Con un pequeño ramo de flores y una carta, Katiuska Muñoz logró ingresar al cementerio municipal Ángel María Canals, llamado del suburbio por su ubicación, el 8 de marzo, para visitar la bóveda donde reposan los restos de su esposo, Xavier Montalván, fallecido por COVID-19 en abril del 2020, en pleno pico de la pandemia.

Le permitieron entrar, afirmó, luego de “rogar” al guardia. Ya adentro, caminó sobre un sendero de tierra con maleza, cerca de un gran charco por la lluvia, y espantando los mosquitos con sus manos hasta llegar a la tumba. Se acuclilló para acomodar el arreglo y la carta que le escribió su hija, de 8 años.

La pequeña, abrazada a su hermana, observaba a su madre desde el cerramiento del camposanto, el cual necesita limpieza, desbroce y fumigación, según moradores y deudos, como Muñoz: “Demasiado mosquito, falta que arreglen”.

Publicidad

“Siempre ha habido falta de mantenimiento, hay descuido”, comentó Angélica Rodríguez, moradora del cementerio, abierto hace 53 años y donde reposan los restos de 63.376 personas. El año pasado se sepultó, según cifras municipales, a 4.552 fallecidos, un 254 % más que en 2019.

Hace 50 años se abrió el cementerio de los barrios suburbanos de Guayaquil

En una parte del cementerio del suburbio se observa agua estancada por la lluvia. Foto: Sandra Miranda

Los primeros meses de la pandemia, recordó Rodríguez, fueron desoladores. La gente hacía colas desde la noche por un espacio para enterrar a sus familiares. “Ahí dormían o dejaban afuera a sus muertos; ‘hacheritos’ hacían fila y cobraban $10 por el puesto”, sostuvo la mujer, cuyo esposo pagó por un turno para sepultar a su mamá, en abril pasado.

Publicidad

Del lado de la calle 29, vía principal del suburbio, hay tramos con maleza crecida que supera el metro y medio de altura y agua estancada sobre varias tumbas del piso.

Por la puerta posterior del cementerio, calle 40, Ana Pérez ingresó con parientes que cargaban el féretro de su suegro, quien murió a los 90 años de un infarto. Por la vía de adoquines avanzaron unos metros hasta una mesa metálica donde apoyaron el ataúd. Ahí, sus familiares se despidieron antes de llevarlo hasta uno de los 4.000 túmulos de hormigón y 60 bóvedas, que hizo el Municipio durante la pandemia.

Publicidad

Se ve que el lugar va quedar bonito, pero ahora está puro monte, deberían poner césped, acomodar un poco.., aunque estén muertos necesitan un lugar digno para descansar

Ana Pérez, pariente de un fallecido sepultado en el cementerio del suburbio.

Jorge Acaiturri, gerente de la EP Dase que administra este panteón, indicó que cada quince días se desbroza la maleza y fumiga. “Con el tema de las lluvias, la maleza crece más rápido, (y) puede ser que el agua se está empozando un poco más que antes, pero el mantenimiento se da de forma periódica”, dijo, y añadió que, pese a que no ha recibido reclamos por este tema, dispuso que esas labores se den cada semana durante el invierno.

Hay maleza crecida en algunos tramos del cementerio del suburbio. Foto: Sandra Miranda

Guayaquil: Llegaron a enterrar a su familiar en cementerio del suburbio y no pudieron ingresar

Desde la calle 40 se observa un área acordonada con planchas de zinc que cubren parte de los doce bloques de bóvedas y nichos que se construyen desde 2019. La pandemia causó la paralización temporal de la obra, que tiene 96 % de avance y costo $7,5 millones, según Andrés Burbano, director de Obras Públicas del Municipio.

Con esto, detalló Burbano, el cementerio -que tiene unos mil espacios disponibles- sumará a fines de este mes de abril 5.440 bóvedas y 1.772 nichos para dos o tres años.

Publicidad

Del otro extremo de la obra gris, Verónica Chacaguasay permanecía sentada en un tronco de madera, mientras sus parientes contaban los pasos para dar con la tumba de su padre, Simón Chacaguasay.

“Estamos confundidos. Como no dejaban entrar para poner nada, no sabemos dónde está”, dijo la mujer, agradecida por el espacio gratuito que recibió para su progenitor el 13 de octubre de 2020. El entierro quedó registrado en un video que el 8 de marzo repitieron varias veces para orientarse. Tras unos 30 minutos, colocaron el cartel con el nombre del difunto en el punto donde creen que está su tumba.

Varios túmulos están cubiertos de agua, del lado de la calle 40. Foto: Sandra Miranda

En esta zona, algunos túmulos estaban cubiertos con agua estancada. Esto se debe a que, explicó Burbano, cuando construyeron las bóvedas bajo tierra durante la emergencia no se instaló una canalización por falta de tiempo y recursos.

En las calles de adoquines sí hay canalización, pero en las áreas de césped no.., en invierno es el problema, igual hay dos metros de relleno, si va después de dos días ya está seco

Andrés Burbano, director de Obras Públicas del Municipio de Guayaquil.

Los hermanos Carlos y Sofía también intentaron dar con el lugar donde descansa el cuerpo de su padre, en una área donde había tumbas con trozos de cañas pintadas de rojo. “Sabemos que es por aquí. Nosotros no estuvimos ese día, no nos dejaron pasar”, dijo Carlos.

Sin embargo, Acaiturri, gerente de la EP, afirmó que todas las tumbas están georreferenciadas. “Sabemos exactamente dónde están las personas que se han enterrado”, indicó, y añadió que no ha recibido ninguna queja de deudos. Y quien tenga dudas, apuntó, debe acercarse a la administración del cementerio para que les confirmen el sitio.

Hay más de 3.000 tumbas municipales disponibles

En los cinco cementerios municipales que tiene Guayaquil había 3.078 espacios funerarios disponibles para las inhumaciones y 122 nichos, hasta antes de finales del mes pasado.

En el cementerio del suburbio quedaban 1.025 espacios; en Casuarina, 1.519; en Posorja, 247 bóvedas y 102 nichos; en Tenguel, 287 tumbas y 20 nichos; y en Pascuales, las 5.650 bóvedas están ocupadas, según la EP Dase. (I)