El fin es algo que le afecta bastante a Helado Negro. Parte de su ansiedad proviene de preocupaciones convencionales, como el envejecimiento (el músico, cuyo nombre de nacimiento es Roberto Carlos Lange, cumplió 41 años este año).

Pero otras son consecuencia de las inminentes catástrofes globales, como el temor existencial al cambio climático o la naturaleza en apariencia interminable de la pandemia. “Sé que el mundo siempre ha estado en algún tipo de conflicto y cambio constante”, dijo. “Pero en la actualidad todo se siente mucho más grave”.

Desde 2009, Lange ha creado música ambiental y casi onírica. En seis álbumes de estudio y cinco EP, ha juntado sintetizadores lunares, loops de cinta y grabaciones de campo en suaves composiciones experimentales que meditan sobre la identidad migrante, la sanación y la tranquilidad.

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En 2019 recibió subvenciones de United States Artists y la Fundación para las Artes Contemporáneas, que destacaron su enfoque envolvente y multidisciplinario para las artes escénicas, sonoras y visuales. Far In, su primer disco para el inquebrantable sello independiente 4AD, lleva sus sutiles himnos a lo que podría ser su mayor audiencia hasta el momento.

En una conversación a través de una videollamada desde Asheville, Carolina del Norte —donde Lange y su esposa, la artista Kristi Sword, se mudaron el verano pasado tras vivir más de una década en Nueva York— Lange ofreció un recorrido por su nuevo hogar, cuyo exterior está pintado de color azul cielo.

“He estado viviendo en apartamentos pequeños durante quince años”, dijo Lange, mientras pasaba la cámara por los equipos del estudio: sintetizadores clásicos, un piano antiguo; los cimientos de las dulces melodías relajantes y celestiales de Helado Negro.

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El primer álbum de larga duración de Lange como Helado Negro, Awe Owe, mezcló algunos de los sonidos que escuchó mientras crecía en el sur de Florida, los convirtió en cálidos temas bilingües, y entretejió un folk enigmático y anómalo en ritmos suaves con marimbas pegajosas.

Desde entonces, Lange, quien es hijo de inmigrantes ecuatorianos, se ha vuelto más electrónico: los discos Invisible Life (2013) y Double Youth (2014) unieron los sonidos robóticos de sintetizadores con melodías tiernas en bucles de ráfagas errantes, algo que no es muy diferente a la forma en que conversa Lange, quien suele interrumpir una idea con otra. En Twitter, describió las canciones de Far In como “divagaciones mentales dibujadas en sonido”.

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Durante toda su vida, Lange ha disfrutado las ensoñaciones que experimenta a través del cine y la música. Cuando estaba en la secundaria a principios de los noventa, su hermano mayor regresó de un viaje a Europa con una colección de compilaciones de techno, acid jazz y jungle que impulsaron su obsesión por la música electrónica. Cuando llegó al bachillerato, visitaba una tienda de discos en South Beach para comprar los discos de Aphex Twin y Tortoise que les gustaban a sus familiares en Georgia.

Esa exposición temprana a la música electrónica “realmente me dio un vuelco”, dijo Lange. Lo llevó a fiestas subterráneas en sótanos que eran organizadas por una estación de radio pirata en Miami, donde fue hipnotizado por diversos DJ y MC. Comenzó a experimentar con ritmos variados y tocaba la guitarra, mientras se grababa en la computadora de su hermano, que tenía una edición vieja de Pro Tools.

Lange finalmente terminó en Georgia, donde estudió arte y animación por computadora en el Savannah College of Art and Design. Ahí tomó clases con un profesor que lo introdujo a las instalaciones sonoras. “Simplemente exprimió mi cerebro aún más”, explicó. “Yo me decía: ‘¿Qué es esto? Quiero hacer cosas así’”.

