A Dayanna Monroy le cuesta posar frente a las cámaras de nuestro fotógrafo. Sonríe y agradece que la guíen sobre cómo debería posar. Aunque se enfrenta a las cámaras de Teleamazonas todos los días, confiesa ser introvertida, y admite que le cuesta acercarse a la gente en su vida personal.

Sin embargo, en el ámbito profesional se transforma. Recuerda que siempre le gustó exponer en clase en el colegio para sus compañeros; ahora le explica realidades a la teleaudiencia en su noticiario. Ya tiene 12 años practicando periodismo: primero lo hizo en Telerama y ahora en Teleamazonas.

Dayanna, de 32 años, estudió comunicación social en la Universidad de Guayaquil, y realizó una maestría en Realización de formatos de programas de TV en la Universidad Complutense de Madrid, ciudad donde conoció a su ahora esposo, Pablo Pardo, sociólogo y comunicador político.

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Sus padres, Guido y Teresa, su esposo, sus hermanas menores Amy y Paula, su sobrina Kim y su gato son su sostén en medio de numerosas amenazas en reacción a sus reportajes, y sigue en procesos judiciales por una demanda levantada por un expresidente gracias a la revelación de una red de corrupción en hospitales públicos.

Conversó con EL UNIVERSO en el centro de Guayaquil, sector al cual se siente muy apegado. En él se casó en 2021, y en él cumplió su sueño de caminarse, vestida de traje blanco, toda la avenida 9 de Octubre apenas casada. Habló sobre su familia, las contradicciones en el periodismo, su salud mental, su faceta de tía, y su matrimonio.

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Su carrera

¿Qué la empujó al periodismo?

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La curiosidad. Cuando era pequeña… la típica, eres muy niño para decidir qué quieres ser de grande. No estaba segura, comencé a hacer el pre de leyes y de periodismo al mismo tiempo. Yo pensé que me gustaría más ser abogada porque mi papá estudió para eso, entonces me alineaba a eso. Luego fui descubriendo el periodismo de manera teórica y fui dándome cuenta de que lo que a mí siempre me gustó hacer servía para algo: leer. Siempre me gustó leer. Veía a la literatura como algo mucho más profundo, y pensé que quizá eso no, pero entendí que la lectura me acercaba mucho al periodismo. También siempre me gustó exponer en clase. No hablaba mucho, pero me gustaba exponer. Dije, ‘uy, quizá ese poder de síntesis y esa capacidad para leer sirven para algo’.

Es difícil darte cuenta de que quieres ser periodista, al menos lo fue para mí, porque no soy tan extrovertida. Cuando se lo conté a mi madre me dijo, ‘¿estás segura?, no va con tu personalidad’, pero le dije que sí, que quería ser periodista. La vida me llevó a eso, a que sea la carrera de mi vida.

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¿Cómo ha manejado su introversión?

El periodismo me ha ayudado mucho. Como muchas cosas en la vida, cuando las practicas y las haces te das cuenta de que quizá sí puedes hacerlas. Para mí fue muy difícil romper ese cascarón. En el ámbito personal aún me es difícil acercarme a las personas, pero en lo profesional es como si fuera otra cosa. Es diferente.

También me ha ayudado mucho a entender otras realidades. Yo comencé muy chica, tenía 18 años, y comencé acercándome a esas realidades que quizá no eran parte de mi entorno, pero que existían en mi país, y que resultaron ser mucho más frecuentes de lo que yo pensaba.

Lidia con temas muy delicados en sus reportajes, ¿cómo cuida su salud mental?

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Durante mucho tiempo eres inconsciente. No sé si eso le pasa a todos, quizá ahora como se está hablando más de salud mental quizá somos más conscientes, pero yo era muy inconsciente. No entendía por qué había cosas que me daban más miedo que a otras personas. Por ejemplo, con mis hermanas o con mi círculo personal salíamos los fines de semana y tomábamos un taxi, y yo iba más nerviosa que el resto, quizá porque entendía más la realidad.

