El papa Francisco afirmó ayer estar preocupado por las personas que huyen del noroeste de Siria, último bastión yihadista y rebelde blanco de una ofensiva militar del ejército de Damasco.

“Continúan llegando noticias dolorosas del noroeste de Siria, principalmente sobre las condiciones de muchas mujeres y niños, personas obligadas a huir a causa de la escalada militar”, dijo el pontífice, tras la oración tradicional del ángelus en la plaza de San Pedro.

“Reitero mi llamado urgente a la comunidad internacional y a todos los actores implicados a utilizar los medios diplomáticos, el diálogo y las negociaciones, en el respeto del derecho humanitario internacional, para salvaguardar la vida y el destino de los civiles”, agregó.

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Las fuerzas del régimen sirio están a punto de recuperar una estratégica autopista en la región de Idlib, en el noroeste del país, último bastión bajo control rebelde y yihadista que buscan reconquistar en el noroeste de Siria, indicó ayer una ONG.

Apoyado por la fuerza aérea rusa, el gobierno de Bashar Al Asad lanzó en diciembre una nueva ofensiva contra Idlib, matando a más de 300 civiles, según el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos (OSDH), lo que llevó a más de medio millón de civiles a abandonar sus hogares, indicó la ONU.

Poco más de la mitad de la provincia de Idlib y sectores aledaños de las provincias vecinas de Alepo, Hama y Latakia siguen en manos de los yihadistas de Hayat Tahrir al Sham (HTS, exrama siria de Al Qaida) y otros grupos rebeldes debilitados.

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Desde que fue elegido papa en el 2013, Francisco recuerda de forma recurrente el sufrimiento del “amado pueblo sirio”, que “todavía no ve el final de las hostilidades que han desgarrado el país”, devastado por una guerra que ya dura casi nueve años, según lo expresó también en su mensaje de Navidad en diciembre pasado.

El pontífice argentino ha acogido en las estructuras del Vaticano a varios refugiados sirios. (I)

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Civiles

de Idlib murieron tras la ofensiva que lanzó en diciembre el gobierno de Bashar Al Asad.