Un grupo de mujeres, incluyendo una adolescente, camina en la 3.ª peatonal 2A de la ciudadela Simón Bolívar, en el norte de Guayaquil, y se percatan de la presencia de un hombre que se mantiene parado al pie del cerramiento de un condominio.

Por la poca iluminación en la zona, la escena llama la atención de ellas, pero enseguida muestran su desagrado al descubrir la razón de la permanencia del sujeto allí: el individuo estaba inmóvil orinando en la pared del predio. Sin inmutarse por el paso del grupo, el hombre a los pocos segundos se retira del sitio para seguir su rumbo hacia la av. de las Américas.

Aquel episodio es un problema recurrente en las peatonales y parques de ese sector. Un problema que se replica en más zonas de Guayaquil, como la Garzota, Urdesa central, Kennedy, barrio del Salado, en el acceso al túnel del cerro del Carmen, a la altura del Instituto de Neurocienciencias... Es cuestión de quedarse por unos minutos en esos puntos y las escenas se repiten una tras otra.

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Hace pocos días, un ciudadano quedó grabado mientras orinaba al pie de un vehículo que permanecía estacionado en un reconocido centro comercial del norte de la urbe. Personal del establecimiento con la policía retiraron al sujeto del sitio, según la administración del lugar.

Asimismo, en la semana pasado, un equipo de este Diario captó a conductores de vehículos particulares e incluso taxistas de cooperativas que se estacionaron la tarde del jueves pasado, entre las 17:30 y las 18:30, en la calle Luis Orrantia entre Víctor Hugo Sicouret y av. Miguel H. Alcívar, en la parte trasera de una concesionaria. Ahí, los choferes aprovechan la soledad del sitio, se bajan de sus vehículos y abren una de las puertas para ocultar su acción, o se acercan hacia una zona de vegetación.

Ciudadano captado en la avenida Luis Orrantia, en la Kennedy Norte, la tarde del jueves 11 de noviembre. Foto: El Universo

En una zona cercana a ese barrio, en la avenida Joaquín Orrantia entre las avenidas Leopoldo Benítez y las Américas, en una zona de varios centros comerciales y hoteles, conductores se estacionan al pie de la acera, abren la puerta del copiloto o la posterior y orinan en el bordillo.

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El olor en esa zona es nauseabundo, relatan peatones. Asimismo sucede en la acera norte de la avenida Plaza Dañín, ubicada junto a terrenos de la Fuerza Aérea Ecuatoriana, antes de llegar a la av. Pedro Menéndez. Ahí, comerciantes informales y peatones se esconden tras un cajetín de telecomunicaciones para orinar, pese a la presencia a pocos metros de una estación de Metrovía donde hay un baño habilitado.

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En el sur, en la avenida 25 de Julio, en dirección norte-sur, también choferes suelen usar las inmediaciones de las canchas deportivas de la Coviem, a pesar de tener a pocos metros una estación de servicio.

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Gustavo Rivadeneira, habitante y dirigente ciudadano del barrio del Salado, relata que a diario de cuatro a cinco personas, entre peatones y comerciantes, usan como urinarios los portales de las casas, pese a que a pocos metros hay una gasolinera donde hay un servicio higiénico.

“Es un dolor de cabeza, porque los propietarios tenemos que salir con un balde de agua, algún producto de detergente para que se quite el mal olor. Además, el orine es ácido y daña el portal de las casas. Es un problema, aparte de lo estético e insalubridad; es un daño económico a los propietarios de las casas”, acota y agrega que la situación se replica en más vías aledañas, como Luque entre José Mascote y García Moreno, así como en Hurtado entre José Mascote y Esmeraldas.

Para él, como para otros habitantes de otros sectores, es necesario que el Municipio disponga de altavoces en cámaras de la Corporación para la Seguridad Ciudadana de Guayaquil (CSCG) para que alerten de estos casos y captar a esos malos ciudadanos para llevar adelante procesos sancionatorios.

Asimismo, en las noches, hay usuarios que suelen consumir bebidas alcohólicas en la vía pública y aprovechan alguna acera, pared o jardinera para hacer sus necesidades fisiológicas. Por ejemplo, en la peatonal ubicada en la avenida Víctor Emilio Estada, entre las calles Ilanes y Jiguas, en Urdesa, desde el jueves hasta el sábado los usan con ese fin ciudadanos extraños al sector, denuncian vecinos.

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Además, varias áreas recreativas son usadas para esas prácticas. En el parterre ancho que divide la avenida Dr. Enrique Ortega Moreira (Las Aguas), de Urdesa central, hay comerciantes ambulantes que usan con frecuencia los árboles como su sitio destinado para orinar, según usuarios que suelen llegar a esa zona para hacer ejercicios.

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Jorge Rodríguez, concejal de Guayaquil, reconoce que esta es una práctica que está “arraigada en mucha gente”, y recordó que antes los delegados de la Dirección de Justicia y Vigilancia podían sancionar e incluso había detención para personas que hacían sus necesidades en la vía pública. “Hoy ya no existe eso. No creo que la cárcel sea la solución”, señala y plantea alternativas.

A partir del 2008, el Código Orgánico de la Función Judicial restó facultades a las ordenanzas municipales que mantenían prisión.

Para Rodríguez, inicialmente una opción sería promover campañas de concientización y educación sobre el buen uso de los espacios públicos, y que en parte de los 3.750 puntos donde a futuro se ubicarán cinco cámaras por cada sitio para temas de seguridad se podría también monitorear este tipo de comportamientos ciudadanos.

También considera que se podría analizar una nueva reforma a la ordenanza de Uso de la Vía y Espacio Público para establecer el trabajo comunitario para aquellos ciudadanos que hayan sido captados usando espacios públicos para sus necesidades corporales, mediante cámaras de seguridad o delegados municipales, así como se lo hace con infracciones de tránsito impuestas por el Concejo Municipal. Por ejemplo, cita que a los sujetos que incurran en estas prácticas se les podría colocar como tarea la limpieza de esos mismos sitios usados por ellos u otros.

Hay ciudadanos que también proponen la implementación de baños públicos en los lugares de importante flujo de peatones en áreas comerciales y bancarias. Sobre ello, Rodríguez estima que aquello no funcionaría por la posibilidad de que se usen con otros fines. “Y termina siendo un riesgo para la sociedad más que un aporte para el tema de las necesidades biológicas”, comentó.

Además del planteamiento del concejal, Rivadeneira considera importante que los agentes metropolitianos también se desplieguen a estas zonas que se conocen por su uso como mingitorios.

El comandante de la Zona 8 de la Policía, Fausto Buenaño, coincide con Rodríguez sobre la alternativa de labor comunitaria para aquellos que recurran a esa mala conducta.

Menciona que, al detectar algún caso de este tipo, los uniformados colaboran para que el ciudadano se retire del lugar y les recomiendan evitar la reincidencia en este tipo de conductas que generan malestar en el resto de ciudadanos. “Eso no es un delito. Se le puede pedir a la persona con respeto y educación que eso no lo vuelva a hacer”, indica. (I)