No hago mucho por cuidar mi salud mental. Tengo una contradicción dentro de mí. A veces pienso que debo proteger mi salud mental, pero reflexiono: ¿cómo me voy a bloquear y no voy a tratar de entender, dentro de lo más profundo de mi ser, la realidad de la persona que tengo enfrente para poder explicarla? No puedo hacer las dos cosas a la vez. He decidido que tengo que dejar que esas cosas me toquen para poder explicarlas, sino no las puedo explicar. Ya luego veré qué pasa, pero cuando estoy frente a la historia no me voy a bloquear. Sé que hay técnicas para bloquear ciertas cosas cuando te enfrentas a temas muy dolorosos, pero la verdad es que yo decidí no hacerlo. Decidí absorber la realidad de la persona que tengo enfrente lo más que pueda, pues ha tenido la bondad de contarme sus circunstancias, para poder explicarlas lo mejor posible en el relato.

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¿Esta búsqueda de absorber y entender estas realidades le ha afectado?

Por supuesto. Siempre te afecta. Hay días en los que te sientes completamente pesimista. Hace poco me pasó con el caso de un niño de 13 años, que es el sospechoso principal del asesinato de un policía. Hay un video donde se ve al niño disparando. Estas cosas pueden hacerte sentir que no tienes derecho a ser feliz: resulta que en la mañana estás contando un hecho tan fuerte como ese y en la tarde tienes un cumpleaños y todos se están riendo, piensas, ‘¿por qué me estoy riendo? Un niño acaba de matar a un policía’. Te sientes culpable. No debería ser así, tal vez debería tomármelo con más calma, pero a la vez pienso que está bien. Llevo muchos años haciendo esto y esos temas me siguen tocando. Eso significa que somos humanos. Lo terrible sería normalizar este tipo de cosas.

¿Las amenazas se han vuelto comunes?

Tuve un momento muy tenso respecto a las amenazas con el tema del expresidente Bucaram. No entendía lo que estaba pasando, entonces simplemente seguí trabajando. No fui muy consciente de lo que hacía. Quizá ahora tengo un poco más de cuidado, pero sin volverme paranoica. Eso no es vivir. Yo quiero vivir en un país donde pueda vivir tranquila. Intento no intranquilizarme más de lo debido. No voy a estar intranquila si estoy haciendo lo correcto, haciendo periodismo.

¿No siente miedo?

No…pero en algún momento sí lo sentí, pero no en el momento de las amenazas, sino un poco después. Eso me llegó de forma tardía. Ahí fui consciente y dije ‘wow, aquí está pasando algo’. Fue la primera vez que sentí miedo al hacer mi trabajo. Antes había tenido reacciones del poder, ya sabía que el poder siempre reacciona, pero sí sentí miedo cuando ya vi la situación un poco más fuerte y entendí que la realidad era un poco más peligrosa.

¿Teme por su familia?

Mentalmente tengo una separación entre la Dayanna personal y la Dayanna profesional, aunque yo comparto mi vida, y he decidido hacerlo así, pero después de todo lo que pasó comencé a pensar y a decir a todos que había que tener más cuidado. Sin embargo, intento no preocuparme más de la cuenta, porque limitaría mi trabajo.

¿La han enjuiciado?

Sí, tengo un juicio que sigue avanzando. La última vez que fui a rendir versión fue hace unos dos o tres meses. Me sentí…siempre me pregunté si valieron la pena las amenazas y el miedo que sentí. El día que me vi rindiendo versión frente al fiscal sobre algo de lo que se me acusaba dije, chuta, ¿será que en este país realmente existen garantías para los periodistas?

¿Ha tenido algún otro problema similar?

Siempre he tenido reacciones, llamadas. Nada como lo anterior. Siempre he tenido llamadas, mensajes, me mandan a decir a través de alguien… A los que estudian periodismo sepan que siempre existirán reacciones del poder si lo criticas, y que se preparen. No digo que lo normalicen, pero uno no puede detenerse por una llamada o por un mensaje.

