Por Melissa Moreno

Lágrimas que caen, rostros cansados, zapatos desgastados, bebés en brazos, niños con hambre. Son familias venezolanas que recorren las calles y avenidas de Guayaquil y se establecen en sus aceras para, con manos extendidas, pedir dinero para subsistir. Ellos viven una odisea diaria luego de que dejaran su país buscando mejores días y un futuro distinto a la crisis económica y social que allá enfrentaban.

Son las 14:15 del miércoles 4 de octubre de 2020. En Boyacá y Aguirre, centro de Guayaquil, en la esquina de un edificio se encuentra Alejandra Alcívar, venezolana que tiene un año de estadía en el país. Ella dice que por la pandemia no halla espacios laborales, además tiene dos niños pequeños que no sabe con quién dejarlos.

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Por eso recurre a mendigar en las calles junto a ellos. Con lo que le dan los peatones le alcanza para comprar un almuerzo que se reparte con sus hijos y para pagar el hospedaje de 5 dólares por noche en una vivienda de Bastión Popular, noroeste de la ciudad.

Bajo un sol extenuante, a las 14:39, en la calle García Avilés y Aguirre también está Gabriela Méndez sentada con sus dos hijos comiendo panes. Explica que tiene un año en Ecuador y que ha trabajado vendiendo arepas en restaurantes y como empleada doméstica. Pero por el COVID-19 los dueños de los negocios la despidieron, por eso acudió a pedir caridad en las calles y las personas de buena voluntad le dan unos cuantos centavos.

Parejas jóvenes con hijos en brazos piden monedas. Foto: Jorge Guzmán.

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Espera encontrar trabajo. Lucha sola porque su pareja, con quien vino al país, la dejó y retornó a Venezuela.
Así, casi cada esquina del centro y de otras zonas de Guayaquil acogen en esta época de pandemia a familias venezolanas en estado de mendicidad. “Cada día aparecen más", dice el vendedor de ropa en un quiosco de la calle Luque.

En 10 de Agosto y Chimborazo, el ruido del tráfico es intenso y bajo un árbol se halla Víctor junto con su esposa con su hijo en brazos. La falta de empleo lo llevó a pedir caridad y con lo que recoge les alcanza para pasar la noche en cualquier hotel y para comer.

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A las 15:40 en Chile y 10 de Agosto se sitúa Aysbel Tomoche junto con su pequeño hijo. Con ojos llorosos explica que no tiene nada mientras el niño le pide algo para comer. Ella ha postulado para trabajar en almacenes, pero no ha tenido suerte. Su día a día es rogar a los transeúntes para que le den dinero y poder comer. En el día recoge máximo 5 dólares.

Son tantas familias venezolanas mendigando, pero no hay un organismo que haya hecho un registro de personas en esa condición. Un informe de la Comunidad Andina de Naciones (CAN) refiere que 362.000 venezolanos se han establecido en Ecuador en esta ola migratoria. Esto “genera enormes impactos sociales, económicos, en la seguridad, salud, educación, en el empleo, e incluso en el ámbito cultural y político”, señala el documento, que agradece el apoyo de los países del área andina por acoger a los migrantes.

Entre quienes mendigan hay mujeres solas con hijos. Foto: Jorge Guzmán.

Zorayda Fernández es dirigente que lucha por la causa de sus compatriotas de Venezuela en Guayaquil. Cita que junto a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos han realizado gestiones para sus compatriotas que enfrentan mendicidad. Dice que han logrado ayudas sociales, talleres, visas y regularización migratoria con apoyo de varias entidades.

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Fernández solicita al Municipio de Guayaquil que construya un albergue para sus coterráneos en indigencia.

El cabildo, a través de su Dirección de Acción Social y Educación (DASE), tiene un departamento de movilidad humana, creado por la realidad que viven las personas en esta condición, cita Amalia Gallardo, subdirectora del ente.

La funcionaria afirma que han realizado operativos y rescatado a personas de las calles y conseguido ayuda médica, un techo, seguridad y alimentación, en convenio con otras entidades. No hay un albergue exclusivo para extranjeros, pero señala que gestionan con entidades que ofrecen ese servicio. Tomoche, Méndez y otros en mendicidad no saben de esa acción, solo extienden la mano y piden ayuda. (I)

Venta informal, entre opciones de foráneos

Los despidos causados por la pandemia afectaron notablemente a los migrantes venezolanos. Como alternativa, ellos han optado por la venta informal. Ofrecen cigarrillos, mascarillas, refrescos y hasta ofrecen limpiar parabrisas en las esquinas. Ellos dicen que es una forma de subsistir. (I)