En la tercera semana de la cuarta temporada de MasterChef Ecuador (Teleamazonas) arrancó con un reto de caja misteriosa un poco desmoralizante, aparentemente.

La prueba de la noche dividió a los 19 participantes, por colores, en ochos parejas y un trío. El desafío, de 45 minutos, los enfrentó a usar buzos negros, con las sigles del concurso, que se repartieron en la caja de cada equipos. El susto llegó cuando los cocineros pensaron que se trataba de mandiles negros, la prenda que usan los concursantes en peligro de salir de la competencia televisada.

Sin embargo, los uniformes tenían incorporados cinturones de tela, con los que debieron amarrarse literalmente espalda con espalda. Con esta limitación, solo uno de los dos, o tres cocineros, podía tener las manos en la estación, no al mismo tiempo, a riesgo de una penalidad (no cocinar durante dos minutos). Debían alternarse cada 5 minutos.

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Cada grupo debía preparar platillos inspirados en la cocina de una nación extranjera. Los competidores se las arreglaron unos cargando en las espaldas a sus compañeros, algunos corriendo de lado, otros caminando de reversa mientras su colega se movía de frente. Por si la dificultad no haya sido suficiente, unos minutos antes de finalizar el reto, cada dúo fue asignado un nuevo país, cuyos sabores también debían reflejarse en los platillos que ya estaban a medio hacer, como una suerte de comida fusión.

En esta prueba se destacaron tres grupos:

El de Alexandra y Cynthia, con la fusión China - Alemania. Ellas prepararon cerdo en salsa de tamarindo con salsa de soya mostaza y papas. La jueza Carolina Sánchez aplaudió los sabores presentados, pero consideró que las dos culturas no estabn tna bien integradas.

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El trío de Santiago, Vicky y Jamil, con la fusión Francia - Italia. Ellos se destacaron con una sopa de cebolla gratinada, la cual aunque tenía un excelente sabor, los jueces criticaron el emplatado y el chef Jorge Rausch en especial cuestionó la falta de la proteína que estaba en la canasta del equipo, carne de pato.

El de Raúl y Johanna, con la fusión India - Cuba. El par presentó una cama de arroz de moros con cristianos, coliflor rebozada con especias y pollo al curry. “No encuentro crítica negativa, sencillamente espectacular”, expresó la chef Irene González, en tanto que Raush apuró tres cucharadas de comida, seguido de una apretón de mejillas para cada uno, gesto que hace cuando un platillo le ha gustado mucho. Por supuesto, el par competira por el pin del chef en el próximo episodio.

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En contraste, el jurado encontró muy flojo el trabajo de dos grupos.

El de David y Marylin, quienes fueron duramente juzgados por un Tomahawk recocinado, que acompañaron con salchicha con queso cheddar y chimichurri, en su intento por inspirarse en la fusión Argentina - EE.UU. “Esto es una suela de zapato... Por el corte es una vegüenza, este plato es una mierd*”, exclamó la jueza Sánchez. González la acompañó cuando dijo que “no saber cocinar una carne a estas alturas del partido es una vergüenza”.

Y el de Johjan y Nicolás, en su propuesta de fusión Brasil - Inglaterra. Este dúo no se ganó el favor de los jueces con su feijoada con chips de yuca, arroz crocante, pescado y arverjas. “Son los primeros en entrar al salón de la fama por el plato más feo de la temporada”, bromeó Rausch. Sánchez corroboró la broma cuando dijo que el plato no guardaba una buena presentación.

Otros de los platos presentados fueron una carne sellada con puré de garbanzos y ensalada de berenjenas con kimchi, que brindaron Henry y Edison en su propuesta de fusión Israel - Corea. Rausch reconoció que esta combinación fue la más complicada.

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Le siguieron Victoria y Alexander, con su plato Perú - España, que incluyó un ceviche a base de salsa brava de ají amarillo y leche de tigre con choclo. Raush simplemente no lo probó, aunque Sánchez dijo que estaba rico.

Luego Sara y Andrés, con su opción México - Japón, que presentó langostinos encocados, corte de tofu saborizado con salsa de soya salsa tatemada con chile jalapeño ahumado. Los evaluadores cuestionaron el uso de los econcados, pues no se alinearon a las identidades de las culturas asignadas.

Finalmente, el platillo de Sonnia y Sol, con la inspiración Colombia - Vietnam, que introdujo tostadas de plátano frito con camarones ensalzados aunque no tuvieron mayor crítica, Rausch aprovechó el momento para felicitar a la pareja que al parecer hasta ese momento todavía no se había llevado tan bien. El resultado final las posicionó como la cuarta pareja favorita de la noche. (E)