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Su matrimonio

¿Cómo conoció a su esposo?

Él ya está viviendo aquí. Nos conocimos en Madrid. Luego él vino para acá, no nos habíamos casado todavía. Él vino como a ver. Obviamente queríamos estar juntos. Había una realidad un poco complicada, ver si le gustaba o no el país. Son muchas cosas que hay que ver, pero resulta que le encantó Ecuador. Comenzamos a vivir juntos y fue maravilloso; ahí tomamos la decisión de casarnos. A mí siempre me gusta hacer hincapié en que el proceso fue así, porque intento decirle a las personas que está bien hacerlo de otra forma. Está bien convivir y probar si funciona o no, también está bien casarse y luego convivir. A mí me resultó primero convivir para asegurarme, porque creo que el matrimonio es muy serio.

¿Cómo fue mantener una relación a distancia al comienzo?

Fue poquito, solamente cuatro meses. Fue muy difícil, pero fueron los cuatro meses donde nos dimos cuenta de que queríamos estar juntos. Al comienzo vivíamos en la fantasía, cuando recién vino a Ecuador, de que viviríamos separados. Luego dijimos no, eso no va a ser así.

Tal vez él no se hubiera acostumbrado si hubiera vivido solo...

Probablemente, ajá. Igual es alguien muy abierto y sociable, fue fácil que forme su círculo, que haga amigos, que encuentre oportunidades por su nivel de estudio. Tenía todas las capacidades para encontrar un trabajo aquí y lo encontró.

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¿Cómo es la dinámica de su relación?

Es muy bonita. Él es sociólogo y comunicador político, y por mi trabajo trato con esos temas, entonces muchas veces llego a casa y la conversación gira alrededor de la realidad ecuatoriana y del mundo. Él es español y sabe mucho sobre los problemas políticos en Europa, y me pregunta mucho sobre la situación acá.

A veces no estamos de acuerdo, ya sabemos que no hay que ahondar y que hay que cambiar de tema. Hay cosas en las que no estamos de acuerdo, sabemos que puede ser que nos encendamos con lo que piensa cada uno.

¿En qué chocan?

En criterios diversos, cómo va el país, si creemos que lo que hizo tal figura fue política o comunicacionalmente correcto… ese tipo de cosas.

Su familia y su mascota

¿Cómo se sintió cuando su hermana Amy le dijo que iba a ser mamá?

Estaba muy feliz. Con mi hermana Paula siempre decíamos que Amy sería la primera en ser mamá. A mí siempre me descartaron un poco porque siempre dejé claro que quisiera tener un bebé quizá después.

La verdad me siento muy feliz, porque en nuestra casa no habíamos tenido un niño desde hace casi 20 años. Para nosotros es una alegría increíble.

Están chochas...

Completamente. Aparte de eso, mi hermana ha compartido la maternidad conmigo de una forma muy cercana. Yo nunca había visto la maternidad de esa forma tan de cerca: las cosas oscuras, las felices, las complicadas, las dolorosas. Creo que ella ha tenido un gesto muy generoso de compartirme todo lo que es la maternidad.

La bebé es una alegría, es increíble. La única bebé que recuerdo es Paula, y yo tenía 10 años cuando ella nació. Aquí ya soy una adulta, y puedo observar cómo absorben todo y sobre todo la vulnerabilidad que puede tener un niño.

El papá de Kim tomó la decisión, sin consultarle a la mamá, de ponerle ese nombre a su sobrina cuando la llevó al Registro Civil, ¿qué piensa del nombre?

Al principio dije: ¿por qué Kim? ¿Qué significa ese nombre? Aparte que tienes muy cercano a Kim Kardashian y piensas, ¿por qué le ponen Kim a una niña? Ahora, como dijo Amy, no me la imagino con otro nombre. Siento que es muy personal y muy particular. Además por sus ojitos rasgados… me encanta su nombre.

