Un nuevo capítulo empezó recordando la participación de Carolina, quien dejó las cocinas de MasterChef el viernes 14 de enero, incluso del programa, porque en el reto de revancha “Tiempo extra”, que da una nueva oportunidad y que se transmite los sábados, Carolina, ingeniera en Administración Hotelera y Turística, perdió su último chance de reintegrarse al programa.

El reto empezó con la caja misteriosa. Normalmente esta contiene un ingrediente complicado, pero cuando todos los concursantes la levantaron se quedaron con la boca abierta. Cada una tenía una foto enmarcada de un allegado, amigo o familiar de cada participante.

Casi nadie pudo contener la emoción y las lágrimas. El reto, esta vez, consistió en preparar un plato que los motivara emocionalmente al recordar a quienes ahora, por diferentes motivos, ya no están con ellos. Así, cada uno fue explicando quién era la persona que aparecía en la imagen.

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David mostró la foto de un amigo desaparecido. Él contó que ningún familiar o allegado ha tenido noticias de él. “Hace menos de un año que desapareció, pero tenemos esperanzas de volverlo a ver. Que sepa que lo extrañamos mucho. Éramos amigos de viajes, de salidas a comer, de farrear. Estuvo en un centro comercial en su carro y desapareció”.

Anita enseñó la foto de su hermano, quien falleció siendo un adolescente. “Mi hermano se suicidó a los 17 años, él se ahorcó a raíz de la separación de mis padres; le dio una depresión muy fuerte. Ya son quince años de la muerte, nadie en la familia lo ha superado. Nunca dejó nada escrito. Con él cocinábamos juntos y, la verdad, ver su foto me chocó mucho”.

Daniela recordó a su abuelo: “No fue mi abuelito de sangre, fue el esposo de mi abuelita. Fue el hombre más dulce que he conocido en toda mi vida... Antes de su muerte le di de comer, lo atendí, le repetí que lo amaba. Tengo dos hijos varones y yo quiero que ellos sean como fue mi abuelito, supercariñoso y respetuoso con las mujeres”.

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Andrés contó la historia de su mamá, Carmen: “Ella falleció cuando yo tenía 15 años. Nos dejó muy chiquitos a todos. Me costó mucho tiempo de mi vida asumir que ella ya no estaba, hasta que entendí que la muerte es la parte más linda de la vida, porque volvemos al Padre (Dios). Cuando entendí eso, supe que el Padre está en todas partes y Él está dentro de mí. Y desde allí tengo una nueva relación con mi madre, porque cada vez encuentro más de ella en mí, cuando toco la guitarra, cuando estoy con mis amigos, con mis hijos. A ella le encantaba llevar gente a la casa a comer”. La señora falleció debido a un tumor cerebral.

Ernesto habló de su madre también: “Ella fue una gran educadora, muy recordada, muy querida por sus alumnos, sus compañeros. Ella enfermó en 2019, le dio una enfermedad cardiopulmonar que la incapacitó, tenía que andar con oxígeno. Yo me cambié con ella a vivir, porque soy hijo único de ella. Estaba mejorando, pero el corazón no aguantó...”.

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Fue el turno de César: “Es la foto de mi abuela, falleció de cáncer. Estuve en toda su enfermedad (...). Siempre me consintió, fui su nieto favorito. Cuando mi abuela falleció yo estaba en la escuela; cuando yo llegué, se sonrió y pudo descansar en paz. Han pasado muchos años desde que ella falleció y la extraño tanto. Creo que, si ella hubiese seguido con nosotros, mi vida no hubiese sido tan dura como fue, mi mamá no se hubiese ido, mi papá se hubiese hecho más responsable...”.

Klever destacó la foto de quien fue su pareja: “Tengo aquí al frente alguien que me hizo la persona que soy, porque nada de lo que ven era el Klever de ahora. Marcos llegó a un momento de mi vida en que yo estaba supermal. Fue mi esposo durante doce años. Siempre supe lo que era, simplemente que me daba vergüenza decirlo. Cuando conozco a Marcos, me tocó hablar claro, porque me di cuenta de lo que era. No quería estar en una doble vida. Mi familia lo sabe, mis amigos. Estábamos pasando por una situación complicada de dinero; habíamos invertido hartísima plata y nos estafaron. Un día salgo a trabajar, regreso y lo encuentro ahorcado en la cocina. Había sido mi primera relación que tenía, y él siempre me decía que todo en la vida se soluciona trabajando, que nunca diera mi brazo a torcer”.

El chef Rausch le preguntó a Wilson quién era el que lo acompañaba en la foto. Él contestó: “Mi primo”. El concursante recordó que casi toda la familia de su primo falleció en un accidente: “Solo sobrevivieron su esposa y su hijo menor; él nunca apareció. Eso marcó la vida de todos, ellos eran la alegría de toda nuestra familia”.

A María José le tocó recordar a su padre: “La última vez que lo vi fue justo una Navidad. Tenía diabetes, insuficiencia renal, estaba en la última etapa. Lo veo el 24 de diciembre; nos reunimos porque yo tengo dos hermanos, tuvo otra esposa. Dijo que su sueño se había cumplido, porque todos sus hijos nos habíamos reunido. Y, al siguiente mes, que era su cumpleaños, efectivamente falleció, un día antes de su cumpleaños. Yo no me crie con él, nunca estuvo en casa, pero él fue sabiendo que yo lo amaba con todo mi corazón”.

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María Laura habló de su abuela: “(...) Yo fui muy egoísta con ella, porque hubo un momento en que ella me necesitaba..., pero le pido perdón todos los días...”. En un reto de eliminación anterior, María Laura le había dedicado un plato del cual salió airosa. “Siempre le pido que me ayude y sé que ella ya me perdonó”.

Luego de este momento muy emotivo, los jueces anunciaron que debían cocinar con el corazón, y fue justo este ingrediente con el que debían preparar un plato. Era corazón de res, de cerdo, de pollo y de alcachofa. “Para que ustedes logren cocinar algo fantástico, algo que recuerden con el corazón a la gente que quieren”, les dijo Rausch.

A los ganadores de este reto los llevaban directamente al balcón para participar por el pin de chef. Al final, fue Wilson quien finalmente logró su esquiva intención de poder obtenerlo en la cocinada de hoy junto con Daniela.

Wilson preparó un “Corazoncito de Liliana” (en honor a su tía fallecida), unos anticuchos de corazón de res al estilo peruano, con toques de cocina ecuatoriana, que fueron del total agrado de los jueces por la textura, salsas, acompañantes y emplatado. Daniela bautizó su preparación como “Los abuelos deberían ser eternos”, un bien logrado guiso de alcachofa al jerez acompañado con una crema del mismo ingrediente. Ambos deberán cocinar hoy para este pin que reviste de grandes ventajas y decisiones en el nuevo reto de cocina.