera en la guitarra eléctrica. Díaz y Araujo tienen más de una década tocando en la agrupación, pero Vera es con quien Echeverría se entiende sin tener que mirarse: llevan cuarenta años compartiendo escenarios.

“La maceración de los sonidos se logra con el tiempo, a veces pronto, a veces tarde. Una vez que llegas a ese punto porque la interacción y el intercambio de energía con tus compañeros es magia. Escuchas lo que hacen y vas adivinando, haciéndoles el camino más fácil y viceversa”, indica, añadiendo que el entendimiento musical con Vera es “total”.

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Echeverría, de 60 años, relanza su proyecto musical tras sufrir la “inestabilidad” consecuencia de la pandemia. “Teníamos mucho éxito con nuestras presentaciones y de repente dejamos de trabajar, de tocar. Pensamos que serían 6 meses pero nos fuimos de largo, nunca fue igual, aunque sí hemos tocado esporádicamente en eventos privados”, indica.

Aunque el artista no tuvo una formación musical académica como la que ahora ofrecen instituciones como la UCSG y la Universidad de las Artes, se alegra de que la formación de músicos en Guayaquil sea cada vez más formal, pues él estudió jazz “a la buena de Dios”.

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“El sueño que yo tuve cuando era joven lo veo reflejado ahora en los chicos de ahora. Me siento contento de ver tanto conocimiento y talento dentro de la rama que amo”, subraya Echeverría, quien se admite “protagonista” de la evolución del jazz en Guayaquil mediante su organización Guayaquil Jazz Project, dedicada a la difusión del género.

Muchos de los músicos jóvenes que iban a las actividades de su proyecto, recuerda, ahora son referentes en su campo y están a cargo del desarrollo musical de la ciudad. (E)