Entonces el papá tuvo razón al final...

Al final tuvo razón, quién lo diría. Se salió con la suya y ya no nos la imaginamos con otro nombre.

Comandante, su gato, es protagonista de sus historias de Instagram a veces...

Tiene una personalidad muy marcada. En mi casa no puede entrar todo el mundo, es muy territorial. De hecho yo no soy su favorita, su favorito es mi esposo. Es el gato de mi esposo. Si estamos los dos en la casa, él va a acostarse encima de mi esposo, yo soy segunda.

Lo adoptamos de Rescate Animal. Siempre he vivido con animales desde que era niña, con perros, pero vivimos en un departamento, entonces entendimos que la realidad no daba para un perro. Entonces llegó Comandante, y desde chico su personalidad siempre fue así, muy dominante, de hacer lo que quiera. Si estoy grabando cosas para Instagram, él se mete y no lo puedo sacar, se mete y punto. Me encanta que tenga esa personalidad porque se siente que hay alguien en la casa. No es una casa donde solo hay dos adultos, sino que hay dos adultos y un gato que está un poco loco.

¿Comandante se lleva con Kim?

Se están conociendo. Kim siempre lo quiere tocar, pero él es muy territorial. A mí me da mucho miedo, soy muy protectora de mi sobrina, pero la última vez que estuvo en mi casa se le pudo acercar y lo pudo tocar. Él pone resistencia, pero no le hace nada. No creo que sea capaz de hacerle algo.

¿Cómo es la relación con sus hermanas?

Es maravillosa. Hay etapas donde quizá eres más cercana a una, más cercana a otra. Con Paula no hablo todos los días, pero cuando tiene una duda o yo tengo una duda, es la persona a la que le escribo. Siento que Paula se parece mucho a mí en el sentido de preocuparse sobre lo que quiere en su vida y si está haciendo lo correcto para obtenerlo. Se preocupa mucho por eso.

Con Amy hemos afianzado nuestra relación en los últimos años. Como tenemos cinco años de diferencia, la relación estaba llena de peleas desde niñas. Tenemos personalidades muy distintas, ella es completamente diferente a mí. Ahora nos hemos unido muchísimo. Ella tiene su marca de zapatos, y su crecimiento lo veo a través del crecimiento de su marca de zapatos. Ahora que es madre su marca ha explotado mucho más.

¿Su relación con Paula es muy de hermana mayor?

Es extraño. Ella se parece mucho a mí y a veces nos cuesta hablar en persona. Nuestra relación se desarrolla bastante por chat, porque ella trabaja mucho y yo también. Con Amy es más mirándonos a los ojos.

¿Cómo es su relación con su mamá?

Ella siempre está cerca para ayudarme en muchas cosas. A veces pienso, ‘¿qué haría sin mi mamá? Te resuelve la vida, es una mujer que te resuelve todo. Tú necesitas algo y te dice que sí, y no solo te dice que sí, sino que lo hace, y lo hace diez veces mejor que lo que lo harías tú. Mis amigas la aman. Yo siempre le decía que ella tenía una estrategia para que yo no le pida permiso para irme a las casas de mis amigas: ella hacía que mi casa sea la casa de todos. Cuando llegaban mis amigas ella les daba comida a todas, les compraba refrescos. Todos la amaban, y hasta hoy la recuerdan así, la quieren muchísimo. Siempre hizo que su casa sea una casa donde a la gente le guste llegar, y me encanta eso porque, por ejemplo, a mi esposo lo hizo sentir como en casa. Fue fácil que se sienta parte de la familia. Es una casa donde te cobijan. Siempre te ofrece de comer, e insiste. Le salen bien las tortillas de yuca, el moro, el seco de pollo. Todo le sale espectacular.

¿Usted cocina?

No. No es lo mío, pero según Pablo el bolón me sale bien. El bolón es como mi plato. Pero a veces por el tiempo de trabajo…bueno, no voy a poner excusas, no es por el tiempo del trabajo, quizá es porque no me gusta tanto. Nunca me metí a la cocina, no me llama.