El perfil de Lange se elevó en 2015 y 2016 con el lanzamiento de las canciones Young, Latin and Proud (Joven, latino y orgulloso) y It’s My Brown Skin (Es mi piel morena), himnos afables de reafirmación para muchos oyentes latinos que lidiaron con la xenofobia y el racismo durante la campaña presidencial de Donald Trump y sus primeros días en la presidencia. Durante esa gira, tras actuaciones largas y exigentes, los fanáticos se le acercaban y compartían sus propias experiencias. “Eso significó mucho para mí”, dijo Lange. “Gran parte de eso fue hermoso, pero también era muy difícil”.

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En Far In, estos temas son un poco menos literales. “Voy a evitar compartir muchos de mis propios traumas”, dijo. “Hay un aspecto de compartir experiencias y, dependiendo de cuán intensas sean, algunas pueden hacer que la gente sea cómplice de tu miseria”.

Lange se inspiró parcialmente en Hasta el fin del mundo, la epopeya de ciencia ficción de 1991, que casi se convirtió en el título del proyecto. “Tengo una buena relación con las películas que no te guían mucho”, dijo. “Por eso me gusta la película de Wim Wenders. Empieza en alguna parte y termina en otra parte”.

Ed Horrox, el ejecutivo de 4AD que contrató a Helado Negro, afirma que Lange tiene una habilidad poderosa para forjar conexiones. “Ya sea en persona, en una llamada de Zoom, o en un maldito mensaje de texto de tres líneas, tiene una habilidad especial para compartir calidez y positividad”, dijo en una videollamada.

Horrox se topó por primera vez con el trabajo de Lange mientras buscaba música para el programa de radio que tiene en Londres llamado Happy Death, y desde allí siguió su carrera a través de los años. La respuesta a la llegada de Lange a 4AD por parte de los oyentes que lo proclamaban como su “artista favorito” fue “bastante abrumadora”, dijo Horrox.

Una canción que destaca en Far In es Outside the Outside, que tiene una suave vibra disco con sintetizadores láser y bajos retumbantes que es una oda a los pequeños placeres de la vida en la diáspora: su video es un montaje de imágenes capturadas en videograbadoras de fiestas caseras organizadas por su familia en los ochenta, en las que se quedaban hasta altas horas de la madrugada bailando salsa o merengue. “Me despertaba como a las 7 de la mañana y todavía había gente en el piso de abajo bebiendo”, dijo Lange entre risas.

La Naranja, una plegaria para el apocalipsis, está casi al final del disco. “Y sé que solo tú y yo / Podemos salvar el mundo”, canta Lange con un fulgor alegre. La Naranja irradia un sentido de esperanza radical, pero muchas de las canciones de Far In también se centran en enfrentar el final con un sentido de presencia, incluso ante la certeza de que la catástrofe está cerca, como Aguas Frías y Wind Conversations, ambas inspiradas en el drama ecológico del entorno de Texas (Lange y Sword estuvieron en Marfa durante los primeros meses de la pandemia trabajando en Kite Symphony, un proyecto multimedia que documenta el viento, el sonido y la luz del oeste de Texas).

L’Rain, una intérprete experimental que vive en Nueva York y que toca el bajo en tres temas del disco, dice que la dulzura rodea a Lange tanto en su rol de colaborador como en el de vocalista. “Es una intimidad inmediata y visceral”, dijo en una entrevista telefónica. “Cuando trabajas con Roberto, en todos los niveles —desde la forma en que escribe correos electrónicos, la manera en que programa los ensayos, nos habla sobre la música y nos pide nuestras opiniones— siempre te sientes respetado y protegido”, dijo.

Las intenciones de Lange en este proyecto también le han proporcionado paz interior. “Nunca me he sentido más cómodo expresándome a través de la música”, dijo. “El sonido y la música siempre me han ofrecido eso: siempre han sido un gran lugar para entrar. Es la mejor manera que he encontrado para formar parte de esa idea: la de estar presente desde mi interior”. (E)