La feria más pop, la Comic-Con, tomó tierra el jueves 7 de octubre en Nueva York. Gente de todos los estados del país, latinoamericanos, asiáticos, europeos y venidos de otros cuadrantes galácticos, acudieron ávidos por lucir sus vestimentas o ver, tocar y muchos de ellos comprar una muestra del infinito mundo de productos vinculados a la ficción que brilla entre las páginas del cómic y las novelas gráficas y que se multiplica en videojuegos, cines y plataformas de películas.
Spiderman paseándose con un oscuro Hombre Araña, Ahsoka Tano (Star Wars) con una amiga arreglando su vestido, una amazona tejiendo, el Joker haciéndole una foto a un personaje de Star Trek con minifalda o dos humanoides Jawa (Star Wars) ojeando los puestos de venta de la feria... es solo un pequeño resplandor de las imágenes que ofreció este evento en el Centro de Convenciones Javits hasta el domingo.
“Es genial estar de regreso. Es muy divertido poder conocer a tanta gente de todo el mundo y que te tomen una foto 40.000 veces”, asegura a EFE Venom, el “Spiderman negro” que encarna Charles.
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Allen Charles, que asegura que este es su cuarto año en la feria y que nunca repite disfraz, confiesa que lo que más echó de menos fue “la interacción entre las personas”.
Vestida de personaje de cómic manga y con una mascarilla, como obligan los organizadores, que además exigen una prueba de vacunación, Lex insiste en que “hay un montón de diversión” en la feria y en que está “realmente encantada de volver” tras la cancelación del año pasado.
“Me siento como si el mundo volviera a ser normal, yendo a ver cosas y a gente que no veía desde hacía mucho tiempo”, aseguró esta fanática del cosplay o afición por disfrazarse de personajes de ficción.
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Más allá de los disfraces, el salón representa una oportunidad para comprar cómics, figuras de personajes de fantasía, novelas gráficas, cuadros y láminas de superhéroes, camisetas, peluches y, cómo no, espadas láser.
Pero además, actores y profesionales de la gran pantalla y la televisión hacen su aparición todos los años para, con pago previo, firmar autógrafos o hacerse fotos con sus entregados seguidores.
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Mike tiene una tienda de cómic y lleva más de dos décadas dedicadas al género. Hoy se va de la feria con un centenar de publicaciones que ha encontrado en uno de sus puestos.
“Soy un fan, un coleccionista y un vendedor, así que tengo que estar aquí”, dice a EFE. Comic-Con —explica— “se ha ido expandiendo de los cómics al videojuego, al cosplay y a otros negocios; así que cada vez se está haciendo más y más grande para gente que tiene distintos intereses”, concluye.