¿Cómo se lleva con su papá?

Con mi papá…él fue la persona que me impulsó a lo importante que era ver noticias, y hacia defender lo que pensaba. Desde muy niña me dijo que yo podía defender todo lo que pensaba, siempre y cuando lo hiciera con respeto. Es algo que sigo haciendo hasta hoy.

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Su papá se lanzó a concejal...

Sí. Él siempre ha estado en distintos círculos. Nunca se había metido en política, pero siempre había sido líder. Siempre hablaba de la importancia del liderazgo. Aparte, él es jubilado de la Asociación de Tránsito del Ecuador, tienen una asociación y él forma parte del directorio. A mí también me tomó de sorpresa que haya estado en un movimiento político porque nunca lo había visto afiliado a un movimiento político. Me dijo y me pareció bien, y hasta ahí. Yo trabajo como periodista y tampoco debería existir una promoción del tema, por eso no lo había hablado.

El futuro

¿Algún movimiento político le ha ofrecido candidatizarse?

Muchos, a través de intermediarios, llamadas directas, pero no. Yo estoy bien aquí. No me llama la atención. Creo que el construirme en el periodismo ha tomado tiempo y no quiero que ese tiempo se desperdicie por ir a otra esquina de la que creo que no se puede volver. Si cruzas y te conviertes en político, no puedes regresar a ser periodista, o puedes regresar pero con una bandera gigantesca sobre tu rostro. Yo no quiero tener esa bandera. Me quedo en mi esquina, así soy feliz, me encanta lo que hago.

¿Cree que hay una contradicción en los periodistas que se hacen políticos?

Yo creo que se rebelan, y si te rebelas, es muy difícil continuar haciendo periodismo de esa forma. Yo no lo veo, no creo que se puedan hacer dos cosas a la vez. Yo no hago opinión, hago coyuntura, cuento realidades. No me veo el día de mañana, habiendo sido candidata de un partido político, haciendo un reportaje al respecto.

Creo que no se debería conjugar, aunque lo respeto mucho, tengo muchos amigos que lo han hecho. Cada uno tiene la decisión de hacia dónde lleva el periodismo que hace. Particularmente creo que si ya cruzas la orilla, ya no puedes regresar. No puedes.

Siempre ha expresado su deseo de hacer documentales, ¿cómo piensa hacerlos, y es algo que ve cercano o lejano?

Es algo que…ya sé que tengo los conocimientos para hacer un documental, pero se necesitan recursos y tiempo, cosas que en este momento no tengo. A veces, cuando ya estamos muy cómodos, la vida tiene que desacomodarnos para que cumplamos nuestros planes. Quizá en este momento estoy muy a gusto en el sitio en el que estoy, y probablemente necesito un remezón.

Me da mucha pena cuando tengo solo 1 minuto 30 para hacer un reportaje que el día de mañana ya se ve aplastado por otro, y resulta que no logro captar toda una realidad.

Quiere hacer algo más duradero.

Sí, por eso quiero hacer un documental. Quiero tener más tiempo, y quiero cerrar, si es que se puede, una explicación detrás de un problema social. Hay tantos problemas sociales donde creo que debe estar el periodismo. Me preocupa mucho lo que está pasando en Esmeraldas. Me preocupa mucho que cada vez se vaya haciendo más pequeño el lente, o el permiso que tenemos para poner el lente como periodistas en Esmeraldas. Siento que eso también podría pasar en Guayaquil, ya está empezando a pasar. Creo que debemos documentarlo para que no se nos olvide, y que no normalicemos realidades más duras.

¿Ha pensado en internacionalizarse? ¿Cómo lo haría?

Lo haría con intercambios, me encantaría. Es un reto no cumplido. Los otros siento que los he venido cumpliendo, pero ese es un pendiente. En algún momento lo quiero hacer. (I)